martes, 6 de marzo de 2018

PODER Y POLÍTICA. EL PARTIDO CIVIL ANTES DE LA GUERRA CON CHILE DE ULRICH MÜCKE

Revista Histórica
Vol. 32, Nº 2, 2008.

Articulo completo


Este artículo evalúa el surgimiento del Partido Civil antes de la Guerra con Chile. Señala las características de la burguesía limeña, el rol del Congreso, las elecciones y la presidencia de Manuel Pardo. Finalmente, explica la conformación social elitista del partido y sus rasgos predominantemente limeños.

Pareciera ser que en los últimos años se ha suscitado un gran interés por la historia del Partido Civil debido a la nueva corriente de historia: la historia política, que toma más en cuenta a la interacción de un gran número de actores que a los llamados “grandes hombres del Estado”. Podría sorprender que este tema haya generado tanto interés ya que, al fin y al cabo, se trató solo de cuatro años en el que el país fue gobernado por un presidente civilista [que tenía, además, poderes bastantes limitados]. En realidad, la importancia radica en que el análisis del Partido Civil nos remonta a una mejor comprensión de la realidad política peruana del siglo XIX.

El autor se sirve de distintas partes en este artículo para describir a dicha agrupación. Empieza por explicar el trasfondo social del partido [el auge del guano] y algunas características del grupo socioeconómico del cual surgió. Después de ello se ocupa de las instituciones políticas claves para el surgimiento del partido: el Congreso, las elecciones y la presidencia de Manuel Prado. Finalmente, describe el perfil social del partido y esboza sus principales características.

BURGUESÍA VERSUS OLIGARQUÍA

Ya que el núcleo del Partido Civil perteneció a los grupos acomodados limeños, la descripción de estos pertenece siempre a un perfil social del segundo. Por ello, el autor analiza al perfil económico, social y cultural del grupo social limeño de los líderes civilistas para comprender la historia del partido.
¿De qué tipo de burguesía estamos hablando? Aquella que surgió ante el impacto de la explotación del guano. Ya que era un “monopolio sin costos de producción” generaba enormes ingresos al Estado central en Lima, ciudad que solía retener buena parte de los ingresos. Así, pues, los comerciantes y financistas limeños se enriquecieron rápida y directamente gracias a la exportación del guano.

Solo después de que el guano haya generado ingresos enormes se comenzaron a realizar grandes inversiones: de esta forma, la agricultura costeña se convirtió en uno de los principales y más modernos sectores de la economía nacional. También surgieron una gran cantidad de bancos, empresas de servicio e infraestructura u otras dedicadas a la explotación del salitre.
La nueva élite era una burguesía bancaria y mercantil y constaba con una reducida cantidad de hombres que se conocían entre sí y compartían relaciones laborales por obligaciones no-económicas. Sin embargo, la burguesía peruana era muy distinta a la que había en Francia, Inglaterra o Alemania en el XX: la peruana surgió no en contra de las antiguas estructuras sociales, sino en el seno de estas. Tampoco luchaba con una antigua aristocracia o estaba amenazada por una clase trabajadora. Por todo esto, al hablar de la burguesía peruana nos referimos a un grupo social muy distinto de lo que se llamaría burguesía en otros países en la misma época.

La predominancia de la burguesía limeña no solo estaba dada por la falta de una aristocracia y proletariado, sino que también debido a la falta de una burguesía en otra ciudad en el Perú [carecía de competidores]. También, como el autor ya lo ha dicho antes, la burguesía compartía casi todos los mismos espacios que la antigua clase alta. Conservaba aún muchos elementos de la época colonial, como las funciones de la casa [espacios abiertos y públicos para reuniones, servicio doméstico dependiente por razones étnico-culturales, etcétera].

Manuel Pardo, fundador y primer presidente del Partido Civil, es un ejemplo destacado de un burgués limeño en el siglo XIX. Provenía de una familia respetada mas no especialmente acaudalada y encontró su ascenso como hombre de negocios al establecer una relación marital con Mariana Barreda y Osma, cuyo padre era uno de los hombres más acaudalados del país. Para 1873, las propiedades conjuntas de la pareja valían aproximadamente 700 mil pesos [antes, Pardo poseía solo 62 mil pesos y su mujer tenía una dote que ascendía a 100 mil].

