Revista Histórica
Vol. 32, Nº 2, 2008.
Articulo completo
Este artículo evalúa el surgimiento del Partido Civil antes de la Guerra
con Chile. Señala las características de la burguesía limeña, el rol del
Congreso, las elecciones y la presidencia de Manuel Pardo. Finalmente, explica
la conformación social elitista del partido y sus rasgos predominantemente
limeños.
Pareciera ser que en
los últimos años se ha suscitado un gran interés por la historia del Partido
Civil debido a la nueva corriente de historia: la historia política, que toma
más en cuenta a la interacción de un gran número de actores que a los llamados
“grandes hombres del Estado”. Podría sorprender que este tema haya generado
tanto interés ya que, al fin y al cabo, se trató solo de cuatro años en el que
el país fue gobernado por un presidente civilista [que tenía, además, poderes
bastantes limitados]. En realidad, la
importancia radica en que el análisis del Partido Civil nos remonta a una mejor
comprensión de la realidad política peruana del siglo XIX.
El autor se sirve de
distintas partes en este artículo para describir a dicha agrupación. Empieza
por explicar el trasfondo social del partido [el auge del guano] y algunas
características del grupo socioeconómico del cual surgió. Después de ello se
ocupa de las instituciones políticas claves para el surgimiento del partido: el
Congreso, las elecciones y la presidencia de Manuel Prado. Finalmente, describe
el perfil social del partido y esboza sus principales características.
BURGUESÍA VERSUS OLIGARQUÍA
Ya que el núcleo del
Partido Civil perteneció a los grupos acomodados limeños, la descripción de
estos pertenece siempre a un perfil social del segundo. Por ello, el autor
analiza al perfil económico, social y cultural del grupo social limeño de los
líderes civilistas para comprender la historia del partido.
¿De qué tipo de
burguesía estamos hablando? Aquella que surgió ante el impacto de la
explotación del guano. Ya que era un “monopolio sin costos de producción”
generaba enormes ingresos al Estado central en Lima, ciudad que solía retener
buena parte de los ingresos. Así, pues, los comerciantes y financistas limeños
se enriquecieron rápida y directamente gracias a la exportación del guano.
Solo después de que el
guano haya generado ingresos enormes se comenzaron a realizar grandes
inversiones: de esta forma, la agricultura costeña se convirtió en uno de los
principales y más modernos sectores de la economía nacional. También surgieron
una gran cantidad de bancos, empresas de servicio e infraestructura u otras
dedicadas a la explotación del salitre.
La nueva élite era una
burguesía bancaria y mercantil y constaba con una reducida cantidad de hombres
que se conocían entre sí y compartían relaciones laborales por obligaciones no-económicas.
Sin embargo, la burguesía peruana era muy distinta a la que había en Francia,
Inglaterra o Alemania en el XX: la peruana surgió no en contra de las antiguas
estructuras sociales, sino en el seno de estas. Tampoco luchaba con una antigua
aristocracia o estaba amenazada por una clase trabajadora. Por todo esto, al hablar de la burguesía peruana nos
referimos a un grupo social muy distinto de lo que se llamaría burguesía en
otros países en la misma época.
La predominancia de la burguesía limeña no solo estaba dada por la falta de
una aristocracia y proletariado, sino que también debido a la falta de una burguesía en otra ciudad en el Perú
[carecía de competidores]. También, como el autor ya lo ha dicho antes, la
burguesía compartía casi todos los mismos espacios que la antigua clase alta. Conservaba aún muchos elementos de la época
colonial, como las funciones de la casa [espacios abiertos y públicos para
reuniones, servicio doméstico dependiente por razones étnico-culturales,
etcétera].
Manuel Pardo, fundador y primer presidente del Partido Civil, es un ejemplo destacado de un burgués limeño en el
siglo XIX. Provenía de una familia respetada mas no especialmente
acaudalada y encontró su ascenso como hombre de negocios al establecer una
relación marital con Mariana Barreda y Osma, cuyo padre era uno de los hombres
más acaudalados del país. Para 1873, las propiedades conjuntas de la pareja
valían aproximadamente 700 mil pesos [antes, Pardo poseía solo 62 mil pesos y
su mujer tenía una dote que ascendía a 100 mil].
