martes, 6 de marzo de 2018

LA SERVIDUMBRE CHINA EN EL PERÚ DE WATT STEWART

 AMBIENTE – PRIMER PERIODO

Entre los problemas sociales y económicos que la república peruana ha tenido que afrontar a lo largo de un siglo y medio de existencia, el del inmigrante asiático ha sido muy serio y la causa principal de su importación fue la escasez de mano de obra.

Después de lograr la independencia en 1824, el progreso económico, si bien interrumpido a menudo por conflictos internos e internacionales hasta la década del 40, se fue afianzando. Para actividades tales como la producción de azúcar y algodón, el trabajo de los depósitos de guano, construcción de ferrocarriles, se necesitaba una mano de obra numerosa, algo que el Perú no podía suministrar. Para el año 1862 la población era tan solo de 2 millones y medio.  Según este estudio, el 70% estaba conformado por indios, a estos no le gustaban las labores mineras  ni trabajar en la costa; además, que las condiciones de vida eran pésimas y los salarios ínfimos Esto conllevo a que los indios solo trabajaran cuando era indispensable. También existía el elemento negro, sin embargo no era muy numeroso y el proletario blanco, como trabajador, tenía serias limitaciones debido a su escaso número y consideraban este tipo de trabajos poco honorables.

Si se toma en cuenta el desarrollo económico de estos tiempos, la mano de obra no era suficiente para cubrir las demandas del país. En estas circunstancias era necesario buscar en el exterior cómo subsanar esta carencia.

Los peruanos vieron favorablemente la llegada de europeos, pero si bien una gran cantidad llego al Perú, la mayoría de estos eran comerciantes o profesionales que no realizaban ningún tipo de trabajos manuales.

En este periodo, los terratenientes representaban la institución más poderosa en el país y siendo sus intereses los más importante, lo único que deseaban era una mano de obra barata; además; que el sistema laboral de las haciendas se acercaba a la servidumbre, algo a que los extranjeros no estaban dispuestos a acceder. Por otra parte, en el extranjero se tenían una percepción de que el Perú no ofrecía seguridad. Así es como, siendo desfavorables las circunstancias para la inmigración de europeos al Perú, el país  volvió los ojos hacia el Pacifico y el extremo oriente.

El Congreso promulgo la ley general de Inmigración en 1849. Esta tenía por objeto favorecer la entrada de los chinos, razón por la cual se la conoce comúnmente como “Ley china”. La ley concedía a las personas que trajeran colonos extranjeros de ambos sexos, en número no menor de cincuenta y entre loa 10 y 40 años. Para justificar esta ley se aducía que aparte del poco éxito de la inmigración europea, la vida en China era muy dura por lo cual la mano de obra seria barata.

Todo movimiento migratorio obedece naturalmente no solo a los atractivos del país donde van a a arribar, sino también a los motivos que los impulsan a dejar el país de origen. En la China, existían poderosas razones, tales como: el creciente aumento de población lo que ocasionaba la escasez de recursos y la guerra civil ocasionada por la Rebelión de Taiping. Con las condiciones domesticas adversas y atraídos por los cuentos de riqueza en el extranjero, millares estos chinos llegaron a las costas occidentales de Estados Unidos, otros fueron a Cuba y Brasil y otro tanto de esta caudalosa corriente migratoria vino al Perú, bajo los términos de la “Ley china”. Elías y Rodriguez fueron los principales encargados de traer a los chinos al Perú. Según fuentes peruanas, se estima que entre 1850 y 1859, 13 000 chinos ingresaron al Perú.

La ley de 1849 fue promulgada bajo las presiones y para satisfacer las exigencias de los hacendados. Esta adolecía de muchos defectos y no le prestaban a atención a las condiciones de viaje. Los barcos iban sobrecargados y el estado dentro de ellos provocaba un gran índice de mortalidad, esto a veces llevaba a motines dentro de los barcos. No habrían de acabar sus penurias al llegar al Perú después de tan fatídico viaje; en las haciendas consideraban al culí como un simple instrumento de trabajo.
El contrato que permitía a Elías y Rodríguez traer culíes estipulaba que “los chinos debían servir a un patrón por periodo de 5 años… A cambio, el patrón se comprometía a pagarle cuatro pesos mensuales, alimentarlo y pagarle los gastos de enfermedad…”

La mayoría de chinos traídos en este primer periodo fueron empleados en las haciendas costeñas del departamento de La Libertad, y en los valles de Lima. Sin embargo, un número importante de asiáticos trabajaba como domésticos.