Pudo hacer esto pues invirtió su dinero en negocios con grandes márgenes de ganancia, como la consignación del guano, fundación de bancos y tráfico de trabajadores chinos [especialmente en este último negocio, donde recibió ganancias de más de 17 mil pesos hasta que el tráfico esclavista encubierto llegó a su fin por presiones del gobierno de Gran Bretaña]. La carrera empresarial de Pardo se debió en gran parte a sus relaciones familiares, sociales y políticas. Su garantía más poderosa fueron los lazos familiares que poseía su esposa. Así pues, la base del negocio del burgués no estaba en el mercado, sino en el mundo privado y político. Pardo debía su éxito no al mercado ni a la igualdad burguesa, sino a la familia de su esposa y sus contactos políticos.

PENSAMIENTO POLÍTICO

Las líneas principales de la ideología de los burgueses se encuentran en los escritos de Manuel Pardo. Habían dos pilares en este pensamiento: una economía de libre mercado y un Estado fuerte que garantizase la paz social. La economía de libre mercado se refería sobre todo al comercio internacional. Al contrario de motivar la industrialización, se pensaba que el Estado debía poner un marco de infraestructura donde la economía pudiera desarrollarse. El liberalismo decimonónico, a diferencia del neoliberalismo, no estaba en contra de un Estado fuerte: para Pardo y los civilistas era de vital importancia la construcción de un Estado-nación fuerte donde las revoluciones y violencia política no interrumpieran el desarrollo del país y se aseguraran las inversiones de los capitalistas. Esto se lograría, según ellos, mediante el establecimiento de una guardia nacional y la unión de las distintas élites regionales [los notables].

Sin embargo, esto no quiere decir que los civilistas ni otra sección relevante de los burgueses buscaran convertir en ciudadana a toda la población adulta masculina: solo buscaban formar una república de notables o república aristocrática. Ejemplo de esto es la reintroducción de la contribución indígena durante el periodo presidencial de Pardo. Así, la república imaginada por Pardo y los civilistas no incluía a indios ni a chinos como ciudadanos, ellos estaban excluidos de muchos derechos que podían considerarse esenciales a otros grupos esenciales. Antes de “integrarlos” a la sociedad, se consideraba que debía de “civilizarlos”. Este cambio; sin embargo, debía ser emprendido por las fuerzas del mercado.
Esta disposición de abstenerse de las reformas políticas y sociales tenía dos causas: primera, la fortaleza de la burguesía con respecto a otros actores sociales; segunda, la protección de sus intereses económicos.

Por ello, el Partido Civil hizo poco o casi nada para cambiar a las estructuras sociales predominantes y, a su vez, intentó forjar una nación a partir de un segmento excluido de la población. Su finalidad fue construir un Estado operativo que defendiese los intereses económicos de sus miembros [“intereses de una burguesía no-industrial ante un Estado débil en una sociedad predominantemente rural”].

LA SOCIEDAD CIVIL

Lo novedoso del Partido Civil fue el hecho de que fuese una agrupación que sabía ganar elecciones y votaciones en el Congreso [1871-1872, algunas en los años 70] mediante tres aspectos fundamentales: la sociedad civil y su experiencia organizativa; el Congreso y las elecciones que permitió una solidez frente a otros grupos parlamentarios; y, finalmente, la presidencia de Manuel Pardo, donde se emplearon instrumentos de poder público para obtener partidarios y aislar enemigos.

La sociedad civil vivió cambios importantes durante la primera mitad del XIX. El surgimiento de una prensa que permitía debates luego de la independencia fue relevante en este aspecto pues significó una ruptura con el Antiguo Régimen. El Partido Civil tuvo especial éxito en su presencia en la opinión pública [poseía a militantes que eran escritores principales de diarios de la época] pero lo especial del partido fue su relación en el mundo de las asociaciones.

