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viernes, 8 de diciembre de 2017

Periodos de la la historia de la civilización Maya

Los testigos arqueológicos más antiguos hallados recientemente en la zona maya, permiten inferir una ocupación humana ininterrumpida, desde por lo menos el quinto milenio antes de Cristo.

Las características físicas de la familia maya resultan sumamente variadas, debido sobre todo al mestizaje continuo con otros grupos étnicos. Por ello se ha sugerido, de acuerdo con recientes investigaciones que, así como ocurre en lo lingüístico, este grupo físico, más que divergir, converger al remontarse al pasado. El empleo conjunto y adecuado de diversas fuentes de información (históricas, arqueológicas, lingüísticas, epigráficas y etnológicas) ha permitido a los especialistas señalar periodos históricos para el área maya, distinguiéndose tres grandes horizontes culturales; el Preclásico (?-150 d.c.) el clásico (292-900 d.c.) y el posclásico (900-1530 d.c.)

1. PERIODO PRE CLÁSICO

Algunos autores han denominado Preclásico (150-300 D.C.) al periodo de transformaciones que más tarde dio origen a la cristalización de la cultura maya; sin embargo, este periodo presenta diferencias más bien cuantitativas que cualitativas: debido al aumento de población, se percibe una fiebre constructiva, con el uso generalizado de la bóveda y la erección periódica de estelas en las que aparecen fechas y textos asociados con los hechos relevantes de los dirigentes.

Durante el Preclásico inferior (hasta el año 800 a.c.) hubo pequeñas comunidades autosuficientes, y en ocasiones sedentarias, quienes vivían de la caza, la pesca y la recolección; estuvieron ubicadas principalmente en los litorales y en las márgenes de los ríos. Ya desde entonces el maíz era parte fundamental de la alimentación, junto con otros cultivos, como el frijol y la calabaza. El Preclásico Medio, cuyas fechas finales se sitúan hacia 300 a.c., se característica por un desarrollo agrícola que originó el aumento de la población. Hay asentamientos importantes en las tres áreas: Sur, Central y Norte. 

A mediados de este periodo se presentan elementos nuevos en el área maya, procedentes de la costa del Golfo, que indican frecuentes relaciones entre los olmecas y los mayas. Del Preclásico Superior (300 a.C.-150 d.c.) se dispone de mucha más información, pues las excavaciones arqueológicas brindan un cuadro bastante completo del mundo maya de entonces. Por ejemplo, en un entierro de Kaminaljuyú (Guatemala), se encontraron vestigios que permiten reconstruir parte de la cultura material, conocer algunos rasgos económicos y sociales e inferir ciertas concepciones religiosas: 300 vasijas de excelente factura(algunas de ellas importadas de lejanas regiones), ricos textiles de algodón, objetos de obsidiana, madera y pirita, y una máscara cuyos rasgos se asemejarían a los del difunto, revelan la importancia del individuo ahí sepultado, y la existencia de una sociedad diferenciada, de especialistas dedicados a tareas no directamente productivas y de un comercio en gran escala.

Además dos elementos indican que las ideas religiosas ya eran bastante complejas: un esqueleto de adulto es señal de que se sacrificaba a los esclavos para servir en la otra vida a su amo; y una "piedra hongo”, que el uso de alucinógenos formaba parte de ciertas prácticas religiosas.

Otro entierro, en Tikal, presenta un elemento arquitectónico que posteriormente sería característico de los mayas; la Bóveda en saledizo. Al generalizarse el uso de la mampostería, se erigieron múltiples edificios, ocasionando el florecimiento de grandes sitios como Tikal, Uxactún, Abaj Takalik, Dzibilchaltún, Acaneh y Maní. Es muy probable que durante este periodo el complejo sistema calendárico maya haya adquirido su forma definitiva, al incluir además de los dos ciclos mesoamericanos de 260 y 365 días, la fecha 13.0.0.0.0.,4 Ahau, 8 Cuncho como punto de partida. 

Los sacerdotes mayas emplearon este sistema de fechamiento para anotar con toda precisión diversos tipos de eventos, los cuales pueden ser conocidos gracias a múltiples obras plásticas, principalmente esculturas en bajo relieve (estelas), en las que generalmente aparecen representados los gobernantes en la cara anterior, junto con textos de carácter cronológico en la posterior. Una de las más antiguas es la encontrada en El Baúl, sitio de la costa del pacífico, cuya inscripción parece utilizar un sistema cronológico similar al maya; si la lectura es correcta, presentaría una fecha como el año 58 D.C.

2. PERIODO CLÁSICO

En este periodo de seis siglos (300-900d.C.), la civilización maya alcanzó su máximo esplendor, según lo muestran las grandes ciudades donde se hallan ejemplos de arquitectura, pintura y cerámica realizados con destreza. Estos magníficos sitios evidencian no solamente la excelencia del arte, sino también el desarrollo intelectual de sus constructores. 

