La cuantificación permite ver avances y retrocesos dentro un
proceso histórico, pero no de manera especulativa, sino con fundamentos
técnicos: bases de datos, series económicas, construcciones econométricas, etc.
Con lo cual se puede tener una idea más cabal de lo que se está diciendo con respecto al devenir histórico de sociedades pasadas, pues
hay cifras que respaldan lo que afirma el investigador.
La cuantificación en la Historia es
básica si un historiador quiere sustentar su hipótesis. No es sólo suponer o
interpretar un hecho o contexto histórico por sus consecuencias o por lo que
“al parecer” dicen las fuentes, con un análisis econométrico o cuantificable el
historiador podrá comprobar que eso que él supone es posible. Las series
estadísticas arrojan un patrón que el historiador debe conocer.
Por otro lado, no es sólo enfocarse en las variables cuantitativas,
sino también en la relación de esas variables con el medio social y con el
Estado. De allí, que historiadores como Salomón Kalmanovitz insistan en sus
textos, que es necesario ver la relación entre economía y Estado, pues de las
políticas que aplica el Estado se verá afectada la economía y viceversa.
En la actualidad hacen falta
investigaciones que por un lado tomen en cuenta los discursos, testimonios,
cartas y demás fuentes, pero también investigaciones que revisen las fuentes
cuantitativas, para así poder confrontar lo que dice tal persona o grupo de
personas (ya sean sobre crisis, aumento del nivel de vida, etc.), con lo que
dicen los números de la época sobre un determinado periodo de tiempo. Dado que
los testimonios pueden estar sesgados o manipulados, pero con una serie cuántica
o un registro estadístico se podrá cotejar la información.
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