martes, 9 de mayo de 2017

Don Quijote y los molinos de viento de América Latina de Aníbal Quijano

En el pensamiento eurocentrista la visión que se tiene de Europa, en su historia por lo que ha llegado a ser, es verla como el resultado de un proceso homogéneo, lineal, continuo de camino hacia el progreso. Por el contrario, Europa ha llegado a ser lo que es hoy por medio de un proceso heterogéneo, en donde han coexistido tiempos históricos distintos a la vez. Para explicar esto se puede recurrir a la escena del Quijote de la Mancha, en donde este personaje se enfrenta a un molino de viento, siendo derrotado. Esta imagen simbólica representa el encuentro de 2 mundos, que forman parte de uno en plena formación. Por un lado la mentalidad medieval, con la caballería, y por el otro, representada en el molino de viento, la nueva mentalidad mercantil, que se impone con el comercio, producto del contacto con América, dejando atrás los viejos modos medievales.

Esa visión eurocéntrica es la que llega a América, haciendo que se distorsione la percepción de nuestra propia experiencia histórica, en perjuicio de la conformación de un “proyecto latinoamericano”, que es tan necesario, y a favor del sistema de dominación colonial.

América latina se constituyó tras la destrucción de todo un mundo histórico socio cultural, que se había desarrollado en estas tierras; al tiempo que empieza a emerger, como producto del contacto entre conquistadores y conquistados, un nuevo sistema de dominación que se les fue impuesto a nuestros habitantes nativos. Es decir que comienza a constituirse un nuevo tipo patrón de poder producto del contacto, basado en la construcción del concepto de raza. Este concepto hace que se naturalice socialmente en la subjetividad de los conquistados, la nueva relación de poder emergente. Por otra parte, esta idea de inferioridad se sustenta no en el hecho de haber perdido ante los conquistadores, sino en el color de la piel. De esta forma se encasillan a los habitantes americanos bajo la categoría de indios, y luego, a los traídos de África como negros, haciendo que se generen y reconfiguren las nuevas identidades basándose en la idea de “raza”.

Este primer sistema de clasificación social, basada en el color de la piel,  se origino en América, como producto de la conquista y colonización,  y fue expandida por todo el mundo a través de la colonización europea. Como un nuevo sistema de dominación en donde nadie podía estar ya fuera de esa clasificación.

Al mismo tiempo que también se articulaba, como producto mismo de la dominación social en América latina, un nuevo tipo de sistema de explotación del trabajo, basado también en la idea de “raza”. Esto es, que se le asignaba a cada persona dependiendo del color de su piel, un determinado trabajo: el negro era esclavo, el indio siervo, y el blanco era amo.

Con todo esto se pudo articular un basto sistema de explotación, que le permitió a Europa occidental disfrutar y administrar los recursos que se producían en América Latina, haciendo que ella pueda desarrollarse en contraposición a ésta. En tal sentido Europa occidental comienza constituirse, y a hacerse ver ante los demás pueblos, como el centro de la modernidad, en donde se genera lo mas adelantado de la civilización humana, realzando el poder creativo de su raza.

Pero lo cierto es que sin América, Europa Occidental no hubiese sido lo que fue y es, ella y su modernidad fueron el producto de la colonialidad. Aunque estos dos términos resulten antagónicos, coexistieron en la conformación de este nuevo mundo. A pesar de las ideas eurocéntricas de una homogeneidad histórica.

Ante esto es necesario que eliminemos de nuestras mentes  las concepciones eurocentristas de superioridad europea, a fin de acabar con aquellos fantasmas que aquejan la configuración de una identidad en América Latina.



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