Pudo hacer esto pues invirtió su dinero en negocios con grandes
márgenes de ganancia, como la consignación del guano, fundación de bancos y
tráfico de trabajadores chinos [especialmente en este último negocio, donde
recibió ganancias de más de 17 mil pesos hasta que el tráfico esclavista
encubierto llegó a su fin por presiones del gobierno de Gran Bretaña]. La
carrera empresarial de Pardo se debió en gran parte a sus relaciones
familiares, sociales y políticas. Su garantía más poderosa fueron los lazos
familiares que poseía su esposa. Así pues, la
base del negocio del burgués no estaba en el mercado, sino en el mundo privado
y político. Pardo debía su éxito no al mercado ni a la igualdad burguesa,
sino a la familia de su esposa y sus contactos políticos.
PENSAMIENTO POLÍTICO
Las líneas principales
de la ideología de los burgueses se encuentran en los escritos de Manuel Pardo.
Habían dos pilares en este pensamiento:
una economía de libre mercado y un Estado fuerte que garantizase la paz social.
La economía de libre mercado se refería sobre todo al comercio
internacional. Al contrario de motivar la industrialización, se pensaba que el
Estado debía poner un marco de infraestructura donde la economía pudiera
desarrollarse. El liberalismo decimonónico, a diferencia del neoliberalismo, no
estaba en contra de un Estado fuerte: para Pardo y los civilistas era de vital
importancia la construcción de un Estado-nación fuerte donde las revoluciones y
violencia política no interrumpieran el desarrollo del país y se aseguraran las
inversiones de los capitalistas. Esto se lograría, según ellos, mediante el establecimiento
de una guardia nacional y la unión de las distintas élites regionales [los
notables].
Sin embargo, esto no
quiere decir que los civilistas ni otra sección relevante de los burgueses
buscaran convertir en ciudadana a toda la población adulta masculina: solo
buscaban formar una república de notables o república
aristocrática. Ejemplo de esto es la reintroducción de la contribución
indígena durante el periodo presidencial de Pardo. Así, la república imaginada por Pardo y los civilistas no incluía a indios
ni a chinos como ciudadanos, ellos estaban excluidos de muchos derechos que
podían considerarse esenciales a otros grupos esenciales. Antes de
“integrarlos” a la sociedad, se consideraba que debía de “civilizarlos”. Este
cambio; sin embargo, debía ser emprendido por las fuerzas del mercado.
Esta disposición de
abstenerse de las reformas políticas y sociales tenía dos causas: primera, la
fortaleza de la burguesía con respecto a otros actores sociales; segunda, la
protección de sus intereses económicos.
Por ello, el Partido
Civil hizo poco o casi nada para cambiar a las estructuras sociales
predominantes y, a su vez, intentó forjar una nación a partir de un segmento
excluido de la población. Su finalidad fue construir un Estado operativo que
defendiese los intereses económicos de sus miembros [“intereses de una burguesía no-industrial ante un Estado débil en una
sociedad predominantemente rural”].
LA SOCIEDAD CIVIL
Lo novedoso del Partido Civil fue el hecho de que fuese una
agrupación que sabía ganar elecciones y votaciones en el Congreso [1871-1872, algunas en los años 70]
mediante tres aspectos fundamentales: la
sociedad civil y su experiencia organizativa; el Congreso y las elecciones que permitió una solidez frente a
otros grupos parlamentarios; y, finalmente, la
presidencia de Manuel Pardo, donde se emplearon instrumentos de poder
público para obtener partidarios y aislar enemigos.
La sociedad civil
vivió cambios importantes durante la primera mitad del XIX. El surgimiento de
una prensa que permitía debates luego de la independencia fue relevante en este
aspecto pues significó una ruptura con el Antiguo Régimen. El Partido Civil
tuvo especial éxito en su presencia en la opinión pública [poseía a militantes
que eran escritores principales de diarios de la época] pero lo especial del
partido fue su relación en el mundo de las asociaciones.