Arquitectos; astrónomos y matemáticos utilizaban una escritura de gran complejidad que aún no es posible comprender cabalmente, y un sistema calendárico (más exacto que el actual) que les permitía anotar con asombrosa precisión diversos hechos.

Al cabo de varios generaciones, pacientes y observadores sacerdotes astrónomos descubrieron la revolución sinódica de varios cuerpos celestes, alinearon muchos de sus edificios y estelas conforme a los movimientos de los astrónomos descubrieron la revolución sinódica de varios cuerpos celestes, alinearon muchos de sus edificios y estelas conforme a los movimientos de los astros y anotaron con un sistema vigesimal de numeración diversas fechas. Además, inventaron el cero. Los logros intelectuales y artísticos de los mayas superaron a los de otros pueblos americanos, y sólo pueden ser equiparados con pocas culturas del Viejo Mundo.

A diferencia de otras regiones mesoamericanas, es posible identificar con toda precisión al periodo Clásico en el área maya, debido al uso ininterrumpido, en la mayoría de los sitios de las Tierras Bajas, del sistema cronológico conocido como Serie Inicial o Cuenta Larga. La inscripción más antigua que se conoce hoy en día, en la que aparece una fecha con este sistema, es la estela 29 de Tikal, cuya anotación cronológica corresponde al año 292 d.C. A partir de entonces, los mayas, principalmente los del área Central, acostumbraron anotar periódicamente diversos hechos en las estela, altares, dinteles, jambas y otros muchos pequeño formato (cerámica y jade). Existen algunos sitios en los que se erigieron estelas cada 20 años, en otros (Quiriguá y Piedras Negras, por ejemplo), cada 10 y aun cada cinco. En ellas aparecen tallados los grandes gobernantes, y junto a ellos la narración escueta de los acontecimientos significativos de su y su obra.

Es en el Clásico Temprano cuando se propaga el sistema de escritura: hacia 450.d.C., tan sólo hay inscripciones en unos 12 sitios; pero un siglo más tarde aparece ya no sólo en la región aledaña al Petén, sino hasta en sitios tan lejanos entre sí como Oxkintok (Yucatán) y Copán (Honduras). Al finalizar el siglo VI la escritura estaba presente en prácticamente toda el área maya. El empleo de una escritura compleja, el uso del calendario y la elaboración de magníficas obras de arte revelan la presencia de especialistas de tiempo completo que dirigían el resto de la población. Eran sacerdotes que para vincularse.

Directamente con el ámbito de lo sagrado, debían conocer la periodicidad y movimientos de los astros, saber leer y escribir, y comprender el funcionamiento de los diversos sistemas para medir el tiempo, lo cual aseguraba el orden cósmico, cuyas leyes habían sido desentrañadas por ellos y reflejaban los designios divinos. Así, desde la perspectiva maya, el bienestar de los hombres y del mundo estaba en manos de los sacerdotes, quienes además vigilaban el buen cumplimiento de los ritos. Ellos eran los depositarios del saber. Por todo esto, recibían de la población no sólo lo necesario para vivir, sino también los recursos para realizar las obras materiales e intelectuales que garantizaran la preservación del orden del universo. Los grandes centros ceremoniales que se construyeron durante el clásico, son obra de un gobierno centralizado en los sacerdotes, quienes dirigían la edificación de los recintos sagrados, los establecimientos de carácter administrativo y las residencias de los gobernantes. Tikal, Uaxactún, Copán, Yaxchilán, Piedras Negras, Calakmul, Tonina, Acaceh, Yaxuná, Cobá, Oxkintok y Dzibilchaltún son algunos de los sitios construidos entonces, en los que las grandes diferencias estilísticas reflejan la independencia política de cada de esas ciudades. El clásico Tardío (600 a 900 d.C.) señala el apogeo de la cultura maya.

Mientras en el resto de Mesoamérica los grandes centros ceremoniales estaban despareciendo (Teotihuacán y Monte Alban, entre otros) en el área maya se presentaba el máximo esplendor. Seguramente hubo un importante aumento demográfico, como lo demuestra la gran cantidad de asentamientos de aquel entonces que han sido localizados, y que permiten inferir una población mucho más numerosa que la actual, sustentada posiblemente en una agricultura intensiva y extensiva. 

A la naturaleza de cada índole de edificios corresponde un tipo específico de hallazgos. En los palacios se han encontrado restos de cerámica ritual, jades y otros objetos que no corresponden a actividades directamente productivas, lo cual indica que los habitantes de los grandes centros ceremoniales (dirigentes, administradores, sacerdotes, comerciantes y artesanos especializados) eran consumidores de artículos de lujo. En cambio, en zonas que estuvieron ocupadas por la población rural, aparecen instrumentos de trabajo y cerámica doméstica. Esto demuestra que había surgido diestros trabajadores de la piedra, la madera, los textiles y las plumas, quienes a menudo recibían las materias primas desde lejanas regiones, conducidas por los comerciantes de productos exóticos; plumas de quetzal, jade y oro, principalmente.

