DE TÚPAC AMARU A GAMARRA
CHARLES WALKER
CAPÍTULO V
Quince días
más tarde de la derrota de los realistas en la batalla de Ayacucho, en
diciembre de 1824, Bolívar ascendió a Agustín Gamarra a general y lo nombró
primer Prefecto de Cuzco. Gamarra, además de ejercer un papel importante en la
formación el nuevo Estado en Cusco, desempeñó un papel importante en las
primeras y difíciles décadas de la vida republicana.
Aunque
Gamarra participó primero del lado de los españoles en la Guerra de la Independencia,
como gran parte de las tropas realistas de la época se pasó al bando patriota.
También estuvo presente en las decisivas batallas de Junín y Ayacucho, instigó
la expulsión de Bolívar en 1825, planificó en 1829 la caída del general José La
Mar que termino desencadenando la caída de la Confederación Perú-Bolivia. Años
más adelante, fue presidente en dos periodos (1829-1833 y 1839-1841), ambos momentos de auge de la posición
conservadora en la República.
El autor
considera a Gamarra como el clásico caudillo, término referido a los
principales jefes militares que gobernaron América en la época, lucharon por el
control del Estado y conformaron alianzas políticas para ello. En el continente
los militares controlaron los Estados por largos periodos. Aunque bajo
diferentes ideologías y bases sociales, los jefes militares dominaron la
política en la época post-independencia de América Hispana.
Un buen
análisis del fenómeno caudillista en Hispanoamérica debe establecer una
relación entre los propios caudillos y la influencia o poder que tenían sobre
sus seguidores, así como las trayectorias y coaliciones políticas que
afianzaron. El capítulo se centrará en el análisis del funcionamiento del
Estado dirigido por los caudillos, quienes no gobernaban al Estado sino que
gobernaban al lado de las
instituciones públicas. Un ejemplo de esto es Gamarra: si bien ejercía cierto
control sobre los niveles civiles y militares en Cusco, nunca llegó a
controlarlos completamente. Algunas esferas del Estado tuvieron un gran nivel
de autonomía, lo que explica su supervivencia a través de la turbulenta época y
el mandato de diferentes caudillos.
También se
analiza en este capítulo la forma en cómo Gamarra utilizó las instituciones del
Estado para formar una coalición y la naturaleza del Estado que ayudó a crear.
El autor cree que el autoritarismo que profesaba en su gobierno es una de las
causas del éxito que obtuvo en su ciudad natal. Sus partidarios mediante la
creación de una ideología chauvinista/cusqueña atrajeron a una gran cantidad de
seguidores.
LIBERALES, CONSERVADORES Y EL
OMNIPRESENTE GAMARRA
En las décadas posteriores a la independencia, el Perú entro
en una profunda decadencia debido a las frecuentes guerras civiles. La división
entre conservadores y liberales fue la brecha más visible, ambos grupos
tuvieron a generales (Gamarra, Gutiérrez la Fuente y Salaverry como líderes de
los conservadores; La Mar y Orbegoso como líderes de los liberales) como
cabezas de las alianzas políticas con conexiones por todo el país.
Los conservadores fueron seguidores de quienes estuvieron más
reticentes al derrocamiento del colonialismo y estuvieron a favor de un Estado
fuerte y centralizado con políticas comerciales proteccionistas. Eran
fuertemente xenófobos y odiaban a los liberales por su supuesto favoritismo
hacia los extranjeros.
Los liberales siguieron a los más entusiastas personajes de
la Independencia. Buscaban la descentralización del Estado y pedían
restricciones al poder del Presidente. Estaban a favor de una política comercial
de libre mercado y la reducción del corporativismo. Aunque eran menos
chauvinistas que los conservadores, no proponían cambios sociales
significantes.
