Los testigos
arqueológicos más antiguos hallados recientemente en la zona maya, permiten
inferir una ocupación humana ininterrumpida, desde por lo menos el quinto
milenio antes de Cristo.
Las
características físicas de la familia maya resultan sumamente variadas, debido
sobre todo al mestizaje continuo con otros grupos étnicos. Por ello se ha
sugerido, de acuerdo con recientes investigaciones que, así como ocurre en lo
lingüístico, este grupo físico, más que divergir, converger al remontarse al
pasado. El empleo conjunto y adecuado de diversas fuentes de información (históricas,
arqueológicas, lingüísticas, epigráficas y etnológicas) ha permitido a los
especialistas señalar periodos históricos para el área maya, distinguiéndose
tres grandes horizontes culturales; el
Preclásico (?-150 d.c.) el clásico (292-900
d.c.) y el posclásico (900-1530 d.c.)
1. PERIODO PRE CLÁSICO
Algunos autores
han denominado Preclásico (150-300 D.C.) al periodo de transformaciones que más
tarde dio origen a la cristalización de la cultura maya; sin embargo, este
periodo presenta diferencias más bien cuantitativas que cualitativas: debido al
aumento de población, se percibe una fiebre constructiva, con el uso
generalizado de la bóveda y la erección periódica de estelas en las que
aparecen fechas y textos asociados con los hechos relevantes de los dirigentes.
Durante el
Preclásico inferior (hasta el año 800 a.c.) hubo pequeñas comunidades
autosuficientes, y en ocasiones sedentarias, quienes vivían de la caza, la
pesca y la recolección; estuvieron ubicadas principalmente en los litorales y
en las márgenes de los ríos. Ya desde entonces el maíz era parte fundamental de
la alimentación, junto con otros cultivos, como el frijol y la calabaza. El
Preclásico Medio, cuyas fechas finales se sitúan hacia 300 a.c., se
característica por un desarrollo agrícola que originó el aumento de la
población. Hay asentamientos importantes en las tres áreas: Sur, Central y
Norte.
A mediados de este
periodo se presentan elementos nuevos en el área maya, procedentes de la costa
del Golfo, que indican frecuentes relaciones entre los olmecas y los mayas. Del
Preclásico Superior (300 a.C.-150 d.c.) se dispone de mucha más información,
pues las excavaciones arqueológicas brindan un cuadro bastante completo del
mundo maya de entonces. Por ejemplo, en un entierro de Kaminaljuyú (Guatemala),
se encontraron vestigios que permiten reconstruir parte de la cultura material,
conocer algunos rasgos económicos y sociales e inferir ciertas concepciones
religiosas: 300 vasijas de excelente factura(algunas de ellas importadas de
lejanas regiones), ricos textiles de algodón, objetos de obsidiana, madera y
pirita, y una máscara cuyos rasgos se asemejarían a los del difunto, revelan la
importancia del individuo ahí sepultado, y la existencia de una sociedad
diferenciada, de especialistas dedicados a tareas no directamente productivas y
de un comercio en gran escala.
Además dos
elementos indican que las ideas religiosas ya eran bastante complejas: un esqueleto
de adulto es señal de que se sacrificaba a los esclavos para servir en la otra
vida a su amo; y una "piedra hongo”, que el uso de alucinógenos formaba
parte de ciertas prácticas religiosas.
Otro entierro, en
Tikal, presenta un elemento arquitectónico que posteriormente sería
característico de los mayas; la Bóveda en saledizo. Al generalizarse
el uso de la mampostería, se erigieron múltiples edificios, ocasionando el
florecimiento de grandes sitios como Tikal, Uxactún, Abaj Takalik, Dzibilchaltún,
Acaneh y Maní. Es muy probable que durante este periodo el complejo sistema
calendárico maya haya adquirido su forma definitiva, al incluir además de los
dos ciclos mesoamericanos de 260 y 365 días, la fecha 13.0.0.0.0.,4 Ahau, 8
Cuncho como punto de partida.
Los sacerdotes
mayas emplearon este sistema de fechamiento para anotar con toda precisión
diversos tipos de eventos, los cuales pueden ser conocidos gracias a múltiples
obras plásticas, principalmente esculturas en bajo relieve (estelas), en las
que generalmente aparecen representados los gobernantes en la cara anterior,
junto con textos de carácter cronológico en la posterior. Una de las más
antiguas es la encontrada en El Baúl, sitio de la costa del pacífico, cuya
inscripción parece utilizar un sistema cronológico similar al maya; si la
lectura es correcta, presentaría una fecha como el año 58 D.C.
2. PERIODO CLÁSICO
En este periodo de
seis siglos (300-900d.C.), la civilización maya alcanzó su máximo esplendor,
según lo muestran las grandes ciudades donde se hallan ejemplos de arquitectura,
pintura y cerámica realizados con destreza. Estos magníficos sitios evidencian
no solamente la excelencia del arte, sino también el desarrollo intelectual de
sus constructores.
