Durante
la segunda mitad del siglo XIX existió un gran interés por demostrar la
inferioridad social de la mujer, para tal fin se construyeron distintas ideas
que trataban de normalizar su trato inferior y por tanto dependencia del hombre.
Para tal fin, se hizo énfasis en las diferencias físicas visibles de ambos sexos.
I . DIFERENCIAS
ANATÓMICAS
La
Frenología
Franz
Joseph Gall, a finales del siglo XVIII trata de establecer una relación entre
facultades mentales y rasgos observables. Su discípulo Johann Gaspar Spurzheim,
inauguró la frenología, cuyo fundamento era que el cerebro es el órgano
de la mente. Se suponía la existencia en el cerebro de distintas facultades,
cada una localizada en un área particular de la corteza cerebral. Por tanto, la
frenología se basaba en la correlación entre el comportamiento y la
configuración craneal. Se llegaron a definir treinta y siete facultades y su
correspondiente localización.
Confirmaba,
una vez más, la imagen de la mujer cultural y socialmente impuesta. Spurzheim
partía del supuesto de que existía una diferencia
natural en la disposición mental de hombres y mujeres que la educación no podía
modificar. Las mujeres tenían menos vigor intelectual y menos capacidad de
reflexión, no pudiendo extender su capacidad de razonamiento más allá del mundo
visible. En el hombre, el intelecto predominaba sobre los sentimientos, que, sin
embargo, dirigían la vida de las mujeres. Las mujeres eran más tímidas y
cuidadosas, los hombres más combativos. Las mujeres sentían necesidad de
aprobación y los hombres autoestima. Asimismo las mujeres tenían mayor amor al
hogar y tendencia a depender afectivamente del ambiente y objetos que las
rodeasen.
Según
esta visión, cada sexo experimentaba el amor de distinta manera: el deseo
sexual era predominante en los hombres, lo que se manifestaba anatómicamente en
poseer un cerebelo mayor, y las mujeres destacaban por su capacidad de amor a
los niños. Pero los frenólogos aceptaban
la posibilidad de reforma, las facultades más débiles podían fortalecerse
mediante el adecuado ejercicio. La
frenología venía a ofrecer un concepto de la mujer como ser humano poseedor de muchas facultades
humanas, aunque no todas. Los frenólogos americanos apoyaron la entrada de
las mujeres en la profesión médica.
La Antropología Física
Tendencia
científica que insistía en las limitaciones en vez de en las posibilidades: se
insistirá en que las características propias y diferenciadoras de la mujer le
impiden asumir los nuevos roles propuestos por las feministas. La antropología
física pretendía que las características corporales determinaban las facultades
mentales.
Coexistieron
dos corrientes antropológicas: la Etnología
(atribuía la inferioridad de otras razas a un efecto del ambiente y la cultura.
Por tanto, dicha inferioridad podía remediarse mediante la educación y otros
cambios sociales y culturales.) y la Antropología
Física (trató desde el principio de clasificar a las razas por su
estructura física, siendo ésta determinante de su condición de inferioridad).
El
principal representante de esta corriente es Paul Broca, quien llegó a afirmar que unos
seres humanos podían alcanzar un nivel de perfección y otros no. Se trataba de construir
la base científica del racismo y de la inferioridad de la mujer. Paul Broca
llegó a advertir que cualquier cambio en el orden sexual y social del
siglo XIX provocaría un cambio en la evolución de las razas, por tanto, los
antropólogos debían estudiar cuidadosamente la condición de las mujeres en la
sociedad.
Diferencias
Anatómicas Y Fisiológicas
La obra de
Havelock Ellis, Man and Woman,
publicada en 1894, ofrece una resumen de las diferenciaciones establecidas. La
mayor diferencia ósea entre hombre y mujer radicaba en la estructura de la pelvis. Ellis no reconocía la diferencia craneal como fundamental. El rostro de
la mujer era pequeño en comparación con su cabeza más alargada (lo que podría
indicar una superioridad en la evolución) pero sus mandíbulas y dientes eran
más protuberantes (signo de inferioridad evolutiva).