Las luchas en el siglo XIX no siempre fueron partidarias. Los
políticos tendían a cruzar los puentes del liberalismo-conservadurismo. Este es
el caso de la Confederación Perú-Bolivia dirigida por Santa Cruz (1836-1839):
aunque dirigió un Estado centralizado que favorecía políticas autoritarias fue
liberal en el aspecto económico. Asimismo, el oportunismo y la incertidumbre de
la naturaleza del Perú republicano explican en buena medida las divisiones
borrosas entre los principales grupos o alianzas políticas. La flexibilidad fue
una característica de las afiliaciones en este periodo inestable.
Gamarra participó en prácticamente todas las luchas políticas
de la época representando siempre a la posición conservadora.
Sobre él, se sabe que estudió en uno de los mejores colegios
del Cuzco y tuvo amplios conocimientos del latín y el quechua. Durante la
Guerra de la Independencia, ganó importantes contactos y adquirió experiencia
de combate, aunque no destacara mucho en este último aspecto. Participó en
campañas contra los rebeldes en Río de la Plata y el Alto Perú y combatió a los
rebeldes de Pumacahua en 1814. En 1818 se convierte en el jefe del Primer
Regimento de Cusco y desde allí contempla la posibilidad de cambiarse al bando
de los insurgentes. En enero de 1821 se presenta a José de San Martín, quien
reconoce su rango de coronel y lo pone al frente de un batallón.
Tuvo poco éxito como jefe rebelde: fue derrotado en un
enfrentamiento contra las tropas españoles en 1821 y sus errores lo condujeron
a una suspensión temporal como jefe a mediados de 1822. Junto a Santa Cruz a
fines de 1822 y en 1823 dirigió una Campaña Intermedia hacia el sur, con una
costosa derrota para los patriotas. En ese mismo año, ambos dirigían una
campaña para destituir a Torre Tagle y colocar en su lugar a José de la Riva
Agüero, aunque el Congreso no lo reconociera.
Simón Bolívar llega al Perú en medio de estos conflictos el 1
de setiembre de 1823. Obtuvo el apoyo del Congreso, de Santa Cruz y de Gamarra.
El último fue nombrado Primer Ministro. Este pacto; sin embargo, habría de
durar solo hasta la derrota de los españoles en 1824, momento en el cual entró
en debacle.
LA MADRE PATRIA: DESAFÍOS DEL
ESTADO POSTCOLONIAL
Las autoridades al igual que toda la población estaban en un
estado de incertidumbre con respecto a lo que vendría con el fin del dominio
español, aunque la mayor parte de la población creía que el Perú se convertiría
en una república independiente. El nuevo Estado heredaba una multitud de
problemas: enormes deudas que debilitaban presupuestos, falta de recursos en el
Tesoro, etcétera.
Cusco en particular también presentaba algunas dificultades.
No había una total comprensión de la Independencia pues desde hacía mucho
tiempo nadie se había opuesto firmemente al poderío español. También su
situación económica era muy desalentadora: el estado virreinal había exigido
gran cantidad de dinero sin ofrecer grandes beneficios a cambio y se había
disminuido radicalmente las exportaciones.
Todo esto se veía empeorado con la interrupción de las rutas comerciales
debido a la prolongación de la Guerra de la Independencia.
Gamarra necesitaba recuperar el sistema fiscal de la región,
establecer nuevas y estables instituciones e impedir una sublevación a favor de
España. Logró cumplir con estos tres aspectos. El análisis del gamarrismo,
según el autor, da luces al funcionamiento del caudillismo y el clientelismo
político. Los líderes post-Independentistas al intentar forjar una nueva
relación entre Estado y Sociedad resucitaron las relaciones coloniales.
LA
BUROCRACIA, LA IGLESIA Y LAS FINANZAS: CAMBIOS Y CONTINUIDADES ADMINISTRATIVAS
· En el ámbito de la administración, la
nueva República fue continuista con respecto a las estructuras previas a la
Independencia. Las divisiones jurisdiccionales se mantuvieron (7 departamentos,
7 provincias), los prefectos reemplazaron a los intendentes y los “partidos” de
Cusco se convirtieron en provincias.
