Este libro aborda la actividad
evangelizadora de los misioneros franceses en sus colonias, principalmente en
Indochina, Tahití, Marquesas y Madagascar, y que habían recibido una dura
crítica por parte del debate mundial. Desde 1880 a la primera Guerra Mundial Francia ha
llevado a cabo tanto una política colonizadora, como civilizadora, por medio de
la difusión de las misiones
evangelizadoras francesas a lo largo de sus colonias, fundamentalmente de misiones
religiosas cristianas, que se han encargado de llevar la cultura y la educación
francesas a otras partes del mundo.
Los misioneros religiosos afirman haber
logrado en las colonias un anhelo patriótico francés, una determinación de
servir a Francia fuera de sus fronteras, destacando su labor en la creación de
escuelas, en la creación de programas sociales y difundiendo la civilización en
el orbe conocido.
En mayo de 1894, se produjo en Lyon una
exposición en donde los misioneros católicos aprovecharon la ocasión para
exponer sus trabajos en las colonias. De esta manera los visitantes podían
apreciar y resaltar la ardua labor de las misiones, ya que además en dicha
exposición se procuraba destacar la contribución de la Iglesia en la labor
civilizadora del mundo, lo cual se hacía con fuertes intereses políticos a
favor de la misma Francia. Se presentaba la idea que fueron las misiones, incluso
mucho antes que el mismo comercio mercantil o que el mismo gobierno francés,
quienes habían penetrado en estos salvajes confines de la tierra, llevando lo
más excelso del desarrollo humano: la religión. El cual tenía un mayor mérito
al haber sido una colonización pacífica.
Todo ello con un evidente esfuerzo
político por dejar a Francia bien aireada luego de la lluvia de críticas que su
política colonizadora acarreó. Así se presentaba esta colonización como una en
la cual se difundió la palabra sagrada en el mundo y se convirtió a los paganos
a la religión católica, se enseñó catecismo y se civilizó a las poblaciones salvajes.
Logros tales que trataban de ocultar la política agresiva de adentramiento hacia
estas poblaciones, y que procuraban un cambio en la percepción política del
dominio francés en sus colonias.
De esta forma se procuraba hacer
percibir la colonización como una empresa religiosa más que política, como una
vocación de los cristianos franceses por difundir la palabra de Dios a toda la
población mundial, aún cuando esta se encuentra en una situación hostil. Exposiciones,
ferias, museos, libros de Historia serían el vehículo por medio del cual se
difundirían estas ideas. A su vez, aparte de desviar la crítica, este enfoque
de colonización buscaba atraerse de cuantiosas donaciones, que verían en las
misiones francesas un sitial para la salvación.
Un elemento importante para la difusión
de estas ideas fue la utilización de los libros de Historia. En estos textos,
como en otros, se difundía de una manera educativa y entretenida la imagen de
una Francia civilizadora, siendo el misionero un ícono nacional, un héroe
francés, susceptible de ser admirado. Al misionero se lo presentaba como un
sujeto humanitario, filantrópico, que cualquier quisiera emular. Estos libros
buscaban exaltar el patriotismo francés en quienes los leían y de cambiar la
visión que de la cruel colonización francesa se tenía.
DAUGHTON,
J. An empire divided: religion, republicanism, and the making of french
colonialism, 1880-1914.
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