Para contrarrestar las amenazas de subrogar la ley china, el binomio Elias-Rodriguez pidió a un centenar de personas que hicieran una declaración sobre su eficiencia. En estas declaraciones aseguraban que chinos desempeñaban bien las labores de ingenio pero para los trabajos de campo eran muy débiles. También, se dijo que en las guaneras de las islas de Chincha y otros lugares las condiciones de vida eran particularmente malas. Los múltiples abusos  cometidos contra los culíes ocasionaron críticas contra el gobierno, razón por la cual este tuvo que tomar cartas en el asunto.

El monopolio de Elías y Rodríguez fue declarada caduco después de vencerse el plazo de 5 años. Además, se dieron decretos para mejorar su condición de vida, pero estos fueron en vano y el Gobierno decidió abrogar la ley china y prohibir el tráfico de asiáticos (1856). Aunque con la publicación de este decreto no acabo completamente el tráfico de orientales. La ley que amparaba la importación de chinos había sido elaborada muy a la ligera. Desde el punto de vista humanitario, las condiciones eran pésimas. Además, estaban vistos como malos trabajadores pues eran muy débiles. Pero las urgencias y las necesidades de los grandes hacendados hicieron prevalecer las licencias otorgadas.

EL TRÁFICO DE CULÍES EN MACAO

Los hacendados peruanos se opusieron tenazmente y nunca perdonaron la abrogación de la “ley china”. En los comienzos de 1861 se reanudo la importación de culíes en el país a consecuencia de su insistencia y otros motivos, como la guerra civil en EE.UU. por la cual los hacendados se podían ver beneficiados con el comercio de algodón.

El prólogo de la nueva ley china que fue aprobada en 1861 daba razones para su aprobación: la industria predominante en el país era la agricultura, los fundos rústicos iban siendo abandonados a consecuencia de la liberación de esclavos. Sin embargo, el mariscal Castilla desaprobaba la ley, ya que no creía que la abolición de la esclavitud haya tenido tal repercusión en la agricultura, actividad económica a la cual no consideraba muy importante. El presidente aclaro también que imposible para el culi saber a qué se comprometía al firmar el contrato. Aunque, a pesar de su disconformidad con la ley, la cámara igual la aprobó.

Desaparecido el obstáculo para la introducción de asiáticos, volvieron los ojos, primero hacia Hawai. J.C. Byrne obtuvo este privilegio. Resulto en un total fracaso, ya que murió la mayoría pues los hawaianos no se adaptaban a las condiciones climáticas y eran muy débiles. Esto concluyo en la publicación de un decreto que suspendía definitivamente las concesiones para traer polinesios.

A comienzos de la década del 60, se reanudo la importación de culíes al Perú. Las experiencias anteriores no habían sido olvidadas, pero los terratenientes pedían a gritos mano de obra, y los ciudadanos que desaprobaban esta inmigración no eran los suficientes. Hacia 1868 se estableció un gobierno fanático de las obras publicas por parte de José Balta. Se dieron construcciones de ferrocarriles para las cuales se necesitaba mano de obra.

Todo el tráfico de culíes con destino a Cuba y otras partes de América y Perú estaba en la colonia portuguesa de Macao. Durante siglos el imperio chino había sido oficialmente opuesto a la emigración de sus súbditos. Además los funcionarios en Macao fueron liberales en cuanto a la emigración. Todos estos factores se juntaron para que en consecuencia se centrara en Macao el tráfico de culíes. Hacia 1859 los actos fraudulentos y violentos relacionados con el tráfico de culíes alcanzaron tal intensidad que se extendieron voces de alarma entre los pobladores. Sin embargo, Macao estaba fuera de la jurisdicción china y el tráfico siguió adelante, aun ritmo más acelerado a finales de 1860 y comienzos de 1870 cuando el Perú se movilizaba para las grandes obras públicas.