Estas asociaciones
tenían un perfil muy claro en la sociedad civil. En primer lugar, aparecieron las sociedades anónimas. De
1864 a la década de los 70 el número de bancos, compañías de gas, seguro,
telégrafo y vapores se multiplicó e incluso aparecieron nuevas empresas en la
industria de refinamiento de azúcar, producción de hielo y suministro de agua,
minería y otros recursos. La colaboración entre los empresarios creó un grupo
de compañías entrelazadas entre ellas, formando así una red de empresarios que
se encontraban regularmente en juntas de accionistas y eran conscientes de su
dependencia mutua.
Por otro lado, la
burguesía formó asociaciones de ocio,
encargadas de crear un espacio de entretenimiento fuera de la casa para pasar
el tiempo libre. Las más importantes e íntimamente relacionadas a la élite
fueron el Club Nacional y el Club de la Unión. Estos espacios fomentaron el
sentido de pertenencia a un lugar común, el espacio social donde los “nueva”
clase social dominante en Lima podía encontrarse. Hasta antes de la aparición
de estos espacios había solo una construcción teórica de esta clase, pero una
vez aparecidos estos clubes la “materialización” de la clase alta pudo
expresarse. De esta forma, como indica el autor, “ambas instituciones contribuyeron de manera sustancial a la imagen que
la nueva clase alta tenía de sí misma”.
También surgieron
otras asociaciones con fines específicos
[educación, protección-bomberos] mas los miembros de estas asociaciones
pertenecían a diferentes estratos sociales. Estos grupos contribuyeron a que se
formase una red de comunicación y vinculación entre la clase alta y media en
Lima.
Además de estas tres
asociaciones, fueron de especial importancia las que tuvieron fines políticos. Destaca aquí la
Sociedad Amiga de los indios (SAI) que llegó a tener a hasta 70 representantes
de la clase alta y cuyos objetivos fueron, principalmente, “mejorar la suerte
del indio y apoyar al presidente Mariano Ignacio Prado”. Como Mücke señala,
aunque no cumpliese ninguno de estos propósitos y desapareciera en 1868, fue un
“hito” en el desarrollo de la sociedad civil: fue la primera fundada para
influir en la política gubernamental. Esta junta creo mecanismos para que los
ciudadanos participaran en la toma de decisiones.
En síntesis, para el momento en el que surgió el Partido
Civil, los clubes y organizaciones ya habían creado “una esfera pública que
ahora insistía en que las cuestiones significativas para la sociedad como un
todo ya no estaban separadas del discurso público”.
LAS ELECCIONES
El Partido Civil fue
fundado como Sociedad Independencia Electoral en 1871, un club electoral [cosa
muy común en la época] que tenía como objetivo apoyar la candidatura de Manuel
Pardo [incluso su fundación coincidió al mismo tiempo con el anuncio de la
candidatura]. Aunque a inicios de su aparición “nadie se imaginase que la
Sociedad Independencia Electoral iba a transformarse en uno de los más importantes
partidos políticos en la historia del Perú”, tanto el éxito de Pardo en las
elecciones como la estabilidad parlamentaria se debieron a un sinnúmero de contactos y amistades políticas
que se construyeron durante la prolongada carrera electoral que se convirtió en
la base del Partido Civil.
Dicha red no fue
formada solo por la Sociedad, sino por un gran número de clubes tanto en Lima
como en provincias. Los pardistas utilizaron sus puestos de mando para ganar y
organizar apoyo para el candidato. En Lima, consiguieron apoyo tanto en las
universidades [Club Universitario] como en las FF.AA [club militar Dos de Mayo]
u otras instituciones. Dichos clubes no eran una expresión democrática o
pretendían incluir a toda la sociedad peruana, sino que eran un fiel reflejo de
las estructuras jerárquicas de la sociedad peruana. De la misma forma, los
clubes en las provincias fueron muestras de las estructuras sociales imperantes
en los lugares [los clubes estaban conformados en su mayoría por notables]. Sin
embargo, en ningún lugar se fundaron tantos clubes y comités de apoyo a la
candidatura de Pardo como en Lima.
Las reuniones privadas
de los clubes electorales permitían a sus miembros expresar su lealtad política
como establecer los asuntos organizativos de las elecciones. En ciudades
importantes [Lima, Arequipa, Cuzco] los clubes desarrollaron variadas
actividades como marchas callejeras. En 1871 llegaron a organizar marchas con
casi diez mil personas. Esas manifestaciones demostraron cuán capaz eran los
pardistas de llevar a la gente a la calle [además del orden y la disciplina],
algo esencial para el día de los comicios.
