martes, 9 de mayo de 2017

El mito del eterno retorno de Mircea Eliade

A través de El mito del eterno retorno Mircea Eliade nos trata de explicar el problema esencial para entender la mentalidad del hombre arcaico, entendiendo que éste tiene un rechazo hacia el transcurso de la historia, para regresarla a través del mito -y la repetición de actos sagrados como el rito- a se momento originario de creación. Esto, como demuestra el autor, se debe al miedo que se siente con respecto al devenir de la historia, que implica algo desconocido que es mejor evadir por medio de la regeneración del tiempo o del tiempo cíclico.

Evidentemente, las concepciones metafísicas de mundo arcaico  no siempre se han formulado en un lenguaje teórico, pero el símbolo, el mito y el rito, a diferentes niveles y con los medios que les son propios, expresan un complejo sistema de afirmaciones coherentes sobre la realidad ultima de las cosas...

Necesitaban de estos símbolos para expresar de una u otra manera sus concepciones del mundo que los rodea; y en especial de aquello que para estos era difícil de explicar o precisar en términos absolutos, que de por sí no conocían o no habían desarrollado, como los conceptos del ser y del no ser. Entonces por tal motivo y como dice Eliade no se puede negar que tales concepciones fuesen desconocidas para el hombre  primitivo, puesto que las dejaban ver en sus mitos.

A la vez que el hombre de aquel tiempo, con aquella mentalidad mítica, al verse en sí tan desprovisto de medios para protegerse, tan indefenso, trata de ver en los objetos inanimados- y por consiguientes carentes de sentimiento y de dolor- algo sagrado, invulnerable a la naturaleza que atormenta al hombre. Y  más aun si este objeto tiene un origen, para él, mágico, como una piedra salida del mar o una roca tocada por un rayo. Eso hará que en la mentalidad del hombre primitivo se asocie a estos objetos, con justa razón, a las categorías de sagrado; y por lo mismo que invulnerables, resistentes a catástrofes que el hombre no soportaría. 

El objeto aparece entonces como un receptáculo de una fuerza extraña que lo diferencia de su medio y le confiere sentido y valor.

Al igual que este hombre cree en la fuerza sagrada de los objetos inanimados, también asocia a éstos hechos trascendentales ocurridos en una fecha no determinada, valorando no el objeto en sí, sino lo que representa en la categoría mítica. El producto bruto de la naturaleza, el objeto hecho por la industria del hombre, no hallan su realidad, su identidad, sino en la medida en que participan en una realidad trascendente. El gesto no obtiene sentido, realidad, sino en la medida en que renueva una acción primordial. En la mentalidad del hombre arcaico es un hecho “racional” pensar y actuar de esa manera, ya que si obraban tal cual lo había hecho el modelo o héroe mítico, entonces no corría el riesgo de equivocarse y eso le brindaría seguridad. Pues si tal persona lo hizo –y su acto es reconocido por todos- eso quiere decir que obró de forma adecuada, entonces él también deseará hacer las cosas de ese modo, para evitar errores y a la vez para evitar las críticas, puesto que es más seguro actuar como el modelo que hacerlo a su manera. Y en eso se ve su rechazo a la historia, porque para entrar  al acto del rito y a la imitación del héroe, en otro tiempo, necesita anular el tiempo en que vive.

Como fundamenta Eliade, el hombre de las culturas tradicionales tiende a proyectar el presente en un tiempo mítico, a una época trascendente, para repetir los actos de ese héroe ejemplar y hace de ello una necesidad que lo obliga a realizar ritos para sentirse él, puesto que lo real es lo sagrado. En todos los actos cotidianos buscará imitar esos arquetipos.

Tiene un arquetipo extraterrestre, concebido, ya como un <<plano>>, ya como una <<forma>>, ya  pura y simplemente como un doble existente precisamente en un nivel cósmico superior. Pero todo en el mundo que nos rodea  no tiene un prototipo de esa especie [...] los territorios incultos, los mares desconocidos [...] participan todavía de la modalidad indiferenciada, informe, de antes de la creación. Por eso, cuando se toma posesión de un territorio así [...] se realizan ritos que repiten simbólicamente el acto de la creación: la zona inculta es primeramente <<cosmizada>>, luego habitada.

Ellos creen que lo conocido es lo que se ha construido según el plano cósmico y que por lo mismo las zonas ocultas, desconocidas, no pertenecen a ese plano supraterrestre diseñado por el ser superior. Es por ello conveniente imaginar que cuando se llega a estas zonas los hombres traten de ponerlas al recaudo del cosmos, organizándola. Para esto necesitan valerse de actos especiales y sagrados como los ritos simbólicos de creación. Las poblaciones al momento de llegar a un nuevo territorio, realizan rituales de sagradacion con el fin de hacer mas duraderos sus espacios, construcciones; ya que lo sagrado simboliza eternidad, fuerza, perennidad.

 El hecho de que el hombre tradicional trata de reinterpretar los acontecimientos nuevos dentro de categorías míticas y de personajes heroicos como una forma de rebelión contra la historia, para defenderse de ella; puesto que es una manifestación de su rechazo a lo desconocido o lo que está por conocer; además que ello es un regresar a un tiempo ideal, mítico, originario.

Este hombre tiende a relacionar las calamidades que le ocurren con las catástrofes que ya fueron pasadas y afrontadas por el héroe mítico; ya que resulta más seguro, para él, actuar del mismo modo que el héroe en lugar de hacerlo por él mismo, sabiendo que esto implica riesgos; además el hecho de saber que eso no es extraño al hombre, que ya ha sido pasado por otros, resulta mas confiable de afrontar, pues se sabrá como encararlo. Todo esto lo hace con el objetivo de evitar una desesperación o una crisis por el no saber qué sucederá o del cómo actuar, una presión que siempre ronda la vida del hombre histórico.  
Fotografía de Internet


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