Estas asociaciones tenían un perfil muy claro en la sociedad civil. En primer lugar, aparecieron las sociedades anónimas. De 1864 a la década de los 70 el número de bancos, compañías de gas, seguro, telégrafo y vapores se multiplicó e incluso aparecieron nuevas empresas en la industria de refinamiento de azúcar, producción de hielo y suministro de agua, minería y otros recursos. La colaboración entre los empresarios creó un grupo de compañías entrelazadas entre ellas, formando así una red de empresarios que se encontraban regularmente en juntas de accionistas y eran conscientes de su dependencia mutua.

Por otro lado, la burguesía formó asociaciones de ocio, encargadas de crear un espacio de entretenimiento fuera de la casa para pasar el tiempo libre. Las más importantes e íntimamente relacionadas a la élite fueron el Club Nacional y el Club de la Unión. Estos espacios fomentaron el sentido de pertenencia a un lugar común, el espacio social donde los “nueva” clase social dominante en Lima podía encontrarse. Hasta antes de la aparición de estos espacios había solo una construcción teórica de esta clase, pero una vez aparecidos estos clubes la “materialización” de la clase alta pudo expresarse. De esta forma, como indica el autor, “ambas instituciones contribuyeron de manera sustancial a la imagen que la nueva clase alta tenía de sí misma”.

También surgieron otras asociaciones con fines específicos [educación, protección-bomberos] mas los miembros de estas asociaciones pertenecían a diferentes estratos sociales. Estos grupos contribuyeron a que se formase una red de comunicación y vinculación entre la clase alta y media en Lima.

Además de estas tres asociaciones, fueron de especial importancia las que tuvieron fines políticos. Destaca aquí la Sociedad Amiga de los indios (SAI) que llegó a tener a hasta 70 representantes de la clase alta y cuyos objetivos fueron, principalmente, “mejorar la suerte del indio y apoyar al presidente Mariano Ignacio Prado”. Como Mücke señala, aunque no cumpliese ninguno de estos propósitos y desapareciera en 1868, fue un “hito” en el desarrollo de la sociedad civil: fue la primera fundada para influir en la política gubernamental. Esta junta creo mecanismos para que los ciudadanos participaran en la toma de decisiones.

En síntesis, para el momento en el que surgió el Partido Civil, los clubes y organizaciones ya habían creado “una esfera pública que ahora insistía en que las cuestiones significativas para la sociedad como un todo ya no estaban separadas del discurso público”.

LAS ELECCIONES

El Partido Civil fue fundado como Sociedad Independencia Electoral en 1871, un club electoral [cosa muy común en la época] que tenía como objetivo apoyar la candidatura de Manuel Pardo [incluso su fundación coincidió al mismo tiempo con el anuncio de la candidatura]. Aunque a inicios de su aparición “nadie se imaginase que la Sociedad Independencia Electoral iba a transformarse en uno de los más importantes partidos políticos en la historia del Perú”, tanto el éxito de Pardo en las elecciones como la estabilidad parlamentaria se debieron a un sinnúmero de contactos y amistades políticas que se construyeron durante la prolongada carrera electoral que se convirtió en la base del Partido Civil.

Dicha red no fue formada solo por la Sociedad, sino por un gran número de clubes tanto en Lima como en provincias. Los pardistas utilizaron sus puestos de mando para ganar y organizar apoyo para el candidato. En Lima, consiguieron apoyo tanto en las universidades [Club Universitario] como en las FF.AA [club militar Dos de Mayo] u otras instituciones. Dichos clubes no eran una expresión democrática o pretendían incluir a toda la sociedad peruana, sino que eran un fiel reflejo de las estructuras jerárquicas de la sociedad peruana. De la misma forma, los clubes en las provincias fueron muestras de las estructuras sociales imperantes en los lugares [los clubes estaban conformados en su mayoría por notables]. Sin embargo, en ningún lugar se fundaron tantos clubes y comités de apoyo a la candidatura de Pardo como en Lima.

Las reuniones privadas de los clubes electorales permitían a sus miembros expresar su lealtad política como establecer los asuntos organizativos de las elecciones. En ciudades importantes [Lima, Arequipa, Cuzco] los clubes desarrollaron variadas actividades como marchas callejeras. En 1871 llegaron a organizar marchas con casi diez mil personas. Esas manifestaciones demostraron cuán capaz eran los pardistas de llevar a la gente a la calle [además del orden y la disciplina], algo esencial para el día de los comicios.