Pardo también coordinó
directamente las actividades de sus seguidores en la campaña por todo el país,
lo que le produjo una inmensa correspondencia. Envió 634 cartas tan solo entre
el 1 de mayo y el 5 de junio y entre el 12 y 27 de julio remitió 381 [promedio
de casi veinte cartas al día]. Estas cartas eran consideradas por muchos de sus
partidarios como una forma de contacto personal para ganar gente a la causa.
La campaña, como
enorme esfuerzo de comunicación, también logró reforzar o crear nuevos
vínculos. Pardo enviaba copias individuales de sus atados de periódico o
artículos publicados en El Comercio a
algunos votantes en los pueblos.
El día de las
elecciones primarias [colegios electorales] los pardistas lograron movilizar a
miles de personas en el país. No hubo ciudad donde la candidatura de Pardo
estuviese ausente. De este modo, los pardistas ganaron casi todas las
votaciones y salieron triunfantes de las elecciones de 1871-1872. Este resultado era el premio por un esfuerzo
organizativo nunca antes visto en el Perú.
Ya que cada dos años
se renovaba a un tercio del Congreso y por aquella época las campañas
electorales duraban muchos meses, los civilistas mantuvieron sus redes de
comunicación y organización para asegurarse las siguientes elecciones. Sin
embargo, las elecciones de 1873 y 1875 no
fueron tan difíciles pues gracias a que Pardo ya era presidente del país, contó
con las fuerzas policiales y militares del país. Esto cambió durante 1876,
cuando Mariano Ignacio Prado asumió la presidencia y exilió del país al líder
civilista. Las elecciones de 1877, por
tanto, se parecieron mucho a las de 1871 pues la red de contactos se estrechó
para contrarrestar los esfuerzos del presidente y; sin embargo, se
diferenciaban de las primeras elecciones pues estaban dirigidas ya no por
Manuel Pardo sino por una Junta Directiva. Las estructuras electorales
todavía se mantuvieron después de las elecciones para impedir que el Presidente
comprase o atemorizara a los congresistas civilistas.
Así, en la primera
parte de 1878 la Junta Directiva se reunía diariamente como lo había hecho
durante la campaña electoral de 1877 y creó una oficina supervisada por Manuel
María de la Valle para supervisar la correspondencia, introdujeron las
“suscripciones voluntarias” entre los simpatizantes del partido, enviaban
periódicos a los diputados/candidatos que no vivían en Lima y amasaron un
tesoro con la cantidad de retribuciones que financiaba todas estas actividades.
De esta forma, la Sociedad Independencia
Electoral se había transformado en un partido político, pues “ya no se limitaba
a solo organizar campañas electorales sino que funcionaba como un aparato
político destinado a apoyar a los congresistas civilistas desde la sociedad
civil”.
EL CONGRESO
Fue importante en el
surgimiento y desarrollo del Partido Civil. Durante
la década del 70 el poder legislativo tuvo una gran estabilidad en sus
actividades parlamentarias no solo a nivel de los civilistas, sino en general
[¿?]. La Constitución de 1860 se mantuvo vigente entre 1868 y 1879 y en este
periodo el Congreso pudo reunirse sin interrupciones y siguiendo un proceso
establecido, lejos de los violentos cambios de gobierno y las asambleas
constituyentes continuas que solían caracterizar al país.
Los diputados y
senadores asociados al Partido formaron grupos estables durante la década del
70. Esto ya se puede demostrar incluso en el periodo presidencial de Manuel
Pardo en 1872: este contó con el apoyo del Congreso en, sobre todo, la Cámara
de Diputados [casi el 50% de los votos eran regulares y a su favor]. Este poder no era solo por número de
votantes, sino también por la cohesión en las votaciones. Esta hegemonía en
la cámara de Diputados no se repitió en el Senado. No obstante, lograron reunir
pequeños grupos en todos los periodos legislativos que votaban en el mismo
sentido. Mantener la cohesión partidaria fue un asunto fundamental para los
líderes civilistas.
