lunes, 20 de noviembre de 2017

La Primavera Democrática


Primer Gobierno de Manuel Prado Ugarteche (1939-1945)

En 1939, con la llegada al poder del abogado Manuel Prado Ugarteche, hijo del expresidente Mariano Ignacio Prado, el Perú retorna a un periodo de gobiernos democráticos que duró por casi una década. Es una época de relativo respeto a las libertades democráticas, lo que se tradujo en cierta tolerancia política tanto a los apristas como a los comunistas. Este gobierno se va a caracterizar por un respeto relativo a los derechos democráticos; sin embargo, esto no va a evitar que se sigan produciendo algunos hechos de violencia política. El Partido Aprista, que había logrado reorganizarse, fundó la Central de Trabajadores del Perú (CTP) con lo cual logró controlar a los principales sindicatos de trabajadores.

Un acontecimiento de suma importancia fue la Guerra con el Ecuador en 1941. Tras varios años de infructuosas negociaciones entre ambos países por solucionar los problemas fronterizos, a comienzos de julio de 1941 tropas ecuatorianas atacaron posiciones peruanas. Las Fuerzas Armadas peruanas, al mando de los generales Eloy Ureta (Agrupamiento del Norte) y Antonio Silva Santisteban inician la contraofensiva. Ureta derrotó a los ecuatorianos en la Batalla de Zarumilla (23 -25 de julio) e ingresó a territorio ecuatoriano. Silva Santisteban expulsó a los ecuatorianos de toda la selva norte del Perú desde la Cordillera del Cóndor hasta el Río Putumayo. Finalmente, en octubre de 1941, Perú y Ecuador firman el Acuerdo de Talara y se crea una zona desmilitarizada. Estados Unidos, Brasil, Chile y Argentina son elegidos como países mediadores y luego se convertirán en los países garantes del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942. Este Tratado fue firmado por Alfredo Solf Muro a nombre del Perú y Julio Tobar Donoso a nombre de Ecuador. El Perú cedió a Ecuador los territorios de Quijos y Sucumbíos; Ecuador tendría libre acceso a la navegación por el Amazonas y sus afluentes septentrionales. El Perú no cobra indemnización de guerra.

Se padeció los efectos de la Segunda Guerra Mundial, que van a ser tanto positivos como negativos en el Perú. Así pues, se incrementan el valor y el volumen de nuestras exportaciones de materias primas, lo cual generó un mayor ingreso de divisas para el país. Pero, por otro lado, se reducen dramáticamente la cantidad de importaciones de productos manufacturados, lo cual provocó una terrible escasez de medicinas, alimentos envasados, etcétera. Ante tal situación, el gobierno se vio obligado a promover una política de sustitución de importaciones; esto benefició a los industriales peruano quienes, a través de la Sociedad Nacional de Industrias, le brindan su apoyo al gobierno de Prado. Se mantendrá una política de acercamiento a los Estados Unidos durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, que llevó al Perú a declararles la guerra a los países de Eje. Otras obras y acontecimientos: Se funda la Corporación Peruana de Aviación Comercial, la Corporación Peruana del Amazonas. El censo de 1940 (la población del Perú llegó a poco más de 6 millones de habitantes). Se produjo el incendio de la Biblioteca Nacional en 1943 y se le encarga al historiador Jorge Basadre su reconstrucción.

Finalmente, en 1945 llegaba a su fin el gobierno de Manuel Prado, produciéndose las elecciones presidenciales a las cuales se presentan como candidatos el General Eloy Ureta, quien representaba a los sectores conservadores, y el José Bustamente y Rivero, candidato del FREDENA (Frente Democrático Nacional), que es una coalición de partidos liderados por el Partido Aprista. Los resultados favorecieron a Bustamante, con lo cual los apristas tienen acceso al poder por primera vez en su historia.


