Muchos fueron los
proyectos que se elaboraron para lograr traer colonos europeos al Perú, se
elaboraron dispositivos legales y se elaboraron contratos a base del
ofrecimiento de un futuro mejor en tierras americanas. Sin embargo, se trataba
de propuestas poco viables, tanto por la falta de recursos financieros como por
la falta de tierras para entregar a los colonos. Es por ello que al llegar a
nuestro país muchos colonos se encontraban con una realidad diferente a la prometida,
los contratos de trabajo no eran tan remunerados a como ellos imaginaban,
muchas veces se encontraban maltratados por los hacendados y otras veces con condiciones
de vida poco favorables.
Giovanni Bonfiglio
cita a Del Río para explicarnos la posible relación existente entre hacendados
y colonos, las dificultades entre el “patrón” y sus contratados se hicieron
cada vez más grandes, los españoles no tenían una personalidad sumisa como la
que tenían los naturales, sino que tenían una personalidad altiva y
pretenciosa, los rozamientos fueron complicándose, hasta que un incidente
personal entre Salcedo, un hacendado, y un inmigrante dio lugar a un choque
sangriento el 4 de agosto de 1863, donde
hubieron muertos y heridos, los colonos que sobrevivieron abandonaron el país y
se entablo una querella en los tribunales, además de protestas diplomáticas por
parte de España.
Sin embargo, esto
no detuvo los proyectos para traer inmigrantes europeos, algunos países de
Europa necesitaban ubicar el excedente de población a causa del gran
crecimiento demográfico como consecuencia de la baja mortalidad. Llegando al
Perú durante el gobierno de Manuel Ignacio Prado, otros colonos como alemanes e
italianos.
Inicialmente se
buscaba emplearlos en terrenos de la costa, pero no fue logrado, ya que se les
ofrecían bajos salarios por el trabajo en las haciendas y los hacendados no
querían ceder terrenos para que sean colonizados, es así que la mayoría de los
colonos europeos se asentaron en los terrenos de montaña. La llegada de los
inmigrantes a Lima, ocasionó una pequeña crisis, ya que durante su estadía
inicial estos inmigrantes deambulaban por las calles de la ciudad buscando
empleo, deseaban un empleo urbano y bien remunerado, lo cual era casi imposible
de conseguir y los que inicialmente aceptaban trabajar en las haciendas poco
tiempo después de laborar allí, se dirigían a las ciudades[1].
Otros fueron repatriados y muchos otros terminaron trabajando en ocupaciones de
emergencia como el ferrocarril central y ferrocarril de Paita a Piura. A causa de esta situación en 1875, representantes de las 6 organizaciones italianas de Lima y Callao publicaron un
circular con el objetivo de desalentar la llegada de más inmigrantes italianos,
este circular también llego a periódicos de Italia[2].
Los representantes diplomáticos italianos incluso pedían al gobierno peruano el
pago de gastos de reparación de los colonos que aún permanecían en la Casa de Asilo (en esta casa podían
permanecer hasta 8 días después de haber llegado al Perú, pero por las
condiciones de trabajo, muchos de ellos decidían quedarse más tiempo).
Los europeos eran
introducidos para labores agrícolas, pero a los pocos años migraban a las
ciudades. No solo ocurría con ellos, sino también con japoneses y chinos. Bonfiglio
cita a Alessandro Arrigoni (1890), el amigo de Raimondi y cónsul de Italia en
Pacasmayo:
“Los inmigrantes
italianos llegados durante el gobierno del presidente Pardo llegaron en un
momento en el que parecía que una lluvia de oro inundaba el Perú. De modo tal
que ellos veían la posibilidad con la que podían ganarse el sustento e incluso
hacer ahorros en poco tiempo mediante un trabajo fácil y sin hacer los
esfuerzos que demanda la labor agrícola, se cansaron rápidamente luego de las
primeras fatigas que probaron. Por eso abandonaron el ideal agrícola que los
había conducido hasta aquí y se dispersaron en el país en búsqueda de cualquier
trabajo, pero bien pagado e inmediatamente”.