Pardo también coordinó directamente las actividades de sus seguidores en la campaña por todo el país, lo que le produjo una inmensa correspondencia. Envió 634 cartas tan solo entre el 1 de mayo y el 5 de junio y entre el 12 y 27 de julio remitió 381 [promedio de casi veinte cartas al día]. Estas cartas eran consideradas por muchos de sus partidarios como una forma de contacto personal para ganar gente a la causa.
La campaña, como enorme esfuerzo de comunicación, también logró reforzar o crear nuevos vínculos. Pardo enviaba copias individuales de sus atados de periódico o artículos publicados en El Comercio a algunos votantes en los pueblos.
El día de las elecciones primarias [colegios electorales] los pardistas lograron movilizar a miles de personas en el país. No hubo ciudad donde la candidatura de Pardo estuviese ausente. De este modo, los pardistas ganaron casi todas las votaciones y salieron triunfantes de las elecciones de 1871-1872. Este resultado era el premio por un esfuerzo organizativo nunca antes visto en el Perú.

Ya que cada dos años se renovaba a un tercio del Congreso y por aquella época las campañas electorales duraban muchos meses, los civilistas mantuvieron sus redes de comunicación y organización para asegurarse las siguientes elecciones. Sin embargo, las elecciones de 1873 y 1875 no fueron tan difíciles pues gracias a que Pardo ya era presidente del país, contó con las fuerzas policiales y militares del país. Esto cambió durante 1876, cuando Mariano Ignacio Prado asumió la presidencia y exilió del país al líder civilista. Las elecciones de 1877, por tanto, se parecieron mucho a las de 1871 pues la red de contactos se estrechó para contrarrestar los esfuerzos del presidente y; sin embargo, se diferenciaban de las primeras elecciones pues estaban dirigidas ya no por Manuel Pardo sino por una Junta Directiva. Las estructuras electorales todavía se mantuvieron después de las elecciones para impedir que el Presidente comprase o atemorizara a los congresistas civilistas.

Así, en la primera parte de 1878 la Junta Directiva se reunía diariamente como lo había hecho durante la campaña electoral de 1877 y creó una oficina supervisada por Manuel María de la Valle para supervisar la correspondencia, introdujeron las “suscripciones voluntarias” entre los simpatizantes del partido, enviaban periódicos a los diputados/candidatos que no vivían en Lima y amasaron un tesoro con la cantidad de retribuciones que financiaba todas estas actividades. De esta forma, la Sociedad Independencia Electoral se había transformado en un partido político, pues “ya no se limitaba a solo organizar campañas electorales sino que funcionaba como un aparato político destinado a apoyar a los congresistas civilistas desde la sociedad civil”.

EL CONGRESO

Fue importante en el surgimiento y desarrollo del Partido Civil. Durante la década del 70 el poder legislativo tuvo una gran estabilidad en sus actividades parlamentarias no solo a nivel de los civilistas, sino en general [¿?]. La Constitución de 1860 se mantuvo vigente entre 1868 y 1879 y en este periodo el Congreso pudo reunirse sin interrupciones y siguiendo un proceso establecido, lejos de los violentos cambios de gobierno y las asambleas constituyentes continuas que solían caracterizar al país.

Los diputados y senadores asociados al Partido formaron grupos estables durante la década del 70. Esto ya se puede demostrar incluso en el periodo presidencial de Manuel Pardo en 1872: este contó con el apoyo del Congreso en, sobre todo, la Cámara de Diputados [casi el 50% de los votos eran regulares y a su favor]. Este poder no era solo por número de votantes, sino también por la cohesión en las votaciones. Esta hegemonía en la cámara de Diputados no se repitió en el Senado. No obstante, lograron reunir pequeños grupos en todos los periodos legislativos que votaban en el mismo sentido. Mantener la cohesión partidaria fue un asunto fundamental para los líderes civilistas.

