El proyecto de Ricardo Palma en literatura era
homogenizar todo el universo lingüístico nacional bajo una forma culta de
expresar el habla de todos, impidiendo de esta forma mostrar las jerarquías
socioidiomáticas existentes. En tanto que los modernistas mostraban en su
literatura un sentido jerárquico con respecto al lenguaje de sus personajes. Pero
en las primeras décadas del siglo XX, empieza a surgir una renovación en la
literatura indigenista, liderado por intelectuales de las sectores medios de
provincia, con el fin, mayormente, de combatir al régimen cultural oligárquico
imperante.
Sin embargo y a pesar de ser este un nuevo movimiento
de renovación, no pudieron eliminar totalmente las influencias del movimiento
anterior, modernista, de forma contundente; pues al contrario, este fue un
proceso lento y confuso.
El movimiento renovador, a diferencia del
modernista que trataba de usar un lenguaje estilísticamente excelente y
literario, trata de insertar el lenguaje popular e incluso a la oralidad
quechua en sus diálogos escritos. Ellos cuestionaban de esta forma al lenguaje
culto usado anteriormente; ya que consideraban que este no representaba a la nación
ni era autentico. De este modo, trataban de encontrar un nuevo lenguaje que no
fuera el impuesto por el canon Modernista.
Ante estos cambios, surgió una preocupación por
parte de intelectuales como Mariátegui y Vallejo, quienes proponían que no solo
se debía cambiar la forma de escribir, sino la esencia de lo que se escribía;
esto es, proponer una renovación social
por medio de sus discursos, con el fin de demoler el viejo orden y
construir uno nuevo.
Para este efecto, muchos indigenistas, como por
ejemplo Icaza, recurrieron al Realismo literario y al Naturalismo para darle
mayor énfasis al indigenismo, con la intención de retratar tal cual era la
situación del indio, pues la mayor parte de ellos escribía para denunciar la explotación
que sufría el indio. Además de utilizar un lenguaje representativo de la
realidad, en donde los literatos escriben el habla de los que no saben
escribir, tratando de forjar una identidad nacional también homogénea, pero basada
en la cultura de los indios.
Se incorpora las lenguas nativas orales y el
habla popular a la escritura, tratando de hacer que esta pueda acogerlas. Sin
embargo los escritores, que hacen de intérpretes de los indios, no pertenecen a
ese mundo, pues tampoco son indios y no han vivido esa realidad; y por el
contrario, pertenecen a los sectores de las clases medias. Además de que, a
quienes se toma como referente para escribir, no pueden acceder a tales
escritos por no saber leer. Estos indigenistas de las elites provincianas
trataban de reivindicar al indio autoproclamándose sus defensores, al pedir que
se respetasen sus derechos y al reivindicar sus atributos y valores
socioculturales.
La mayor parte de los indigenistas hacían
hincapié en el espacio geográfico diverso de los países latinoamericanos,
haciendo evidente una dicotomía entre la región costera y la serrana, entre la
ciudad y el campo, la capital y la provincia, la modernidad y la tradición; lo
cual entendido de ese modo hacia difícil una integración nacional y en
consecuencia también hacía difícil la construcción de una nacionalidad peruana.
Del mismo modo también acentuaban la dicotomía entre blancos e indios a quienes
se les asignaba el papel de transformadores de la sociedad feudal e intolerante
en la que vivían, pero en el futuro.
Puesto que si bien basaron su código literario
en el Realismo y el Naturalismo, al llegar a la parte desencadenante de su
obra, cuando se supone que los indios tomaran las riendas del cambio en la
sociedad, se pasa a retratar esa situación de forma simbólica recurriendo a los
códigos básicos del Idealismo alegórico, como por ejemplo escribir que un
“cataclismo cósmico” destruirá todo el viejo orden existente y forjara uno
nuevo y justiciero. Esto se debe a que tales indigenistas no pertenecen a esa
comunidad indígena que pretenden reivindicar, además de que por otra parte
pertenecen a una determinada convicción política y que tienen ciertos
principios éticos que no les permite avizorar ese final de cambios en la
realidad.
Prefieren escribir, si se sucede algún cambio a
favor de los indios, que esto fue obra de otros ajenos a la realidad indígena,
como los terratenientes o el gobierno o incluso el mismo escritor del relato,
pero esto no puede ser obra de los propios indios. Los narradores sitúan el
desenvolvimiento de los acontecimientos a partir de la irrupción en escena de un
personaje externo al mundo indígena, el cual les lleva la modernidad y
dramatiza, en sus literaturas, el mundo indígena. En esto se puede apreciar la
contradicción existente en su pensamiento, ya que por una parte situaban al
indio como hacedor de una nueva sociedad, por otra lo retratan incapaz de
realizar su propia vida individual y social, ante esto es difícil que sus
lectores lo puedan ver como el artífice de su propia salvación, pues se muestra
una imagen deprimida e indefensa del indio, que mas que verlo como sujeto
activo de su lucha, el lector le tiene pena y compasión.
Por el contrario Arguedas, quien escribe dentro
del contexto de las migraciones andinas a las principales ciudades y en una época
donde el agro se encontraba en crisis, intenta recomponer la dirección del
discurso indigenista, a través de la creación de un nuevo personaje, este es el
migrante andino mayormente mestizo que transita entre dos mundos: el de los
blancos (moderno, con escritura, urbano, de habla español) y el de los indios
(tradicional, oral, campesino, de habla quechua). Esto implica que el discurso
y el sujeto nuevos van a ser plurales, entreverados entre uno y otro mundo con
distintas culturas e idiomas, dejando atrás el discurso monológico antes
imperante. Esto es, que el discurso va a girar por múltiples lenguajes, en
donde también Arguedas va a incorporar a la oralidad quechua a la escritura
castellana, mostrando de ese modo la posición múltiple también de su autor,
quien ha transitado por ambos mundos también.
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