Arquitectos;
astrónomos y matemáticos utilizaban una escritura de gran complejidad que aún
no es posible comprender cabalmente, y un sistema calendárico (más exacto que
el actual) que les permitía anotar con asombrosa precisión diversos hechos.
Al cabo de varios
generaciones, pacientes y observadores sacerdotes astrónomos descubrieron la
revolución sinódica de varios cuerpos celestes, alinearon muchos de sus
edificios y estelas conforme a los movimientos de los astrónomos descubrieron
la revolución sinódica de varios cuerpos celestes, alinearon muchos de sus
edificios y estelas conforme a los movimientos de los astros y anotaron con un
sistema vigesimal de numeración diversas fechas. Además, inventaron el cero.
Los logros intelectuales y artísticos de los mayas superaron a los de otros
pueblos americanos, y sólo pueden ser equiparados con pocas culturas del Viejo
Mundo.
A diferencia de
otras regiones mesoamericanas, es posible identificar con toda precisión al
periodo Clásico en el área maya, debido al uso ininterrumpido, en la mayoría de
los sitios de las Tierras Bajas, del sistema cronológico conocido como Serie
Inicial o Cuenta Larga. La inscripción más antigua que se conoce hoy en día, en
la que aparece una fecha con este sistema, es la estela 29 de Tikal, cuya
anotación cronológica corresponde al año 292 d.C. A partir de entonces, los
mayas, principalmente los del área Central, acostumbraron anotar periódicamente
diversos hechos en las estela, altares, dinteles, jambas y otros muchos pequeño
formato (cerámica y jade). Existen algunos sitios en los que se erigieron estelas
cada 20 años, en otros (Quiriguá y Piedras Negras, por ejemplo), cada 10 y aun
cada cinco. En ellas aparecen tallados los grandes gobernantes, y junto a ellos
la narración escueta de los acontecimientos significativos de su y su obra.
Es en el Clásico
Temprano cuando se propaga el sistema de escritura: hacia 450.d.C., tan sólo
hay inscripciones en unos 12 sitios; pero un siglo más tarde aparece ya no sólo
en la región aledaña al Petén, sino hasta en sitios tan lejanos entre sí como
Oxkintok (Yucatán) y Copán (Honduras). Al finalizar el siglo VI la escritura
estaba presente en prácticamente toda el área maya. El empleo de una escritura
compleja, el uso del calendario y la elaboración de magníficas obras de arte
revelan la presencia de especialistas de tiempo completo que dirigían el resto
de la población. Eran sacerdotes que para vincularse.
Directamente con
el ámbito de lo sagrado, debían conocer la periodicidad y movimientos de los
astros, saber leer y escribir, y comprender el funcionamiento de los diversos
sistemas para medir el tiempo, lo cual aseguraba el orden cósmico, cuyas leyes
habían sido desentrañadas por ellos y reflejaban los designios divinos. Así,
desde la perspectiva maya, el bienestar de los hombres y del mundo estaba en
manos de los sacerdotes, quienes además vigilaban el buen cumplimiento de los
ritos. Ellos eran los depositarios del saber. Por todo esto, recibían de la
población no sólo lo necesario para vivir, sino también los recursos para
realizar las obras materiales e intelectuales que garantizaran la preservación
del orden del universo. Los grandes centros ceremoniales que se construyeron
durante el clásico, son obra de un gobierno centralizado en los sacerdotes,
quienes dirigían la edificación de los recintos sagrados, los establecimientos
de carácter administrativo y las residencias de los gobernantes. Tikal,
Uaxactún, Copán, Yaxchilán, Piedras Negras, Calakmul, Tonina, Acaceh, Yaxuná,
Cobá, Oxkintok y Dzibilchaltún son algunos de los sitios construidos entonces,
en los que las grandes diferencias estilísticas reflejan la independencia
política de cada de esas ciudades. El clásico Tardío (600 a 900 d.C.)
señala el apogeo de la cultura maya.
Mientras en el
resto de Mesoamérica los grandes centros ceremoniales estaban despareciendo
(Teotihuacán y Monte Alban, entre otros) en el área maya se presentaba el
máximo esplendor. Seguramente hubo un importante aumento demográfico, como lo
demuestra la gran cantidad de asentamientos de aquel entonces que han sido
localizados, y que permiten inferir una población mucho más numerosa que la
actual, sustentada posiblemente en una agricultura intensiva y extensiva.
A la naturaleza de
cada índole de edificios corresponde un tipo específico de hallazgos. En los
palacios se han encontrado restos de cerámica ritual, jades y otros objetos que
no corresponden a actividades directamente productivas, lo cual indica que los
habitantes de los grandes centros ceremoniales (dirigentes, administradores,
sacerdotes, comerciantes y artesanos especializados) eran consumidores de
artículos de lujo. En cambio, en zonas que estuvieron ocupadas por la población
rural, aparecen instrumentos de trabajo y cerámica doméstica. Esto demuestra
que había surgido diestros trabajadores de la piedra, la madera, los textiles y
las plumas, quienes a menudo recibían las materias primas desde lejanas
regiones, conducidas por los comerciantes de productos exóticos; plumas de
quetzal, jade y oro, principalmente.