· Las guerras y conflictos de la época
moldearon los límites externos del Perú. Los conflictos limítrofes con Bolivia
y Ecuador se prolongaron más allá de sus independencias, en 1825 y 1830
respectivamente. Aunque hubo intentos para reunificar Bolivia y Perú después de
la Confederación, todos fracasaron.
· La política de la ciudad y la región evolucionó en torno al Cabildo y la
Prefectura. Los tribunales, de esta forma, perdieron influencia. La
inestabilidad política alentó un alto grado de autonomía de facto: los gobiernos
departamentales obtuvieron un enorme poder.
· Las estructuras legales, fiscales y
municipales imitaron a sus antecesores coloniales. En este sentido, las
primeras medidas de Gamarra no alteraron demasiado las estructuras coloniales.
La crisis financiera profunda y la susceptibilidad de la República tampoco
alentaron reformas administrativas radicales. Además, el propio Gamarra y sus
camaradas autoritarios tampoco deseaban un cambio radical.
· Sin embargo, en 1825 durante su
estadía en Cusco, Bolívar decretó leyes que enfrentaban las instituciones
coloniales: abolió el cargo de cacique,
los servicios personales por parte de los indios y ordenó la redistribución de tierras comunales. Estas leyes no se
llegaron a poner en efecto.
· Bolívar también creo varias escuelas
e instituciones de caridad financiado con la renta de propiedades expropiadas a
conventos y monasterios en Cusco. Esto era una muestra de dos elementos
centrales en el republicanismo de Bolívar: su disgusto por la Iglesia y su
confianza en el Estado para la reforma de los desfavorecidos. Las reformas
usurpaban el papel que tradicionalmente la Iglesia había tenido con la
educación y caridad.
· Gamarra mantuvo la protección a los
colegios pero permitió el cierre de las instituciones de caridad: él objetaba
el gasto que las instituciones originaban y las tensiones que suscitaban con la
Iglesia.
· Esto hizo que Gamarra se vea
enfrentado con la Iglesia Católica en Cusco, aunque finalmente se las ingenió
para obtener su apoyo. Las relaciones con la Iglesia empeoraron notablemente
con la llegada de Bolívar, las expropiaciones que ordeno y sus gestiones
secularizadoras. Finalmente, en 1827, tras un problema legal con dos curas
parlamentarios, Gamarra abandonó el anticlericalismo y logró contar con el
apoyo de la Iglesia en sus dos periodos presidenciales.
· Las finanzas fueron el ámbito más
preocupante para Gamarra y los demás gobernantes. La urgencia de un sistema
tributario eficiente dio aliento a mantener la tradición. El 11 de agosto de
1826 Bolívar reestableció el tributo de indios que él mismo había abolido el
año anterior, aunque con la denominación de “contribución”. Entre 1826 y 1845
más de la mitad del ingreso anual de la prefectura provenía de este
tributo. Otras dos importantes fuentes de
fondos fueron las contribuciones a la minería y el impuesto a las
ventas/alcabala. El Estado de Cusco destinó estos ingresos al fortalecimiento
de su base política regional.
· Aunque el futuro del Cusco no era
prometedor, se había logrado evitar la destrucción como había ocurrido en otras
partes de la República.
· Había cierto aislamiento del Cusco e
incomunicación con las provincias debido a la falta de caminos transitables.
Las guerras civiles y la preeminencia
del transporte marítimo agravaron el aislamiento comercial de Cusco. En ese
periodo, Arequipa surgió como potencia de la economía surandina y Cusco perdió
su participación en el mercado.