En las elecciones de 1877-1878 el presidente Prado estaba decidido a evitar una mayoría civilista, pues la mayor parte del Partido Civil no estaba de acuerdo con él. Para ganarse la confianza de los congresistas, tanto Prado como los líderes civilistas les invitaban a banquetes que se celebraban a casi la misma hora. Esto permitía advertir qué bando tenía la mayoría. El Partido Civil también cortejó a los parlamentarios con dinero y propiedades.

Estos acuerdos establecidos eran tantos que resultaba evidente que el Partido Civil terminaría obteniendo la mayoría en ambas cámaras. Para asegurarse de que esta mayoría lograría imponer sus ideas en el Congreso, los líderes del Partido Civil debían asegurarse del voto uniforme de los parlamentarios. La primera gran decisión fue la de elegir mesas directivas en cada cámara: el Partido logró vencer en ambas y colocó a miembros suyos en los cargos de presidente, vicepresidente y secretarios en ambos cuerpos. Ya que perdió su mayoría en el Senado por conflictos internos, se decidió a mediados de 1878 construir un comité que asegurase que las disputas en adelante fueran resueltas dentro del partido. Así, a fines de agosto de ese año el partido no solo dominaba las votaciones en el Congreso sino que había creado mecanismos para asegurar la mayoría[1].

Estos cambios en la forma de hacer política también se expresaron en las denominaciones de los actores. Hacia 1877 y 1878 la “Sociedad Independencia Electoral” comenzó a llamarse “partido Civil”, “Partido Civil”  y, eventualmente, comenzó a llamarse a los adeptos al movimiento político como “miembros del partido civil”. Según el autor, las variantes en el vocablo eran muestra de que el partido era un fenómeno nuevo. Hasta antes de los civilistas, ningún otro nombre de partido político había tratado a sus miembros como militantes de un “-ismo” [ese sufijo comúnmente se usaba solo para los seguidores de un caudillo][2].

La fuerza del Partido estaba justamente en sus características de partido: cierto grado de organización, estructuras de mando, financiamiento y comunicación. Los lazos entre líderes y seguidores no eran simplemente personales sino que habían evolucionado hacia un nivel institucional o partidario: “El Partido Civil era como la suma del poder que cada uno de sus miembros tenía”. También logró unir a muchos notables bajo la base de un solo modelo institucional: ya que el apoyo de ellos estaba garantizado por distintos mecanismos, los líderes del partido tenían un poder más estable que los de cualquier otra fuerza política. Otras fuerzas, al igual que los comienzos de la Sociedad Independencia Electoral, tenían solo redes estrictamente personales de confianza que tendían a cambiar. Como sostiene Mücke, “cuando el Partido Civil logró mantener su red de alianzas y desvincularla de la persona de Manuel Prado se transformó en un partido político moderno”. Incluso lejos de Lima, había una lealtad al partido que permanecería inmutable incluso con el cambio de líder.

Este nivel organizativo asustaba a sus competidores contemporáneos. En 1878 con el tácito apoyo del presidente Prado, se comenzó a exigir un recorte de poder del Congreso. Frente a esto, los congresistas civilistas presentaron una declaración que pretendía defender el rol de los partidos políticos mediante la idea de que los intereses políticos se organizaban en partidos para el bienestar general de la sociedad republicana. Los civilistas ya empezaban a defender la idea liberal de los intereses políticos competitivos.

LA POLÍTICA DE MANUEL PARDO 1872-1876

Como ya se ha indicado antes, la transformación a un partido político se dio después de la presidencia de Manuel Pardo. La red de lealtades políticas que luego evolucionaría al Partido Civil cubrió a Pardo durante la campaña electoral y durante su periodo presidencial. Pardo podía nombrar a muchos de sus partidarios en todos los niveles de la administración pública. Con el nombramiento de sus allegados pagaba el apoyo recibido durante la campaña y a su vez se aseguraba que la administración pública le iba a ser leal. Se recomendaba a una persona a cargos como prefecto o subprefecto porque era “partidario del presidente”[3].