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 Gobierno de José Bustamante y Rivero (1945-1948)

Su gobierno se caracterizó por carecer de fuerza política por lo cual el país vivió un clima de inestabilidad. El Partido Aprista alcanzó la mayoría en el Congreso, desde el cual trataron de controlar el accionar del gobierno. Asimismo, van a copar importantes áreas de la administración pública en donde se dan supuestos actos de corrupción. Se desatan conflictos laborales promovidos por la Federación Agraria y la Confederación de Campesinos del Perú, de filiación aprista. Se aprobó la ley del yanaconaje, que abolía este sistema servil en las haciendas de la Sierra. Se firma el Contrato de Sechura con la IPC y se estableció la Empresa Petrolera Fiscal. La obra más importante fue el Decreto 781, de agosto de 1947, con el cual se proclama la soberanía y jurisdicción del Perú sobre las 200 millas marítimas desde la superficie hasta el fondo marino.

Para, 1947, el Congreso, sin mayoría parlamentaria, se vio obligado a declararse en receso. Meses antes, en enero de ese año, había sido asesinado el director del diario “La Prensa, Francisco Graña Garland y fueron acusados de este crimen los apristas Alfredo Tello y Pretell. En 1948, prosiguieron los actos de sabotaje aprista que trataban de derrocar al régimen. En julio se produjo una fracasada sublevación de Alfonso Llosa en Puno y, en octubre, se reprimió un intento de sublevación de la Marina en el Callao, promovida por apristas. Estos hechos provocaron que el APRA fuese declarado fuera de la ley. Ante tal situación de caos, el 27 de octubre de 1948, Bustamante fue derrocado por un “Movimiento Restaurador” liderado por el General Manuel Odría.
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LECTURA:
“Los Orígenes de la Unión Revolucionaria en 1931”
El acto político de L. M. Sánchez Cerro dirigido desde Arequipa, el levantamiento militar del 22 de agosto de 1930 que derrocó a Leguía, será la base esencial de la construcción de su liderazgo, tanto popular como al interior del Ejército en una coyuntura política especialmente crítica y muy precaria, en cuanto institucional política, como consecuencia de la autocracia leguiista y de su ocaso.

Sánchez Cerro aparece entonces, el 22 de agosto de 1930, como una suerte de reorganizador tanto del Estado en general como de las Fuerzas Armadas en particular luego de un oncenio autocrático y gravemente postrado a los enclaves monopólicos extranjeros,  a las ambiciones de expansionismo territorial del Estado colombiano así como a la entrega definitiva de Arica y Tarapacá al Estado Chileno.

Así pues, Sánchez Cerro derroca un régimen político muy desprestigiado, tanto por su carácter dictatorial como por la corrupción que evidenciaba y por su explícito entreguismo territorial y económico. De allí entonces las condiciones para la construcción social de su carisma desde la mirada, sensibilidad e imaginario popular. Además, Sánchez Cerro era un personaje lo suficientemente audaz y temerario como para que su discurso moralizante, constitucional, descentralista y redistribucionista (Manifiesto de Arequipa del 22 de agosto) tuviera una enorme legitimidad popular, el cual fue interpretado  multitudinariamente como de una valentía y consecuencia extraordinarias.

Es decir, su discurso va así a tener una credibilidad insospechada. Además, la figura racial cetrina y mestiza del personaje y sus modales campechanos así como sus actitudes <<populacheras>> y su lenguaje directo y sencillo viabilizaron una rapidísima sintonía y empatía con aquellas multitudes populares que vieron en él lo que buscaban, una suerte de héroe y líder popular, incluso de <<salvador>> del país en una situación política sumamente crítica.
De allí que la figura de Sánchez Cerro es decisiva y es mucho más que la de un caudillo tradicional o la de un militarte cuartelero y golpista. Se trata pues, desde la perspectiva de esas multitudes que lo apoyaron incondicionalmente, de un mesías político, de una suerte de <<santo justiciero>>, de un <<salvador de la patria>>.

Molinari, Tirso. El fascismo en el Perú. La Unión Revolucionaria, 1931-1936. Lima: UNMSM, Pp: 18-19.

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