EL
GAMARRISMO EN CUSCO
Gamarra fue muy hábil seleccionando gente para
los puestos de gobierno. Mediante esto, estableció una sólida base de
seguidores. Como dijo el autor anteriormente, un análisis correcto del
caudillismo debe apartar la mirada del campo de batalla y colocarla sobre el
funcionamiento del Estado. Agustín Gamarra no hizo mayores diferencias entre
quienes habían servido o estado vinculados al Estado español anteriormente, así
que algunos de los funcionarios nombrados por él seguían en los mismos cargos
que habían tenido bajo el dominio de los españoles u otros eran nombrados por
primera vez.
Se solía criticar a Gamarra justamente por incorporar
a demasiados realistas en la lista de subprefectos, aunque este negase
cualquier tipo de favoritismo al escogerlos. Muchos realistas ocuparon
importantes roles políticos en las décadas posteriores a la Independencia,
generalmente como partidarios de los conservadores.
Tres instituciones fueron fundamentales para el
gamarrismo en Cusco: los subprefectos, las milicias civiles y los militares.
Los subprefectos vinculaban el interior
del Cusco con los estados regional y nacional. Las gestiones de subprefectos,
debido a su centralidad en la contribución indígena, podían levantar o quebrar
un régimen. Eran el vínculo entre la población rural/indígena y los
acontecimientos políticos regionales y nacionales. Como tenía acceso a cientos
de pesos que podían invertirse o prestarse, a menudo se asignaba más dinero que
el que se le destinaba por ley. Los funcionarios centrales en Cusco y Lima
solían lamentarse de la ineficiencia y poca experiencia de los subprefectos y
sus críticos ponían un especial énfasis en su afición a “embolsicarse tanto
dinero como podían”. Aunque Gamarra confiaba políticamente en ellos, los
supervisaba estrechamente para garantizar que los ingresos obtenidos por los
impuestos llegasen a Cusco.
Las milicias civiles constituyeron el
núcleo del gamarrismo en Cusco pues controlaron la sociedad local a través de
la incorporación de nuevos miembros al gobierno. Fueron establecidas por
Bolívar a principios de 1825 y sirvieron como academias militares, pues solía
ocurrir que miembros destacados de la milicia ingresaran al Ejército. Gamarra
promovió su desarrollo mediante la conformación de setenticuatro regimientos,
comandados por lo “mejor del gamarrismo”. Las altas posiciones en la milicia
significaban una vía segura para obtener privilegiadas posiciones en la
administración y el poder local.
Estos cargos proporcionaban al comandante una
base de apoyo leal y oportunidades económicas. Solía ocurrir que los más
importantes propietarios de obrajes obtuviesen cargos importantes en los
regimientos de la milicia, como fue el caso de Pedro Cano, ejemplo del
mecanismo usado por las personas para obtener el favor político. Cano abastecía
reclutas y complacía a su comandante y las autoridades superiores a este: así
recibía la oportunidad de escalar en jerarquía militar y acumular una gran
cantidad de poder local. Cano era el
escalón que vinculaba a los subprefectos con la sociedad local.
Las milicias lucharon al lado de Gamarra
constantemente, hasta el punto que los límites entre los militares y las
milicias civiles se tornó borrosa. El caudillo incluso llegó a incorporar
regimientos enteros al Ejército nacional. A pesar de las constantes quejas a
los tribunales con respecto a la inmunidad de los oficiales del regimiento, la
virtual inmunidad continuó.
Los conflictos del Perú con sus vecinos del sur y
del norte favorecieron a Gamarra, quien aprovechó la oportunidad para
fortalecer el ejército del sur para invadir Bolivia en 1828. De esta forma,
logró desestabilizar el gobierno de Sucre. Entre 1830 y 1835 Gamarra continuó
aumentando la cantidad de milicias en la región de Cusco y confió en ellas para
reprimir las rebeliones (que solo aumentaban). Para 1834 casi todos los
gamarristas importantes comandaban unidades de milicia en Cusco: eran ya la
base militar más importante de Gamarra en la efímera Federación de Cusco.