Manuel Pardo transformó aquella red de clubes electorales encabezados por notables provinciales en una estructura de poder público para asegurar su poder en las regiones. Como presidente, mantuvo buena parte de su correspondencia con la diferencia de que ahora se escribía no con los líderes de las campañas, sino con los prefectos [correspondencia de carácter administrativo] y dejó de escribir a gente de poca importancia.

El trabajo de los prefectos era también el trabajo del partido. Tal como Pardo había cambiado a gran parte de prefectos y subprefectos al asumir el poder, era lógico que igual suerte irían a correr los seguidores pardistas si un enemigo tomase el poder. Por ello estuvieron interesados en apoyar a Pardo y el aparato partidario que se levantó desde Lima tuvo su apoyo y complacencia. Además de los prefectos, muchos seguidores buscaron una alianza con Pardo para solicitarle un favor [redes personales de lealtad que en ocasiones duraban mucho tiempo].

Esta red no tenía un fin pragmático específico: los pardistas podían tener ideas políticas muy distintas.  Tomando en cuenta tanto a los motivos para aliarse con Pardo como a la falta de ideas políticas comunes entre sus seguidores, es evidente que no hubo medidas políticas  eficientes durante aquel gobierno que pudiesen cambiar al país, no se implementaron cambios relevantes en ningún campo.

En resumen, el gobierno de Pardo fue crucial para el surgimiento del Partido Civil pues otorgó continuidad a la red política aparecida en 1871. Sin embargo no fue importante para el desarrollo político del Perú.

EL PERFIL SOCIAL DEL PARTIDO CIVIL

En la segunda mitad de los años setenta, la red de lealtades formada durante el gobierno de Manuel Pardo se transformó en un partido político. Fue la Junta Directiva del club Sociedad Independencia Electoral la que firmó en 1875 la declaración electoral de Mariano Ignacio Prado. Los más cercanos seguidores de Pardo le habían reemplazado: en vez de una red de lealtades personales había surgido un partido político.

El cuerpo dirigente de dicho partido era la Junta Central, cuyos miembros eran nominados por ella misma y contaba con, por lo menos, dos representantes en cada departamento. Los miembros debían residir en Lima y su tarea principal era promover clubes electorales en departamentos, provincias y distritos.

Esta junta seleccionaba una Junta Departamental en la capital local de cada departamento. Allí también debía haber representantes de cada provincia y sus integrantes debían residir en las capitales de los departamentos.

Ellos designaban a personas en cada provincia que debían fundar una Junta Provincial, a cada miembro de esta sección se le debía asignar cincuenta a cien partidarios.

En resumen, se trató de una organización centralista y autoritaria. Los integrantes no eran elegidos sino nombrados por el órgano inmediatamente superior y la dirigencia nacional del partido estaba exclusivamente conformada por residentes en Lima que pretendían conocer y representar los intereses de todo el país.

Analizando la posición económica de los nombres presentes en las actas de fundación de la Sociedad Independencia Electoral y las actas del Comité Directivo de la Junta Central y otras juntas se llega a 272 personas [de las que se tiene datos de 209]. Tras analizar la posición social de ellas, se concluye que el Partido Civil fue la agrupación política de las clases altas y educadas, sin representación importante del artesanado y mucho menos de las clases bajas. Cuarta parte de las personas perteneció a la clase alta, otra cuarta parte a una especie de “clase académica” y otra a la clase media. Menos de la cuarta pate perteneció a las FF.AA y apenas siete miembros provenían del artesanado.

Sin embargo, el Partido Civil dependió de los artesanos tanto en las elecciones como en otros comicios y contiendas políticas ya que no era popular entre las clases humildes. Para controlar el resentimiento social de las clases bajas en Lima, el partido necesitaba el apoyo de los artesanos para ganar al menos una parte de dichas clases para la causa. Para esto, se fundó en 1873 un periódico con el nombre El Artesano mas tuvo una corta vida. Su sucesor El Obrero duró mucho más tiempo y se publicó semanalmente entre marzo de 1875 hasta diciembre de 1877, Ambas publicaciones fueron producidas en imprentas de periódicos asociados al Partido Civil y defendieron tanto a las ideas como a los candidatos civilistas. Es importante; sin embargo, que la aparición de algunos artículos diera a entender que también los artesanos tenían intereses propios que defender.