En las elecciones de
1877-1878 el presidente Prado estaba decidido a evitar una mayoría civilista,
pues la mayor parte del Partido Civil no estaba de acuerdo con él. Para ganarse
la confianza de los congresistas, tanto Prado como los líderes civilistas les
invitaban a banquetes que se celebraban a casi la misma hora. Esto permitía
advertir qué bando tenía la mayoría. El Partido Civil también cortejó a los
parlamentarios con dinero y propiedades.
Estos acuerdos
establecidos eran tantos que resultaba evidente que el Partido Civil terminaría
obteniendo la mayoría en ambas cámaras. Para asegurarse de que esta mayoría
lograría imponer sus ideas en el Congreso, los
líderes del Partido Civil debían asegurarse del voto uniforme de los
parlamentarios. La primera gran decisión fue la de elegir mesas directivas
en cada cámara: el Partido logró vencer en ambas y colocó a miembros suyos en
los cargos de presidente, vicepresidente y secretarios en ambos cuerpos. Ya que
perdió su mayoría en el Senado por conflictos internos, se decidió a mediados
de 1878 construir un comité que asegurase que las disputas en adelante fueran
resueltas dentro del partido. Así, a
fines de agosto de ese año el partido no solo dominaba las votaciones en el
Congreso sino que había creado mecanismos para asegurar la mayoría[1].
Estos cambios en la
forma de hacer política también se expresaron en las denominaciones de los
actores. Hacia 1877 y 1878 la “Sociedad Independencia Electoral” comenzó a
llamarse “partido Civil”, “Partido Civil”
y, eventualmente, comenzó a llamarse a los adeptos al movimiento
político como “miembros del partido civil”. Según el autor, las variantes en el vocablo eran muestra de
que el partido era un fenómeno nuevo. Hasta antes de los civilistas, ningún
otro nombre de partido político había tratado a sus miembros como militantes de
un “-ismo” [ese sufijo comúnmente se usaba solo para los seguidores de un
caudillo][2].
La fuerza del Partido
estaba justamente en sus características de partido: cierto grado de organización, estructuras de mando, financiamiento y
comunicación. Los lazos entre líderes y seguidores no eran simplemente
personales sino que habían evolucionado hacia un nivel institucional o
partidario: “El Partido Civil era como la
suma del poder que cada uno de sus miembros tenía”. También logró unir a
muchos notables bajo la base de un solo modelo institucional: ya que el apoyo
de ellos estaba garantizado por distintos mecanismos, los líderes del partido tenían un poder más estable que los de
cualquier otra fuerza política. Otras fuerzas, al igual que los comienzos
de la Sociedad Independencia Electoral, tenían solo redes estrictamente
personales de confianza que tendían a cambiar. Como sostiene Mücke, “cuando el Partido Civil logró mantener su
red de alianzas y desvincularla de la persona de Manuel Prado se transformó en
un partido político moderno”. Incluso lejos de Lima, había una lealtad al
partido que permanecería inmutable incluso con el cambio de líder.
Este nivel
organizativo asustaba a sus competidores contemporáneos. En 1878 con el tácito
apoyo del presidente Prado, se comenzó a exigir un recorte de poder del
Congreso. Frente a esto, los congresistas civilistas presentaron una
declaración que pretendía defender el rol de los partidos políticos mediante la
idea de que los intereses políticos se organizaban en partidos para el
bienestar general de la sociedad republicana. Los civilistas ya empezaban a
defender la idea liberal de los intereses políticos competitivos.
LA POLÍTICA DE MANUEL PARDO 1872-1876
Como ya se ha indicado
antes, la transformación a un partido
político se dio después de la presidencia de Manuel Pardo. La red de
lealtades políticas que luego evolucionaría al Partido Civil cubrió a Pardo
durante la campaña electoral y durante su periodo presidencial. Pardo podía
nombrar a muchos de sus partidarios en todos los niveles de la administración
pública. Con el nombramiento de sus allegados pagaba el apoyo recibido durante
la campaña y a su vez se aseguraba que la administración pública le iba a ser
leal. Se recomendaba a una persona a cargos como prefecto o subprefecto porque
era “partidario del presidente”[3].