En cuanto a los procesos
fisiológicos, los hombres comían más y su sangre era más densa y roja. La
sangre femenina tenía menos glóbulos rojos y menor peso específico. El hombre
tenía un pulso más lento y mayor capacidad respiratoria. Los hombres mostraban
gran superioridad muscular, poseyendo el doble de fuerza y una mayor precisión
de movimientos. La gran diferencia
fisiológica era la menstruación, suficiente por sí misma para explicar por
qué las mujeres no podían alcanzar nunca el mismo nivel de actividad social y
profesional que los hombres (La menstruación en sí misma era un tiempo de enfermedad e
inestabilidad emocional, aunque no se produjera ningún trastorno
aparente).
La Craneología
Heredera
de la frenología la craneología, o estudio del cráneo y el cerebro (1860), partió
del convencimiento de que el tamaño del cerebro reflejaba la mente y las
características del individuo (si el cuerpo del hombre y la mujer son
diferentes, también deben serlo sus mentes). Siguiendo un paralelismo con la
fuerza y masa muscular, se deducía que un cerebro mayor era indicativo de mayor
inteligencia. (Decían que el cerebro masculina pesaba mas y era mas grande que
el femenino, lo que justificaba su superioridad) .Distintos autores insistieron
en demostrar mediante la craneología la afinidad entre niños, mujeres y pueblos
primitivos, probando así su inferioridad. Los rasgos fisiológicos más primitivos
eran, por tanto, los compartidos por varios de estos grupos inferiores.
II.
EL EVOLUCIONISMO
La teoría de la
recapitulación
Según esta
teoría cada organismo individual repite en el curso de su vida la historia de
su especie, pasando por todos los estadios de desarrollo previos. Basándose en
tres disciplinas biológicas complementarias: la embriología, la anatomía
comparada y la paleontología, se
justificaba desde la recapitulación la afirmación formulada por los antropólogos
físicos y los psicólogos de que las mujeres, los niños y los salvajes compartían
muchos rasgos en común, ocupando las mujeres y los pueblos primitivos lugares
inferiores en la escala biológica que venía a culminar, como rey de la
evolución, en el hombre adulto de tipo caucasiano. La mujer representaba el
pasado de la raza y desde el punto de vista ontogenético, cada mujer era una eterna adolescente, pues en ese punto se detenía su
desarrollo.
Así, Tanto
el infantilismo atribuido a la mujer como su cercanía a los pueblos primitivos
eran signos evidentes de su inferioridad.
Selección natural y
selección sexual
Darwin
mantenía la diferencia de rasgos psicológicos entre hombres y mujeres,
atribuyendo a éstas mayor ternura y generosidad, y afirmaba rotundamente que el
hombre conseguía mejores resultados en toda tarea que exigiese pensamiento,
raciocinio, imaginación o simplemente el uso de los sentidos y de la habilidad
manual.
George
John Romanes desarrolló una teoría de la fragilidad
mental femenina como consecuencia de su fragilidad física. Los hombres piensan, las mujeres sienten,
pero esta capacidad emocional tiene su aspecto negativo, puesto que según
Romanes las mujeres siempre están a punto de perder el control de su voluntad y
sus emociones.
La inferioridad femenina sólo podía explicarse y aceptarse como
necesaria para la reproducción de la especie. La
capacidad emocional de la mujer era consecuencia y causa de su destino,
llegando a afirmar algunos autores que la extensión del abdomen en las mujeres
era la base física de sus sentimientos altruistas. Se defendía el instinto
materno como natural en la mujer pero negando, por parte de muchos autores, la
fuerza de su instinto sexual.
Darwin
tuvo que forzar sus teorías de selección natural y selección sexual para
explicar por qué las mujeres no desarrollaban rasgos necesarios para la
supervivencia como sucede en otras especies. Al contrario que en otras especies
animales en la especie humana la hembra no elige, sino que es elegida, y la
selección natural no actúa como freno de la selección sexual, sino que la
refuerza. Al depender económicamente del hombre no desarrolla sus mismas
capacidades, falta de desarrollo que es transmitida de generación en
generación. Según Darwin, mejorando la educación de unas pocas mujeres de élite
se mejoraría paulatinamente la capacidad de sus descendientes femeninas.