Santa Cruz observaba con cautela las acciones de
Gamarra en Cusco. En febrero de 1836 mandó a disolver todas las milicias allí,
mas sus líderes y casi todos los milicianos volverían a escena poco después.
Se suele considerar al primer periodo
presidencial de Gamarra como una oligarquía militar. Su ley de Reforma Militar, promulgada
en diciembre de 1829, fue la medida más importante para obtener seguidores en
el país y marginar a los opositores que estaban en las Fuerzas Armadas mediante
la reducción de oficiales. Gamarra convenció a muchos líderes para que se
“reformen”, esto es, retiren del
ejército mientras él favorecía a sus allegados políticos. Aunque el Congreso
cambió la ley en 1831, Gamarra continuó favoreciendo a sus aliados. En 1833
Gamarra promovió a más de una docena de oficiales y cuando quiso prolongarse en
el cargo en 1824, todos estuvieron a su favor.
Una fuente importante de apoyo político también
provino de los arreglos efectuados por Gamarra para que los militares comprasen
las telas de los uniformes en los obrajes del Cusco. Los dos obrajeros más
prominentes de la época, Gregorio Lugones y Ramón Nadal apoyaron
entusiastamente a Gamarra pero también siguieron vendiendo al gobierno durante
la época de la Confederación. Lugones
fue en 1834 el comandante de las milicias de Paruro y Nadal en el mismo año
Coronel de la Caballería de Chumbivilcas.
Además de la creación de una fuerte base para
colocar a sus seguidores en cargos de políticos claves, milicias y Ejército,
Agustín Gamarra también utilizó el sistema de recaudación para recompensar a
quienes lo protegían: en la guerra civil de 1834 utilizó exenciones de tributo
como método de compensación hacia sus protectores. Sin embargo, luego de cada
cambio de régimen la administración entrante examinaba detalladamente los
registros de los funcionarios salientes.
Cuando en 1835 Gamarra fue derrotado por Santa
Cruz y el general Cerdeña instruyó a las
autoridades del Tesoro del Cusco para que verifiquen las finanzas de los
subprefectos gamarristas, todos ellos enfrentaron procesos judiciales sobre el
uso que habían hecho con el dinero de los impuestos. El Tesoro no solo mantenía
cierta dosis de autonomía sino que el mismo Gamarra se mostró deseosos de
llevar ante los tribunales a sus propias autoridades, ya que esos procesos los
mantenían bajo su control y las deudas que ellos pagaban proporcionaban los
ingresos que él necesitaba. “Para la supervivencia política en este tumultuosos
periodo, con frecuencia el dinero era más importante que el apoyo de una
determinada autoridad”.
La política de Cusco no debía entenderse solo
como una división entre gamarristas y liberales. Aunque muchos se mantuvieron
alejados de las luchas políticas, la mayoría sirvió e incluso apoyó a ambas
partes indistintamente. El caos y las luchas entre caudillos no significaba que
la sociedad del Cusco estuviera claramente dividida en campos políticos
correspondientes a cada caudillo.
LA
IDEOLOGÍA GAMARRISTA: PRIMERO EL CUSCO
Durante más de una década y media Gamarra llegó a
ubicarse como el conservador más prominente y relevante del Perú a inicios de
la República. Se unió rápidamente a los opositores de Bolívar aunque este lo
hubiese nombrado prefecto de Cusco y a fines de la década de 1820 dirigió las
actividades en contra de los liberales. Asumió la presidencia desde 1829 hasta
1833 y tuvo su auge político (que coincide con el auge de los conservadores
también) en 1838, con la derrota de Santa Cruz y su retorno a la presidencia.
Produjo la Constitución de 1839, documento que anulaba cualquier tipo de
reforma social, protegía la esclavitud y la concentración del poder por parte
del Presidente. En realidad, Gamarra apoyaba todas las causas comunes a los
conservadores del XIX: políticas comerciales proteccionistas, medidas estrictas
de control social, instituciones centralistas y un discurso xenófobo. Su
coalición en Cusco demostró las firmes conexiones entre los movimientos
regionales y nacionales.