Manuel Pardo
transformó aquella red de clubes electorales encabezados por notables
provinciales en una estructura de poder público para asegurar su poder en las
regiones. Como presidente, mantuvo buena parte de su correspondencia con la
diferencia de que ahora se escribía no con los líderes de las campañas, sino
con los prefectos [correspondencia de carácter administrativo] y dejó de
escribir a gente de poca importancia.
El trabajo de los
prefectos era también el trabajo del partido. Tal como Pardo había cambiado a
gran parte de prefectos y subprefectos al asumir el poder, era lógico que igual
suerte irían a correr los seguidores pardistas si un enemigo tomase el poder.
Por ello estuvieron interesados en apoyar a Pardo y el aparato partidario que
se levantó desde Lima tuvo su apoyo y complacencia. Además de los prefectos,
muchos seguidores buscaron una alianza con Pardo para solicitarle un favor
[redes personales de lealtad que en ocasiones duraban mucho tiempo].
Esta red no tenía un
fin pragmático específico: los pardistas podían tener ideas políticas muy
distintas. Tomando en cuenta tanto a los
motivos para aliarse con Pardo como a la falta de ideas políticas comunes entre
sus seguidores, es evidente que no hubo
medidas políticas eficientes durante
aquel gobierno que pudiesen cambiar al país, no se implementaron cambios
relevantes en ningún campo.
En resumen, el
gobierno de Pardo fue crucial para el surgimiento del Partido Civil pues otorgó
continuidad a la red política aparecida en 1871. Sin embargo no fue importante
para el desarrollo político del Perú.
EL PERFIL SOCIAL DEL PARTIDO CIVIL
En la segunda mitad de los años setenta, la red de lealtades
formada durante el gobierno de Manuel Pardo se transformó en un partido
político. Fue la Junta Directiva del club Sociedad Independencia Electoral la
que firmó en 1875 la declaración electoral de Mariano Ignacio Prado. Los más cercanos seguidores de Pardo
le habían reemplazado: en vez de una red de lealtades personales había surgido
un partido político.
El cuerpo dirigente de
dicho partido era la Junta Central, cuyos
miembros eran nominados por ella misma y contaba con, por lo menos, dos
representantes en cada departamento. Los miembros debían residir en Lima y su
tarea principal era promover clubes electorales en departamentos, provincias y
distritos.
Esta junta
seleccionaba una Junta Departamental
en la capital local de cada departamento. Allí también debía haber representantes
de cada provincia y sus integrantes debían residir en las capitales de los
departamentos.
Ellos designaban a
personas en cada provincia que debían fundar una Junta Provincial, a cada miembro de esta sección se le debía
asignar cincuenta a cien partidarios.
En resumen, se trató de una organización centralista y
autoritaria. Los integrantes no eran elegidos sino nombrados por el órgano
inmediatamente superior y la dirigencia nacional del
partido estaba exclusivamente conformada por residentes en Lima que pretendían
conocer y representar los intereses de todo el país.
Analizando la posición
económica de los nombres presentes en las actas de fundación de la Sociedad
Independencia Electoral y las actas del Comité Directivo de la Junta Central y
otras juntas se llega a 272 personas [de las que se tiene datos de 209]. Tras analizar
la posición social de ellas, se concluye que el Partido Civil fue la agrupación política de las clases altas y
educadas, sin representación importante del artesanado y mucho menos de las
clases bajas. Cuarta parte de las personas perteneció a la clase alta, otra
cuarta parte a una especie de “clase académica” y otra a la clase media. Menos
de la cuarta pate perteneció a las FF.AA y apenas siete miembros provenían del
artesanado.
Sin embargo, el
Partido Civil dependió de los artesanos tanto en las elecciones como en otros
comicios y contiendas políticas ya que no era popular entre las clases
humildes. Para controlar el resentimiento social de las clases bajas en Lima,
el partido necesitaba el apoyo de los artesanos para ganar al menos una parte de
dichas clases para la causa. Para esto, se fundó en 1873 un periódico con el
nombre El Artesano mas tuvo una corta
vida. Su sucesor El Obrero duró mucho
más tiempo y se publicó semanalmente entre marzo de 1875 hasta diciembre de
1877, Ambas publicaciones fueron producidas en imprentas de periódicos
asociados al Partido Civil y defendieron tanto a las ideas como a los
candidatos civilistas. Es importante; sin embargo, que la aparición de algunos artículos diera a entender que también los
artesanos tenían intereses propios que defender.