Bonfiglio cita
también a otros intelectuales italianos que a mediados de la década de 1870
escribieron el libro Estudios sobre la
independencia económica del Perú. Se preguntaban: “¿A qué conduce, a quién
aprovecha que vengan inmigrantes si no tienen en qué ocuparse? ¿Qué vengan
hombres muy aparentes para las minas, cuando en virtud de muchas trabas está
estancado el trabajo de las minas? ¿Qué vengan hombres aparentes para la
agricultura cuando, o las condiciones agrícolas actuales o las preocupaciones
de los intelectuales no les permiten tener ni el dominio directo ni el dominio
útil del suelo que vienen a regar con el sudor de su frente? ¿Qué vengan
hombres aparentes para las artes, cuando no hay talleres, ni oficinas, ni
fábricas? (Copello y Petriconi, 1876).
A pesar de las
medidas políticas dadas, todos los proyectos desarrollados hasta 1879 con el
objetivo de facilitar la inmigración de europeos no tuvieron éxito. Durante el
gobierno de Ramón Castilla se buscó celebrar un contrato por el cual se
esperaba la llegada de 25000 irlandeses, lo cual no fue posible debido a la
oposición del gobierno inglés, con lo que al final llegaron tan solo 320
personas, las cuales una vez en el Perú tuvieron que pasar por muy difíciles
situaciones. A su vez, la mala experiencia por la que pasaron diversos grupos
de inmigrantes hizo que exista una actitud contraria en Europa ante los
posibles nuevos proyectos de inmigración traídos desde el Perú. Asimismo,
durante el Civilismo, la Sociedad de Inmigración Europea también fracasó en su
intento de acelerar la inmigración europea: la meta de atraer 50000 inmigrantes
distaba mucho de la realidad. Finalmente, la crisis fiscal de 1870 paralizó los
proyectos de colonización europea con lo que el programa civilista tuvo menos
efectos que los inicialmente previstos.
Así, la única
inmigración masiva que recibió el Perú se compuso de asiáticos que vinieron
debido a la creciente demanda, por parte de los hacendados costeños, de mano de
obra barata ante el vacío que quedó tras la abolición de la esclavitud en 1856.
Evidencia de ello es la aprobación dada en 1861, durante el gobierno de
Castilla, de la ley de inmigración de chinos. Fueron los chinos coolíes los que
fueron a trabajar bajos duras condiciones en las zonas costeñas pues los pocos
europeos que llegaron al Perú no actuaron como se había esperado: no se
dedicaron a la agricultura de la costa, ni como trabajadores ni como granjeros
independientes. Como en la costa las tierras eran escasas y los salarios eran
bajos en las haciendas, los colonos o bien migraban hacia zonas de montaña o
bien se iban hacia las ciudades a trabajar sobre todo en asuntos ligados a
negocios o como empleados de paisanos que hayan llegado con anterioridad.
Estos proyectos
para la colonización europea se paralizaron con la crisis fiscal de mediados de
1870 y la guerra del Pacífico.
ACTIVIDADES ECONOMICAS
En el siglo XIX
primaron las migraciones provenientes de Liguria, región al noroeste de Italia,
en el golfo de Génova. Aunque no fueron migraciones masivas sí se dieron de
forma constante. El origen de estas migraciones la podemos encontrar en la
antigua tradición de su marina mercante, estos marinos participaron en
descubrimientos marítimos y frecuentaron las costas americanas desde la
conquista. Hasta comienzos del siglo XVIII la “República de Génova” era
políticamente autónoma, pero esto cambió luego de la invasión napoleónica (1800
-1815), ya que fue anexada al reino de Cerdeña. Liguria es una estrecha franja
costera, compuesta por numerosos puertos, factor esencial del porque su
actividad económica era el comercio marítimo, además de la ausencia de terrenos
fértiles y llanos.