Tanto en su gestión en Cusco, como presidente en
todo el país o durante sus campañas militares Gamarra se perpetuó en el
autoritarismo. Los conservadores acusaron a instituciones “indecisas” como el
Congreso o las juntas departamentales de los males del país y plantearon a Gamarra,
su fuerza y eficiencia como la solución total. También culparon a los liberales
de la inestabilidad y los acusaron de impedir la unificación del Perú bajo la
égida de Gamarra.
Los debates en Cusco iban paralelos a los que se
llevaban a cabo en Lima. Los movimientos provinciales podían influir en los
círculos intelectuales y políticos de la ciudad gracias a la prensa activa.
Los gamarristas acusaban a los liberales de
pretender poner en el poder a una nueva oligarquía, club o partido (en el
sentido peyorativo) y los liberales criticaban a los conservadores por hacer
retroceder al Perú a un despotismo de tipo colonial y a Gamarra de corrupción y
amiguismo político. La más evidente división entre liberales y conservadores
estuvo en la discusión de si era posible el correcto funcionamiento de
instituciones republicanas, elecciones, congreso o libertad de prensa.
Gamarra no ofreció el mismo plan a Cusco que al
Perú. La suya fue una plataforma de “Primero el Cusco”, con un énfasis
exagerado en la ciudad natal. Gamarra culpaba a la usurpación de los forasteros
de la decadencia de la región y él y sus colegas difundieron un discurso
hiperbólico que ponía énfasis en el nacimiento de Gamarra y su deseo a “volver
a la antigua gloria”. El discurso gamarrista, pues, reafirmaba una y otra vez
su lealtad a su tierra natal y la importancia antigua de la región, mediante la
reminiscencia de las épocas incaicas y el poderío de Cusco en la época
colonial. En ocasiones estos discursos
trascendían el chauvinismo cusqueño para sustentar históricamente el gobierno
autoritario de Gamarra.
Agustín Gamarra también sacó provecho de la
animosidad de Cusco hacia otras regiones importantes: Lima, Arequipa y Bolivia.
Los cusqueños estaban disgustados desde
hacia tiempo por el centralismo de Lima; desconfiaban de Arequipa pues tenían
miedo de que Cusco perdiera su tradicional supremacía económica y
administrativa una vez se aplicasen reformas económicas de índole liberal; y
Gamarra había alentado sentimientos antibolivianos (especialmente en contra de
Santa Cruz) en Cusco.
CONCLUSIÓN
Gamarra creó una fuerte base en Cusco. A lo largo
de su carrera promovió esta relación y favoreció a Cusco siempre que pudo. El
éxito que tuvo se demuestra mediante el apoyo militar que recibió del lugar en
tiempos difíciles. Su retórica chauvinista y sus promesas de volver a la gloria
antigua sonaban bien en una región deprimida. Haber nacido en Cusco ayudó a
Gamarra frente a sus opositores con antecedentes “sospechosos”: el boliviano
Santa Cruz y el ecuatoriano La Mar.
Estudiar la mecánica del gamarrismo en Cusco da
luces de la mecánica del caudillismo e ilumina el funcionamiento de los
primeros tiempos del Estado republicano.
Gamarra gastó la mayor parte de sus ingresos en militares y burocracia e
invirtió mucho menos a la educación y caridad.
El autor enfatiza en que este análisis no cuenta
toda la historia de los caudillos y si se toma aisladamente ignora la
complejidad de la construcción del Estado republicano. Una revisión sencilla de
la carrera de Gamarra exagera la facilidad con la que ascendió al poder,
incluso en Cusco enfrentó una oposición militar e ideológica.
El siguiente capítulo se centra en la ciudad de
Cusco, sus cambios y continuidades en la práctica o cultura política.
MUCHAS GRACIAS
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