El proceso de captación de culíes procedía de la siguiente manera: Primero, un agente intermediario peruano contacta a un agente local de trabajo, este “enganchador” contactaba individuos deseosos de emigrar. Se presume que la persona se compromete libremente; a continuación firman el contrato el trabajador y el representante de su futuro amo peruano. Pero esto era solo en papel, pues la gran mayoría de chinos eran traídos con engaños o por medio de violencia. Cuando llegaba el momento de llenar un barco con culíes, el superintendente de emigración debía proceder a la contratación formal de los emigrantes. Las contratas se celebraban en una sala dispuesta por el gobierno portugués.

Se debe también recalcar que las partes no siempre firmaban el contrato. Una fuente peruana declaro que la mayoría de los tales contratos, a pesar de llevar la certificación y sello del cónsul peruano, han sido cumplidos y vencidos sin llevar la firma de las partes. Además, la mayoría no recibía contrato. Es necesario recordar también los cargos hechos sobre el uso de la fuerza y las amenazas por parte de los enganchadores y después en los barracones con el propósito de obligar al culí a afirmar su voluntad de emigrar.

Hubo una serie de eventos que orillaron a la cancelación del tráfico de culíes en Macao. El gobernador de la colonia emitió un decreto fechado el 27 de marzo de 1874 prohibiendo el embarque de chinos. Este decreto asesto un golpe mortal al negocio por cuanto el puerto de Macao había sido durante años el único por  donde podían zarpar barcos con sus cargamentos de culíes y el único lugar donde se les podía retener con métodos violentos mientras esperaban el embarque. Si bien no cabe duda que algunos culíes partieron para el Perú u otras naciones de buena gana, no es menos cierto que un gran número de ellos, probablemente la mayoría, fue inducido por la fuerza o engaños.

LA VIDA DEL COLONO CHINO EN EL PERÚ

Diversas eran las condiciones de vida y trabajo según el temperamento del dueño y el tipo y ubicación de las labores. Entre los miles de trabajadores manuales, los que “pertenecían” a Meiggs (encargado de la construcción de ferrocarriles en el Perú) eran bien tratados, tenían buenas raciones de comida con lo cual mejoraban su rendimiento. Esto comprueba que los Meiggs habían aprendido como lograr eficiencia, lección que desgraciadamente muchos peruanos empleadores chinos nunca alcanzaron a comprender.

Todos indican que el peor trabajo fue el de las guaneras. Los chinos de la primera y segunda inmigración fueron mandados a traspalar y ensacar este abono. El clima caluroso y húmedo de las regiones en donde se encontraba el guano hizo muy difícil el trabajo. Lo único que parecía hacer soportar estos trabajos a los chinos eran las grandes cantidades de opio que consumían. Además, había una gran escasez de alimentos y agua potable y si a eso se le agrega el maltrato que recibían por ciertos capataces, esto hacia que la vida en la guanera fuera insoportable.

Sin embargo, las condiciones de vida en las haciendas deben ser consideradas como las más representativas, porque es en los grandes fundos donde fue a trabajar la gran mayoría. Con el nombre de galpón se designaba a su alojamiento. Las comodidades de este dependían del temperamento del amo. La mayoría de veces consistía en una especie  de barracón en cual cada culi tiene un espacio donde guardar sus pertenencias. Su día en la hacienda consistía en levantarse, pasar lista, ser asignados a distintos grupos, recibir su ración de comida, luego se les otorgaba herramientas y se ponían a trabajar. La base de la alimentación del culi era el arroz; aunque, a veces se les daba carne o pescado. Si bien es cierto que la calidad del alimento no era muy buena y a veces los encargados de entregar la comida no les daban lo justo. En algunas ocasiones, los culíes canjeaban sus raciones de comida por opio.