El intento de la
directiva civilista de ganarse al artesanado para su causa abrió, en defecto,
un espacio para que este se expresara a favor de sus intereses y opiniones
propias.
Aunque el Partido
Civil logró movilizar a los artesanos a favor de ellos en las elecciones de la
década de 1870, siempre se opuso a su ingreso al Congreso. Pese que no se les
considerase como iguales, los artesanos sabían que eran indispensables al
partido y, como tales, empezaron a exigir
un rol más prominente en la vida política del partido. Poco a poco los
civilistas cedieron a las presiones del artesanado y, de esta forma, la participación política en las ciudades se
amplió.
Resumen
El Partido Civil fue
el primer partido moderno en la historia del país. A diferencia de lo que antes
se había llamado “partido”, el Partido Civil fue una organización con
estructuras internas de comunicación y poder [cobraba cuotas a sus miembros,
tenía canales propagandísticos, reunía dinero, coercionaba a diputados] y se
podía hablar de “miembros” del partido.
Surgió en los años
setenta del XIX. No se puede decir que se fundó en 1871 porque solo más
adelante se formaron sus características. El fin de la presidencia de Pardo en
1876 y su posterior exilio fueron pasos claves para que el mando del partido se
trasladara de una persona a un grupo directivo y cambiasen las características
fundamentales de la agrupación. Recién se
puede hablar de un partido moderno a partir de 1877.
No fue un proyecto
político en el sentido de que alguien pudiese haberlo imaginado desde antes de
su existencia. Surgió como consecuencia de las luchas políticas y sus
exigencias, las elecciones y el trabajo en el Congreso [elecciones cada dos
años con campañas prolongadas]. Quienes se unieron para apoyar a Pardo en la
campaña de 1871-1872 se volvieron a unir cada dos años para apoyar a candidatos
de su entorno. También era necesario cerrar filas en el Congreso para ganar las
votaciones en ambas cámaras. Por todo
esto, el trabajo electoral fue paralelo al trabajo del Congreso por casi una
década. El Partido como tal fue resultado de la contienda electoral y
parlamentaria lo cual, según el autor, subraya la importancia de estas
instituciones para la vida y cultura política del país.
El Partido defendió
ideas liberales [economía de mercado y Estado de derecho-Estado fuerte] porque
la burguesía limeña deseaba controlar el aparato estatal del Perú. Los
civilistas confiaron en el mercado y consideraron que el Estado solo
proporcionaba el marco para que las personas desarrollasen sus proyectos para
provecho propio. Por ello, durante el gobierno de Pardo no se desarrolló una
política desarrollista: dejó al país como estaba esperando que cambiase por sí
mismo (lol). La realidad nacional no cambió con Pardo.
Además, el Partido fue
el partido de la burguesía limeña. Los grupos más importantes que lo
compusieron y controlaron fueron la clase alta limeña [banqueros, comerciantes,
hacendados]; clase académica [profesionales, profesores universitarios,
administradores de alto nivel]; ejército, marina y clase media [rol
subordinado] y artesanado [no papel destacado pero logró movilizarlo en
campañas electorales].
Tuvo muchos vínculos y
contactos en el país pero mantuvo siempre su control y directiva en Lima por la
experiencia asociativa [económicas, sociales, educativas y políticas] de la
burguesía limeña.
Con este Partido la
burguesía intentó dominar al país. Sus líderes se consideraban lo
suficientemente capaces para dirigir un partido propio y capaz de integrar en
posiciones subalternas a otros grupos del país. Estableció vínculos estables
con un gran número de notables y artesanos en Lima y otras ciudades pero fue
siempre un mismo grupo limeño el que tomó las decisiones. El partido fue nacional [logró crear alianzas con notables
poderosos en todas las provincias] y
centralista [no defendió algún otro interés que no fuera el de la burguesía
limeña] a la vez.
Por ello el Partido
Civil representa un momento especial en la historia del país: pocas veces la
burguesía limeña se sintió tan fuerte frente a todos. El Partido Civil antes de la Guerra con Chile representó el gran
momento político de la burguesía limeña.
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