Algunos centros políticos ejercían dominio sobre otros más pequeños, lo cual explica la existencia de centenares de sitios de centenares de sitios entoda el área maya (la península yucateca, la región del Petén, el valle del Montagua, la cuenca del Usumacinta y la costa del Pacífico.). En esta vasta extensión se encuentran millares de edificios techados con el sistema de bóveda maya, decorados con excelentes obras plásticas. Los relieves de Palenque, los dinteles de Yaxchilán y los murales de Bonampak son las muestras sobresalientes del arte maya de esa época.

El aparente equilibrio político, económico y social del área Central se vio interrumpido hacia la última parte del siglo Vlll, de tal manera que en menos de 100 años, como consecuencia de una serie de fenómenos internos y externos de índole sociopolítica y económica hasta ahora abandonados. Este fenómeno, conocido como el colapso maya, no se presentó ni en el área Sur ni en la septentrional. Alrededor del siglo X se inició una serie de acontecimientos que condujo a la conquista del área maya por extranjeros, produciendo una nueva cultura "híbrida", de la que se conoce gran parte gracias a los escritos históricos de Yucatán y de las tierras altas de Guatemala, que fueron transcritos a caracteres latinos en los primero tiempos de la colonia. Los más importantes son los LIBROS DE CHILAM BALAM de los yucatecos, en los que se encuentran las profecías de los katunes, y el Popol Vuh de los quichés, donde se narra, además de la cosmogonía, la historia de este pueblo. 

3. PERIODO POST CLÁSICO 

El inicio del Posclásico lo marca el arribo al área maya de varios grupos de mayas "mexicanizados" procedentes de la región de la laguna de Términos y de las desembocaduras de los ríos Grijalva y Usumacinta: los chontales o putunes, quienes decían tener como dirigente a Quetzalcóatl ("Serpiente emplumada", personaje que entre los yucatecos se conocía con el nombre de Kukuxklán y entre los quichés con el de Nacxit.)

El arribo de estos grupos y el proceso de aculturación que entonces se inició, señalaba el principio del Posclásico Temprano. Este periodo se caracteriza por la preponderancia de estos extranjeros, quienes por razones comerciales y valiéndose de métodos militares conquistaron los sitios estratégicos. (Chichén- Itzá, Mayapán y Chipixab) y se convirtieron en los nuevos dirigentes. Afirmaban que su poder provenía del propio Quetzalcóatl, quien se los había otorgado en la ciudad de Tula (en el actual estado de Hidalgo).

El comercio era entonces una actividad importante en la península Yucateca. Los nuevos dirigentes se interesaron en realizar operaciones de intercambio entre el Altiplano Central mesoamericano y Centroamérica. Algunos sitios se convirtieron entonces en puertos comerciales, como Xicalango, Bakhalal y Chetumal. La arqueología ha demostrado que muchos objetos suntuarios fueron objeto de comercio: del cenote sagrado de Chichén-Itzá se sacaron piezas de oro provenientes de Panamá, Costa Rica y aun de Colombia. Mientras tanto (1000-1520), las tierras altas de Guatemala conocían una época de esplendor bajo el imperio Quiché, cuya historia narrada en múltiples documentos indígenas, se puede dividir en dos etapas: la formativa y la floreciente.

El periodo formativo se inicia con la migración de los putunes (o chontales) de la zona de la costa del Golfo hacia las Tierras Altas, donde sojuzgaron los habitantes que hablaban quiché. Se conocen los hombres de los caudillos fundadores: Balam Quitzé, Balam Ak ab, Majucutai e Iqui Balam; ellos establecieron el centro político en Jakawitz e iniciaron la conquista de los pueblos vecinos. La historia de la segunda etapa, se inicia con la expansión militar hacia el sur, y la fundación de Ismachi y Klumarcaaj (Utatlán), teniendo como caudillo al famoso gobernante Quiklab. 

4. REFERENCIAS

De la Garza, Mercedes; Ilia Nájera Coronado, Marta (2002). Religión maya. Colección: Enciclopedia Iberoamericana de Religiones nº 2. Madrid: Editorial Trotta.

Fernández Tejedo, Isabel. El Ppolom, mercaderillo o regatón. Arqueología Mexicana. Vol. V,  20, XI-XII-1998, p. 46-53. México: Editorial Raíces

Nalda, Enrique & Balanzario, Sandra. La casa maya. Arqueología Mexicana, Vol. V,  28, XI-XII-1997, p.6-13. México: Editorial Raíces.

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