Jorge
Basadre subraya la importancia de este episodio, porque relaciona con el
triunfo de la Coalición Nacional dirigida por Piérola. En 1895 se ponen los
cimientos de una obra duradera que con omisiones e imperfecciones nos permitirá
una larga fase de auténtico y sostenido progreso.
Sale elegido el general Cáceres en las elecciones de 1886. Piérola al
ver que no había lugar para una candidatura de oposición escribió un mediato
documento a sus correligionarios diciendo que su abstención electoral sería
suprimida.
Al terminar Cáceres su mandato en 1890 organizó las cosas de tal manera
que el coronel Morales Bermúdez ocupará la jefatura del Estado.
Cáceres compartía objetivos con Gonzales los cuales eran que no
importaba sacrificar la libertad política si a cambio se aquietaba al país.
Piérola, al frente del Partido Demócrata, estuvo en el proceso electoral
de 1890 para demostrar que tenía respaldo popular sin embargo fue apresado
injustamente.
El 23 de julio de 1890 se acordó mediante un acta no reconocer como
sucesor del general Cáceres sino al coronel Morales Bermúdez.
Una idea clara que tenía Cáceres era la de cambiar la Constitución de
1860 por una que permitiera reelección.
A mediados de 1892 el club “Vanguardia” lanzó la candidatura
presidencial del héroe de La Breña; luego se fundó “Sociedad Unión Militar” que
proponía hacer la defensa de los derechos y sostener al partido de Cáceres y su
candidatura presidencial.
En este clímax fue que surgió el “Circulo Parlamentario” cuyo jefe era
Mariano Nicolás Valcárcel. También nace la Unión Cívica (controlaba las dos
cámaras del Congreso) a la cual se le oponía la Unión Militar (cacerista).
Esta guerra civil peruana tuvo su origen en el alzamiento popular contra
el segundo gobierno de Cáceres. Fue
encabeza por el caudillo Nicolás de Piérola. Se
formó así la Coalición Nacional, que agrupaba nada
menos que a civilistas y demócratas, los adversarios más enconados de la
historia política peruana.
El movimiento no tenía todavía un jefe ni una
dirección, pero entonces se encomendó a Guillermo
Billinghurst para que fuera a
Chile a buscar a Nicolás de Piérola, que desde 1891 se hallaba desterrado, él
acepto y se inició el movimiento bajo su liderazgo.
El 4 de
noviembre de 1894 lanzó
un "Manifiesto a la Nación", asumiendo el cargo de "Delegado
Nacional". Sostuvo que la sublevación era indispensable para restablecer
el imperio del orden.
Nicolás de Piérola fue ungido
como presidente de la República el 8
de septiembre de 1895. Hizo una
gestión notable, constituyéndose en el verdadero artífice de la Reconstrucción
Nacional iniciada tras la
catastrófica Guerra del Pacífico.
Inauguró a la vez un periodo de estabilidad política conocida luego como la República
Aristocrática, que se prolongaría durante las dos primeras décadas del siglo XX.
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