Algunos centros
políticos ejercían dominio sobre otros más pequeños, lo cual explica la
existencia de centenares de sitios de centenares de sitios entoda el área maya
(la península yucateca, la región del Petén, el valle del Montagua, la cuenca
del Usumacinta y la costa del Pacífico.). En esta vasta extensión se encuentran
millares de edificios techados con el sistema de bóveda maya, decorados con
excelentes obras plásticas. Los relieves de Palenque, los dinteles de Yaxchilán
y los murales de Bonampak son las muestras sobresalientes del arte maya de esa
época.
El aparente
equilibrio político, económico y social del área Central se vio interrumpido
hacia la última parte del siglo Vlll, de tal manera que en menos de 100 años,
como consecuencia de una serie de fenómenos internos y externos de índole
sociopolítica y económica hasta ahora abandonados. Este fenómeno, conocido como
el colapso maya, no se presentó ni en el área Sur ni en la septentrional.
Alrededor del siglo X se inició una serie de acontecimientos que condujo a la
conquista del área maya por extranjeros, produciendo una nueva cultura
"híbrida", de la que se conoce gran parte gracias a los escritos
históricos de Yucatán y de las tierras altas de Guatemala, que fueron transcritos
a caracteres latinos en los primero tiempos de la colonia. Los más importantes
son los LIBROS DE CHILAM BALAM de los yucatecos, en los que se encuentran las
profecías de los katunes, y el Popol Vuh de los quichés, donde se narra, además
de la cosmogonía, la historia de este pueblo.
3. PERIODO POST CLÁSICO
El inicio del
Posclásico lo marca el arribo al área maya de varios grupos de mayas
"mexicanizados" procedentes de la región de la laguna de Términos y
de las desembocaduras de los ríos Grijalva y Usumacinta: los chontales o
putunes, quienes decían tener como dirigente a Quetzalcóatl ("Serpiente
emplumada", personaje que entre los yucatecos se conocía con el nombre de
Kukuxklán y entre los quichés con el de Nacxit.)
El arribo de estos
grupos y el proceso de aculturación que entonces se inició, señalaba el
principio del Posclásico Temprano. Este periodo se caracteriza por la
preponderancia de estos extranjeros, quienes por razones comerciales y
valiéndose de métodos militares conquistaron los sitios estratégicos. (Chichén-
Itzá, Mayapán y Chipixab) y se convirtieron en los nuevos dirigentes. Afirmaban
que su poder provenía del propio Quetzalcóatl, quien se los había otorgado en
la ciudad de Tula (en el actual estado de Hidalgo).
El comercio era
entonces una actividad importante en la península Yucateca. Los nuevos
dirigentes se interesaron en realizar operaciones de intercambio entre el
Altiplano Central mesoamericano y Centroamérica. Algunos sitios se convirtieron
entonces en puertos comerciales, como Xicalango, Bakhalal y Chetumal. La
arqueología ha demostrado que muchos objetos suntuarios fueron objeto de
comercio: del cenote sagrado de Chichén-Itzá se sacaron piezas de oro
provenientes de Panamá, Costa Rica y aun de Colombia. Mientras tanto (1000-1520),
las tierras altas de Guatemala conocían una época de esplendor bajo el imperio
Quiché, cuya historia narrada en múltiples documentos indígenas, se puede
dividir en dos etapas: la formativa y la floreciente.
El periodo
formativo se inicia con la migración de los putunes (o chontales) de la zona de
la costa del Golfo hacia las Tierras Altas, donde sojuzgaron los habitantes que
hablaban quiché. Se conocen los hombres de los caudillos fundadores: Balam
Quitzé, Balam Ak ab, Majucutai e Iqui Balam; ellos establecieron el centro
político en Jakawitz e iniciaron la conquista de los pueblos vecinos. La
historia de la segunda etapa, se inicia con la expansión militar hacia el sur,
y la fundación de Ismachi y Klumarcaaj (Utatlán), teniendo como caudillo al
famoso gobernante Quiklab.
4. REFERENCIAS
De la Garza, Mercedes; Ilia Nájera Coronado, Marta
(2002). Religión maya. Colección: Enciclopedia Iberoamericana de
Religiones nº 2. Madrid: Editorial Trotta.
Fernández Tejedo, Isabel. El Ppolom, mercaderillo o regatón.
Arqueología Mexicana. Vol. V, 20, XI-XII-1998, p. 46-53. México:
Editorial Raíces
Nalda,
Enrique & Balanzario,
Sandra. La casa maya. Arqueología Mexicana, Vol. V, 28,
XI-XII-1997, p.6-13. México: Editorial Raíces.
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