El intento de la directiva civilista de ganarse al artesanado para su causa abrió, en defecto, un espacio para que este se expresara a favor de sus intereses y opiniones propias.

Aunque el Partido Civil logró movilizar a los artesanos a favor de ellos en las elecciones de la década de 1870, siempre se opuso a su ingreso al Congreso. Pese que no se les considerase como iguales, los artesanos sabían que eran indispensables al partido y, como tales, empezaron a exigir un rol más prominente en la vida política del partido. Poco a poco los civilistas cedieron a las presiones del artesanado y, de esta forma, la participación política en las ciudades se amplió.

Resumen

El Partido Civil fue el primer partido moderno en la historia del país. A diferencia de lo que antes se había llamado “partido”, el Partido Civil fue una organización con estructuras internas de comunicación y poder [cobraba cuotas a sus miembros, tenía canales propagandísticos, reunía dinero, coercionaba a diputados] y se podía hablar de “miembros” del partido.

Surgió en los años setenta del XIX. No se puede decir que se fundó en 1871 porque solo más adelante se formaron sus características. El fin de la presidencia de Pardo en 1876 y su posterior exilio fueron pasos claves para que el mando del partido se trasladara de una persona a un grupo directivo y cambiasen las características fundamentales de la agrupación. Recién se puede hablar de un partido moderno a partir de 1877.

No fue un proyecto político en el sentido de que alguien pudiese haberlo imaginado desde antes de su existencia. Surgió como consecuencia de las luchas políticas y sus exigencias, las elecciones y el trabajo en el Congreso [elecciones cada dos años con campañas prolongadas]. Quienes se unieron para apoyar a Pardo en la campaña de 1871-1872 se volvieron a unir cada dos años para apoyar a candidatos de su entorno. También era necesario cerrar filas en el Congreso para ganar las votaciones en ambas cámaras. Por todo esto, el trabajo electoral fue paralelo al trabajo del Congreso por casi una década. El Partido como tal fue resultado de la contienda electoral y parlamentaria lo cual, según el autor, subraya la importancia de estas instituciones para la vida y cultura política del país.

El Partido defendió ideas liberales [economía de mercado y Estado de derecho-Estado fuerte] porque la burguesía limeña deseaba controlar el aparato estatal del Perú. Los civilistas confiaron en el mercado y consideraron que el Estado solo proporcionaba el marco para que las personas desarrollasen sus proyectos para provecho propio. Por ello, durante el gobierno de Pardo no se desarrolló una política desarrollista: dejó al país como estaba esperando que cambiase por sí mismo (lol). La realidad nacional no cambió con Pardo.
Además, el Partido fue el partido de la burguesía limeña. Los grupos más importantes que lo compusieron y controlaron fueron la clase alta limeña [banqueros, comerciantes, hacendados]; clase académica [profesionales, profesores universitarios, administradores de alto nivel]; ejército, marina y clase media [rol subordinado] y artesanado [no papel destacado pero logró movilizarlo en campañas electorales].
Tuvo muchos vínculos y contactos en el país pero mantuvo siempre su control y directiva en Lima por la experiencia asociativa [económicas, sociales, educativas y políticas] de la burguesía limeña. 

Con este Partido la burguesía intentó dominar al país. Sus líderes se consideraban lo suficientemente capaces para dirigir un partido propio y capaz de integrar en posiciones subalternas a otros grupos del país. Estableció vínculos estables con un gran número de notables y artesanos en Lima y otras ciudades pero fue siempre un mismo grupo limeño el que tomó las decisiones. El partido fue nacional [logró crear alianzas con notables poderosos en todas las provincias] y centralista [no defendió algún otro interés que no fuera el de la burguesía limeña] a la vez.

Por ello el Partido Civil representa un momento especial en la historia del país: pocas veces la burguesía limeña se sintió tan fuerte frente a todos. El Partido Civil antes de la Guerra con Chile representó el gran momento político de la burguesía limeña.




[1] Banquetes y pagos a congresistas; votaciones internas para resolver diferencias
[2] “Pierolista”, etcétera
[3] En vez de meritocracia, clientelismo político

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