Durante la colonia, el orden social se fundó en estamentos presuntamente rígidos que dividían a la población según
criterios étnicos, raciales y de género, dentro de este modelo, las diferencias
sociales entre los españoles se borraron y toda la población de origen
hispánico fue asimilada a la nobleza y gozo de privilegios que no se hubiera
concedido en la metrópoli (Seed 1991:98). Así durante el siglo XVI y comienzos
del siglo XVII, la llamada “republica de españoles” formo un conjunto
aparentemente homogéneo que se contrastaba con las diferentes poblaciones
nativas, los esclavos de origen africano y las diversas mezclas raciales.
Contrariamente a ciertas teorías que sugieren que los españoles introdujeron la
dominación de género en una Arcadia simétrica, las evidencias históricas
revelan que las sociedades nativas eran fuertemente androcéntricas[1].
En los primeros contactos entre las elites costeñas y andinas como los
conquistadores, tanto los Incas como los señores locales entregaron a sus
mujeres de su entrono como un don que cerraba alianzas entre ambos (Villavicencio 1992). Esto muestra que
en las sociedades prehispánicas las mujeres eran también vistas como objetos de
intercambio y negociación política, y que las primeras uniones no fueron,
necesariamente producto del rapto o la violación.
Este modelo de
orden social habría sido transferido a las sociedades conquistadas donde las
jerarquías de género, étnicas y raciales se profundizaron para constituir un
sistema clasificatorio que se caracterizaría por la vigencia de múltiples
códigos legales y morales.
Actualmente la
integración cultural de mujeres y poblaciones indígenas se ha fortalecido con la llegada de la enseñanza gratuita
en todos los rincones del país, siendo el mecanismo más importante de la integración social el proceso de migración de las poblaciones indígenas a las ciudades.
El grado de
integración cultural también es mayor no solo porque los migrantes hayan
adoptado con mayor facilidad los valores occidentales, sino porque ellos han
reproducido sus propias prácticas y valores culturales a las ciudades donde se
ubican, llevándose a cabo una adaptación cultural, mezcla de culturas y razas.
Sin duda, el
proceso de migración masiva de las últimas décadas ha originada una revolución
social en el Perú[2]. Una revolución que ha
significado un grado mas elevado de integración social. Esta gran integración
se ha considerado como un efecto social inesperado de las acciones
individuales, Muchos gobiernos han intentado inducir la integración social a
través de políticas específicas, como en el caso del Programa de Integración de
la población Aborigen, que se implemento en 1963, sin lograr los resultados que
la migración ha alcanzado.
La vida en sociedad
ha requerido de un sistema eficiente de comunicación y ha sido precisamente el
lenguaje lo que ha promovido la socialización, así la oralidad como
sistema de expresión de hombres y
mujeres ha servido como medio para la transmisión de conocimientos y
tradiciones, en eso radica la importancia y la presencia de los diálogos en la
obra como una manera de hacer notar la importancia de estos como complemento de
los diarios.
Imagen de Internet |
[1] Las culturas en el caso
de Perú y a nivel latinoamericano estaban enraizada en
profundas ideas de superioridad del hombre caso como de los Mochicas,
Tiahuanaco sin ir tan lejos los Incas todos ellos se basaban en estatutos que
se regían por ideas androcéntricas.
[2] Rodríguez Doig, Enrique
“Entre el campo y la ciudad: estrategias frente a la crisis” Perú – 1994
(Pág.13) respecto a los efectos de la migración Rodríguez señala la migración
fue y es uno de los fenómenos sociales que tiene mayor vigencia, esto a
diversos factores como e centralismo capitalino y la postergación en la son
sumidas as diversas áreas en las zonas
rurales, en especial las andinas.
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