La experiencia de
los marinos genoveses en actividades mercantiles, fue creando no solo una
habilidad en cuanto a los negocios sino también una facilidad de
movilidad. Migraban temporalmente a
otras regiones si tenían tiempos de crisis en sus actividades comerciales o si
veían alguna otra región atractiva para comerciar, en Liguria se había
difundido el mito de la “Mérica”, como lugar de fácil enriquecimiento[3].
Es por eso que al llegar al Perú muchos de estos marinos o tripulantes se
desempeñaron un rol de comerciantes. A su vez cabe resaltar que estos
inmigrantes no llegaban como lo hacían inmigrantes de otras regiones
provenientes de Europa, estos lo hacían embarcándose en veleros de carga,
trayendo mercancía. No solamente la población ribereña de Liguria fue la que
llego a nuestras costas, siguiendo los pasos de esta, a mitad del siglo XIX
llegaron también pobladores rurales, a diferencia de los anteriores, ellos no
solo salían por la atracción de las nuevas tierras americanas, sino también por
carecer de medios para vivir (poca fertilidad del suelo).
La mayoría de
inmigrantes italianos desarrollaron actividades mucho más modestas,
generalmente como pequeños comerciantes (chinganeros, fonderos, pulperos) o
artesanos. Un grupo reducido de italianos se dedicaron a actividades
artísticas, artesanales y profesionales, entre ellos músicos, médicos,
orfebres, herreros, pintores, impresores, etc.
Como bien sabemos luego de la independencia del Perú, hubo un aumento
paulatino de la llegada de inmigrantes italianos.
CARACTERÍSTICAS
Si bien la
conformación de instituciones como, por ejemplo, la Sociedad de Inmigración
Europea propiciaron la llegada de europeos, debido a que sus medidas no eran
discriminatorias y a que tendían más que todo a favorecer las relaciones del
Perú con potencias extranjeras (en miras de obtener una buena imagen internacional).
Lo cierto es que la inmigración europea no respondió a proyectos de la política
inmigratoria, sino que más bien los que llegaban al Perú eran en su mayoría
trabajadores independientes y comerciantes. Estos se dedicaron a ello más nada
cuando se encontraban en los puertos o ciudades afines a ellos, veían
posibilidades de éxito y no tanto porque su meta desde un principio haya sido
asentarse definitivamente en el Perú. Este fenómeno es a lo que Giovanni
Bonfiglio denomina inmigración espontánea, pues la inmigración que recibió el
Perú se realizó a través de una corriente libre, espontánea e independiente a
los proyectos de colonización. En el Perú la inmigración europea no fue
producto de una intervención estatal (como ocurría en países como Argentina o
Brasil) sino que aquí cada inmigrante se establecería por otras y distintas
razones.
La expansión de las
actividades comerciales a raíz del boom guanero, atrajo a inmigrantes italianos
quienes se asentaron en el Perú. Estos
inmigrantes se insertaron a través del comercio marítimo que durante estos años
se intensificó y permitió que varios marinos y comerciantes se asentaran en
nuestro país, unido a ellos llegaba parte de la tripulación que participaban en
el comercio en el tráfico de mercancías y guano entre los puertos del Pacífico
y de Europa. En algunas zonas de Italia se daba una expansión de la navegación
en Vela que hacían transporte interoceánico, quienes cada vez aumentaban en los
puertos del Perú, algunos se quedaban durante un tiempo prolongado para
explorar la posibilidad de insertarse en actividades mercantiles locales.
Bonfiglio nos dice
que el guano era una carga voluminosa y a pesar de que los barcos a vapor
(introducido por los ingleses) reducían el tiempo de travesía, no justificaba
el pago de los fletes más caros, es por ello que se entiende la competitividad
que tenían los veleros, los marinos genoveses (quienes no tenían barcos a
vapor), tenían una competitividad no solamente porque estaba regida por la
pericia de sus marinos sino también por los bajos salarios que recibían sus
tripulantes. Es por ello que estos preferían desertar e ingresar al Perú, una
vez en tierras peruanas entraban en contacto con paisanos quienes los
reclutaban para desempeñarse en actividades comerciales y locales[4].
Muchos de los tripulantes veían la posibilidad de establecer actividades
independientes como pequeños comerciantes a diferencia de la dificultad
existente en Italia de lograr una economía independiente sobre todo en la
marina mercante.
Bonfiglio citando a
J. Von Tschudi nos dice que a mediados del siglo XIX los italianos en Lima eran
ex marineros que habían desertado de sus barcos, quienes se dedicaban en su
mayoría a la venta de licores (pulperías) y comestibles (chinganas), algunos
acumulaban pequeñas fortunas, unos se quedaban en el Perú, pero otros
regresaban a su país. Muchas veces eran tantos los tripulantes que desertaban
que las embarcaciones tenían problemas para emprender el viaje de regreso. Los
tripulantes de estos veleros traían consigo mercancía de “pacotilla”, que consistía
en una carga personal que los capitanes se veían obligados a permitirles para retenerlos
en los puertos de embarque, al llegar a nuestro país vendían la mercancía de
pacotilla que traían consigo para acumular dinero y lograr establecerse en un
futuro cercano como pequeños comerciantes permanentes. Muchos italianos se
establecieron como pequeños comerciantes, siendo capitanes de embarcaciones
menores, es por eso que en todas las caletas y puertos del Perú podemos
encontrar a pequeñas colonias italianas en las provincias.
DEMOGRAFÍA
Entre 1840 y 1880,
la presencia de italianos en el Perú se incrementó de forma considerable, a
causa de la época del guano, que como habíamos mencionado trajo mejores
condiciones económicas para que los inmigrantes que se asentaran en nuestro
país. A inicios de la década de 1850, el Perú ya contaba con más de dos mil
italianos en todo el país, constituyendo estos, la mayor presencia europea en
tierras peruanas. Según el Censo de 1857
que se dio en Lima, la presencia italiana ya había alcanzado la cantidad de
3469 inmigrantes en la Capital.
En 1864 se abrió la primera legación diplomática
italiana en Lima (en reemplazo del Consulado
de Cerdeña), los italianos residentes que se inscribieron fueron más de 4 mil.
También nos dice que a pesar que, en el Censo de 1876 reporta una cantidad de
6990 italianos, por las deficiencias en la aplicación de este censo, la
cantidad habría sido en realidad aproximadamente unos 10 mil en todo el Perú.
En su mayoría, residían en Lima y el Callao, el resto vivía en las ciudades
costeras y otros en el interior del país. Cabe resaltar el gran cambio en
cuanto a la diferencia de sexos mencionado anteriormente donde por cada mujer había
10 hombres, en el último tercio del siglo XIX, el Censo de 1876 aunque con
grandes márgenes de error, se toma como valido los resultados del mismo,
existiendo una proporción de cinco mujeres por cada hombre.
Hasta este momento
hemos podido ver que la migración de italianos en el Perú buscaba lograr una
estabilidad económica a través de diversas actividades económicas
principalmente el comercio. Muchos de los que lucharon a favor de la causa
republicana y patriota a inicios del siglo XIX, eran de alguna manera
refugiados políticos quienes tuvieron que huir al restaurarse en Italia el
Conservadurismo en el año 1815. Es así que el primer periodo del siglo XIX, se caracterizó
por tener migraciones de carácter político, compuesta por miembros de la élite,
estudiantes e intelectuales liberales, cabe resaltar que no fue un grupo numeroso.
Es importante también saber que muchos
de los jóvenes italianos que llegaron al Perú a mediados del siglo XIX lo
hicieron como tripulantes en embarcaciones de guano, eran desertores del
ejército piamontés antes de la unidad italiana, eran jóvenes con ideales
republicanos que no deseaban, estar bajo la monarquía de Saboya, las familias
preferían mandarlos a las Américas que a morir en la guerra, se reclutaban como
mano de obra barata a bordo, pero al llegar buscaban a sus paisanos o
familiares en el Perú y desertaban.
ACTIVIDADES ECONÓMICAS
El rol que
desempeñaban los italianos que inicialmente llegaron al Perú, fue de
comerciantes, esta característica es propia de países que reciben un bajo flujo
de migrantes, contrario a lo que paso en Argentina. Muchos de ellos empezaron
trabajando como empleados de las casas comerciales de los marinos. Se dedicaron
al comercio mayoritariamente, este fue el comercio minorista al mismo tiempo
que hacían comercio de cabotaje.
La mayoría
estableció pulperías no solo en Lima, sino también en otras ciudades costeras
del país. Seguida a esta actividad, también se dieron los negocios de
chinganero y fondero. La razón por la cual ellos se dedicaban a estas
actividades principalmente no solamente radicaba en el hecho de que en su
mayoría eran comerciantes marinos sino también porque el llegar al Perú muchos
de ellos pasaban por un proceso de inserción en el cuál servían en un
establecimiento comercial de un familiar o paisano ocupando puestos modestos
para aprender y luego poder establecer su negocio independiente. Los empleos
más comunes eran por lo general, empleados de comercio, garzones de pulpería,
trabajadores de molino, etc. Estos trabajos aun siendo modestos les permitían
reunir un pequeño capital para emprender su negocio propio. Además, no eran
solo pequeños comerciantes los que se establecieron en nuestro país, algunos
eran comerciantes que invertían capitales acumulados, su origen era más
acomodado, provenientes de las zonas urbanas de Liguria, quienes buscaban
ampliar el negocio familiar, ingresando a la élite empresarial y dirigencial
local.
Muchos comerciantes
durante la bonanza económica de la década de 1850 y 1860 se enriquecieron a
través de la venta de artículos importados, otros desarrollaron actividades
productivas siendo chocolateros, molineros y fideleros. Aunque eran más del 80%
los negocios de pulperos, comerciantes o chinganeros a los que se dedicaban los
italianos. Existieron también otras actividades no comerciales como boticarios,
cafeteros, agricultores, médicos, peluqueros, profesores, artesanos, zapateros,
toneleros, herreros, etc. Muchos otros se dedicaron a actividades de hortelanos
y pequeños agricultores, cultivando parcelas en Lima y ciudades costeñas,
formando hermosos huertos, dedicándose a su vez muchos de ellos al comercio
directo de los mismos, llegando a su vez a introducir en la dieta de los
limeños, algunas legumbres que se consumían inicialmente en Europa, como el
repollo, la coliflor, la col de Bruselas, la espinaca, la acelga, el perejil,
el apio, la alcachofa, los rábanos, la lechuga, entre otros. Posteriormente
fueron reemplazados por los chinos.
Otro sector en el
cual se despeñaron fue en la pesca, como también en el ámbito hotelero, también
se desempeñaron prestando el servicio de transporte en carretas, que se hacía
desde el Callao hasta Lima, antes de la construcción del ferrocarril en 1852.
Como podemos ver
los italianos tienen un carácter empresarial, el cual está relacionado con
varios aspectos laterales que forman parte de su bagaje cultural, como el deseo
de autonomía económica, entendido como la diversificación de sectores
económicos; la actitud de ahorro productivo y disciplina en sentido amplio.
Estos elementos son comunes en las poblaciones migrantes, las cuales
desarrollan una forma de vida regida por el gran esfuerzo desencadenado al
salir de su país, lo que hace que dejen de lado otros aspectos de la vida como
las distracciones.
Hubo también un
reducido grupo de inmigrantes quienes eran profesionales, los cuales habían
llegado al Perú como refugiados políticos, entre ellos figuran médicos, muchos
de ellos se dedicaron a la docencia en la Escuela de Medicina de la Universidad
de San Marcos, otros participaron como médicos militares en el Ejército
peruano, también llegaron farmacéuticos, quienes se desempeñaron en las
instituciones de beneficencia de la colonia italiana. También podemos encontrar
profesionales como arquitectos, constructores, abogados y escultores.
