Uno de los recuerdos más impactantes
de mi niñez, fue cuando escuché decir al Capitán Kirk de Star Trek esas hermosas
palabras, llenas de sabiduría, respeto, amor y paz, hasta ahora no alcanzada
por los seres humanos del planeta Tierra: “De donde yo vengo, el tamaño, la
forma o el color no importan”.
Resulta paradójico, que esta estas
palabras, hayan venido de una serie de los años sesenta, cuando aún las mayorías
tenían que salir a las calles para reclamar por su humanidad y decirle no al
segregacionismo y en
donde el odio se permitió acabar con la vida del máximo líder de la igualdad racial: Martin Luther
King Jr. Resulta paradójico, en el sentido de que el hoy del cual
imaginaban los guionistas de los años sesenta, sea uno en el cual se mantengan y defiendan ideas
tan retrógradas como la discriminación, el racismo, la homofobia, la misoginia o
el clasismo, males humanos que debieran ya desaparecer pero que insisten en perpetuarse
en nuestras sociedades.
No obstante, y creo que esto es
lo más importante, es que, a diferencia de hace cincuenta años, cuando la exclusión
y la discriminación era el común en casi todas las sociedades, es que hoy en
día, tanto jóvenes como adultos tienen la facultad, que antaño no se tenía con
tanta facilidad, para decir basta. Basta de tanta absurda intolerancia que más
que acercarnos, nos aleja como civilización y como hermanos de una única raza:
la humana.
En estos días tenemos la facultad
de operar un cambio individual de pensamiento, en donde nuestros
actos nos estén mediados por los cánones de un libro o la pésima interpretación
de un fanático religioso. El cambio para lograr el anhelado futuro está hoy en
nuestras manos y en la decisión de cada uno, si seguir por lo mismo o liberar nuestras mentes de todos
aquellos prejuicios que nos fueron impuestos.
MUCHAS GRACIAS
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