Para el culi contratado, pocas eran las ocasiones de distraerse y desarrollar actividades sociales. El contrato estipulaba que podía tener tres días libres para la celebración del año nuevo chino. Algunos hacendados más avisados les permitían descansar los domingos, porque se dieron cuenta que así mejoraba el rendimiento de la gente.

Tan largas horas de trabajo dejaban poco tiempo para distraerse y sobre todo, pocas energías. Sin embargo, a pesar de todo, a menudo timbeaban en el galpón después de las faenas diarias hasta el anochecer. Uno de sus juegos favoritos era el de “pares y nones”.

Solamente inmigraron varones, ninguna mujer fue traída al Perú. Las ocasiones de juntarse con peruanas antes del vencimiento del contrato eran, si no inexistentes, por lo menos muy escasas. Consecuencia de esto era cierto grado de perversión sexual y, quizás, su adicción al juego y opio.

Porque era desdichado y por sustraerse a los abusos por parte de su “amo” o del capataz, ocurría a menudo que un culi tratara de fugarse de la hacienda y de sustraerse a su contrato. El castigo a estos actos de rebeldía usualmente consistía en multas, con lo cual se alargaba el tiempo que debían servir en la hacienda o se presentaban los casos en los que eran mandados a trabajar con cadenas.

Las haciendas más grandes y mejor equipadas tenían hospitales con un médico a tiempo completo o medio tiempo. Si bien la mayoría de los chinos importados tenía menos de 40 años era natural que ocurrieran decesos. Debido a la mala nutrición y las terribles condiciones en las que se transportaban de China a Perú. Agregándole las pésimas condiciones de vida que tenían acá es obvio que la tasa de mortalidad fuera alta (menos de un tercio de los culíes terminaban su contrato). Por todos estos males sufridos es que el culí escogía a menudo suicidarse para así liberarse de sus pesares.

Por otro lado, los empleadores de mano de obra china no la consideraban baratas. Ya que tenían que hacer muchos esfuerzos para traerlos desde otro país, y luego acá tenían que brindarles comida, ropa y hogar. Es evidente que el factor caso pesaba en las consideraciones del dueño, sobre todo para exigir al peón todo el rendimiento posible.

Existían casos como los de la hacienda de Chocabento, propiedad de Don Pedro Denegri, en donde los chinos eran muy bien tratados, al borde que la gratitud y respeto hacia el patrón hacia que los chinos se “preocupasen por los intereses del amo tanto como los suyos”. Otro ejemplo es el de Henry Swayne, se decía que en sus propiedades había casas de juego y fumaderos de opio.

Bajo la ley peruana quedaba entendido que el culi no era esclavo y que no estaba obligado a tolerar extorsiones por parte de su amo. Estaba estipulado que pudiera pedir justicia en caso de abuso de sus derechos. Pero en la práctica nadie respetaba la constitución, mucho menos las grandes clases terratenientes que controlaban a las autoridades. Asimismo, las idas y venidas del culí estaban severamente limitadas: de noche era encerrado en el galpón y cuando deseaba salir debía tener permiso firmado del amo; de esta manera, no había forma de que pudiera contactar a las autoridades y tampoco entendían el idioma. Y si de alguna forma lo lograban, como se menciona previamente, las autoridades igual eran controladas por los más poderosos. Únicamente cuando las noticias de las injusticias y el maltrato se propagaron en el extranjero, y que la indignación de propios y ajenos amenazó con cortar de raíz el tráfico de culíes, el gobierno amenazó con cortar de raíz el tráfico de culíes, pero ya era demasiado tarde.

Para concluir el capítulo, Cole y Hutchinson (tipos británicos que hablaban de los chinos) afirmaron que eran más comunes los casos de buenos hacendados que los malos. Pero, por otro lado, chinos decían que era al revés.  La condición del culi en el Perú era lamentable. En ningún caso fue traído aquí para estar mejor. No lo consideraban como un ser humano sino una máquina para producir riquezas.



MUCHAS GRACIAS
NO OLVIDES HACERNOS TUS PREGUNTAS O APORTE EN LOS COMENTARIOS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario