Uno de los puntos principales por el cual derivan nuevas enseñanzas, no solo
para el mundo empresarial, sino en general para la vida misma, es el hacer las
cosas sabiendo su porqué; es decir, que si realizamos determinada acción es
mejor saber por que lo hacemos, con qué objetivo, qué fines hay tras lo que
hacemos, quienes dependen de lo que hacemos, que tanto influye nuestra labor
con la consecución de la vida de otras personas, e incluso de la vida misma.
Para así no estar menospreciando lo que hacemos ni suponer que nuestro trabajo
sea algo meramente mecánico, por ser solo una fase dentro de un proceso más
grande, sino que por el contrario, que eso que hacemos, por más insignificante
que pueda parecernos, contribuye a que el conjunto pueda operar
satisfactoriamente.
Al saber cuan preciado es nuestro trabajo,
podremos darle también la importancia que supone hacerlo, de tal manera que
ello nos llevará a realizarlo no solo pensando en que es un trabajo, sino que
eso que hacemos, hace posible que otros más puedan seguir existiendo.
De tal
manera que nos preocupemos por hacerlo mejor, por prepararnos; porque existe el
incentivo de saber que nuestro trabajo vale, y este valor que le da quien lo
opera es ese “plus”, que hace la diferencia entre quienes lo hacen porque
tienen que hacerlo, y los que lo hacen sabiendo que eso que hacen es importante.
Y en
este sentido, durante el proceso de producción, la labor del líder es hacer que
todos dentro de la empresa sepan que su trabajo vale. Así en el mundo real, en
el mundo del día a día, el líder, que podría ser un gobernante de Estado , también
tiene la misión de hacer saber a quienes dirige o representa que valen y eso se
logra no solo con palabras de aliento sino demostrándolo con acciones, haciendo
que lo que el Estado obtenga sea para todos.
Y así
también podríamos aplicar estas enseñanzas de la naturaleza, en nuestras vidas,
pues a veces no valoramos nuestra propia existencia, algunas veces porque
consideramos que estamos demás en el mundo o porque no nos encontramos a
nosotros mismos; sin embargo, tomando estos consejos podremos colegir que
nuestra solo existencia es de por sí ya importante para el mundo, puesto que no
somos seres aislados y que ante nuestra ausencia quienes nos estiman y conocen
se verán afectados. Y quienes conozcan a estos sujetos también lo harán, puesto
que todo es una cadena en donde todos estamos, de alguna manera u otra
conectados.
Nuestra
sociedad es la suma de distintas personalidades que se interrelacionan
constantemente. Es así por ejemplo que ante situaciones, como lo podrían ser
estas elecciones presidenciales próximas, notamos como dependemos en gran
medida los unos a los otros, pues aquel candidato que llegue a la presidencia,
debido a nuestro sistema democrático de gobierno, deberá de contar con un mayor
apoyo que los otros candidatos y por tanto, de este afán en el reconocimiento
de su figura por la población electoral, se ampliará también entre quienes al
parecer son excluidos constantemente de la sociedad, como son los pobres, homosexuales,
las personas de distinta raza, credo, cultura, etc. Esto es, que el más grande
no es nada sin los pequeños que hacen posible su grandeza. Asimismo siguiendo a Engel, vemos como por ejemplo el patrón no
es nadie sin el esclavo, y como este a su vez no es nadie sin el patrón, pues
ambos para representarse como tales necesitan del reconocimiento del otro.
De
esta forma, por más que nos apartemos del conjunto social, siempre estamos en
contacto, dado que incluso nuestras propias experiencias pueden servir de enseñanzas
para las futuras generaciones, nada se escapa a la luz de lo social, incluso la
labor sigilosa y escondida de un maestro se expresa en la prosperidad de un
país, que crece a medida que dentro de él existen, no sólo uno o dos
emprendedores, sino muchos mejores seres humanos, y esto se va gestando en los
primeros años de vida que es cuando padres y maestros se dan la mano en la
tarea de educar a las nuevos ciudadanos y ciudadanas.
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