MECANISMO DE INSERCIÓN Y ASENTAMIENTO
Los primeros
inmigrantes que llegaron tuvieron un origen necesariamente obrero o campesino
afectado por los procesos de industrialización y transformación agraria en sus
respectivas comunidades. El europeo que llegó al Perú lo hizo como empleado de
firmas comerciales extranjeras establecidas previamente o como independientes,
que con un pequeño capital invirtió en algunas actividades con futuro. De esta
forma, ingleses y alemanes llegaron a través de casas comerciales extranjeras
en pleno proceso de expansión, de las cuales eran empleados o asociados.
Mientras tanto, los italianos y españoles lo hicieron como independientes por
medio de estrategias de “inserción familiar o paisana”, mediante la cual “los
primeros inmigrantes “llamaban” a sus familiares y paisanos luego de un periodo
de ambientación local” (pp.82-83).
Dicha modalidad les
permitió una adaptación cultural más profunda de la que podían tener acceso los
inmigrantes asociados a casas comerciales extranjeras. El pertenecer a un mismo
círculo o región, y el tomar conciencia de su condición de minoría étnica los
llevó a desarrollar una suerte de frente común expresado en la organización de
colonias.
Las colonias estaban
formadas por un conjunto de instituciones y servicios que buscaban la ayuda
mutua entre los connacionales, tanto a nivel financiero como moral, para
enfrentar la azarosa vida política del Perú. El sentimiento de seguridad y de
solidaridad que daban las colonias fue especialmente importante para los
inmigrantes de menos fortuna que no habían logrado el éxito económico, y para
los recién llegados, que trataban de abrirse camino en el contexto nacional (p.
83) las colonias permitieron la asimilación de estos grupos extranjeros debido
a que funcionaron como una transición a la incorporación total y definitiva del
inmigrante.
Los mecanismos por
los cuales llegaron los italianos, es de forma espontánea, esto se puede
explicar a través de las llamadas “cadenas migratorias”. Esta modalidad
permitía la inserción y establecimiento de los italianos en el Perú, el
migrante llega “llamado” por un pariente, paisano o amigo, conformando una
especie de redes de solidaridad de paisanaje, se les reclutaba empleándolos en
sus negocios. Es así que los migrantes llegaban siguiendo los pasos de los
primeros, quienes habían establecido cadenas migratorias, las cuales no solo
funcionaban en el lugar donde se migraba sino también de regreso al lugar de
origen, reemplazando en los empleos o en el negocio familiar, a su vez
diversificando y ampliando los mismos. Estas cadenas migratorias también
servían para traer al resto de la familia como las esposas, hijos o enviarlos a
Italia para que se casen o estudien, es así que había una migración controlada.
A diferencia de otros inmigrantes, estos llegaban con un empleo esperando por
ellos. Podemos notar los valores que resaltaron a este grupo migratorio, como
la confianza entre las personas, el cumplimiento de pactos, asociado al valor
de la palabra empeñada; y la asociatividad, entendida como la capacidad para
organizarse y cooperar.
Otro punto importante del capital social es el
de las “redes sociales” que en cierto modo suplía la carencia de dinero, pues
al igual que las cadenas migratorias y los contactos personales, constituían
parte de la estrategia de inserción económica local. Este capital social es
esencial para explicar el ascenso económico de los inmigrantes italianos, pues
como ya se dijo, casi en su totalidad no llegaron con grandes bienes
materiales. Este capital social es un bien colectivo que se transmite de
generación en generación, incluso se puede decir, que en gran parte del capital
social que actualmente hay en el Perú es de origen italiano.
Imagen de Internet |
[1] “Esta incomprensión se daba no sólo entre los terratenientes peruanos
sino también entre algunos inmigrantes. Es el caso del italiano Tomás Caivano
quien llevó a unos 150 trabajadores napolitanos a una hacienda de Ica
(Mamacona). Al poco tiempo salieron de la hacienda y se fueron a las ciudades. (Bonfiglio,
Giovanni, p. 31).
[2] Bonfiglio, Giovanni. Los
italianos en el Perú durante la época del guano. pg. 85.
[3] Bonfiglio, Giovanni. Los
orígenes de la presencia italiana en el Perú. Pg. 47.
[4] Bonfiglio, Giovanni. Los
orígenes de la presencia italiana en el Perú. Pg.36.
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