En otro
extremo; Geddes y Thompson afirman la radical diferencia de hombres y mujeres y
el gran daño social que supondría el acceso de éstas al ámbito laboral, pero no
insisten en la inferioridad, sino en la diferencia
y la complementariedad. Ya que la reproducción mediante la unión de dos sexos
diferenciados se consideraba de utilidad biológica, psicológica y ética. Los
dos sexos eran complementarios y esto marcaba el más alto grado de evolución.
Por tanto, todo intento de disminuir las diferencias se podría considerar como
una involución.
III. LA FÍSICA Y LA MECÁNICA. LA LEY DE LA CONSERVACIÓN
DE LA ENERGÍA
Esta
visión tiene varias consecuencias: la mente se analiza desde un punto de vista
físico, se produce lo que se ha llamado la naturalización de la mente. Existe una correlación entre las
manifestaciones mentales y las fuerzas físicas. El concepto de fuerza
nerviosa será clave en este sentido. La fuerza nerviosa, la fuerza cerebral, la
energía vital del cuerpo están directamente relacionadas con la cantidad de
alimentos digeridos por cada individuo y se podrá utilizar después en distintas
actividades. Los hombres comen más, por
tanto, tienen mayor fuerza nerviosa. La mujer no puede dedicarse a tareas
intelectuales porque requiere esa energía para mantener el ciclo menstrual,
para procrear. El estudio en las mujeres irá directamente contra la maternidad
y la continuidad de la especie.
Esta teoría reforzaba, por supuesto, la
creencia del perjuicio que la actividad
intelectual representaría para las mujeres, restando energía a la actividad
reproductora. En esta teoría se basarán dos de los grandes detractores del
acceso de la mujer a la educación superior. Edward Clarke, profesor de Harvard,
defendía la imposibilidad de que el organismo realizara bien dos funciones
distintas, ello suponía una merma en sus capacidades intelectuales y en su
control emocional, como si hubiesen quedado detenidas en un estadio inferior de
la evolución.
Henry
Maudsley, superintendente del Manchester
Royal Lunatic Asylum, editor del Journal of Mental
Science, y profesor de jurisprudencia médica del University College de
Londres, fue una figura clave en el desarrollo de una teoría evolucionista de
la mente. Afirmaba: La función natural
de la mujer era la maternidad, que consideraba inferior al noble oficio de
hacer nacer ideas. La mujer es esclava de sus funciones fisiológicas.
Hombres y
mujeres son diferentes, la diferencia de sus órganos genitales influyen también
en la diferente constitución de su mente. Y por ello deben seguir una educación
diferente. La mujer debe recibir educación, pero adecuada a su naturaleza
En 1877,
uno de los más famosos cirujanos británicos, Lawson Tait, apoyó los argumentos
de Clarke y Maudsley, defendiendo la
tesis del tratamiento de las mujeres menstruantes
como inválidas.
Los
argumentos de Clarke y Maudsley fueron rebatidos por numerosas mujeres
feministas, profesionales de la educación y la medicina. Un grupo de mujeres de
Boston solicitaron a la doctora Mary Putnam Jacobi la redacción de una
respuesta a los argumentos de Clarke, desde una base científica. Aprovechando que
el premio Boylston, convocado anualmente por la Harvard
Medical School, proponía como tema de estudio
para la convocatoria de 1874, los efectos de la menstruación en las mujeres,
Mary Putnam Jacobi presentó, de forma anónima, según las normas de este prestigioso
premio de Harvard, el ensayo titulado “La cuestión de descanso para las mujeres durante la menstruación”, consiguiendo el Boylston,
por la calidad de su trabajo.
Imagen de Internet |
No hay comentarios:
Publicar un comentario