La industria es uno de los sectores
más importantes para el progreso de un país, no solo porque nos permite acceder
al consumo de productos elaborados, sino también porque constituye una
actividad estratégica, puesto que para
su realización involucra, de una u otra manera, a otras ramas
complementarias a ella, impulsando de
este modo a otros sectores económicos.
Por ejemplo nuestra industria metalmecánica cuenta con un gran potencial de
expansión y dentro de poco resultará beneficiada por una serie de factores,
como la mejora de la infraestructura social y la creciente industrialización
del país, tales como el previsible dinamismo del sector de la construcción
(viviendas y un ambicioso plan de rehabilitación de la red vial), lo cual traer
como consecuencia más trabajo para los peruanos.
La posibilidad de expansión de la
industria alimentaría y de bebidas ante el previsible incremento del poder
adquisitivo de la población provocará, por su parte, una mayor demanda de
envases y artículos de hojalata, dentro de la rama metalmecánica.
De este modo, la industria
contribuirá al impulso de los sectores que le sean complementarios; como es el
caso de la producción primaria, muy necesaria en la industria, puesto que
inevitablemente recurrirá a ella para obtener las materias primas que le
permitan realizarse. “Las producciones primarias no pueden lograr productividad y competitividad
adecuadas, sin la incorporación de bienes surgidos de industrias tradicionales,
como la de maquinaria agrícola, y de otros producidos por industrias de punta,
como la bioingeniería. A su vez, la producción primaria, mineral o
agropecuaria, aumenta su valor y su rentabilidad a través de su transformación
en las plantas industriales, esto se hace efectivo a través de la
industrialización de estos productos.”
Además de ello, se verán estos
sectores necesitados de personal capaz de laborar en la industria; por tal
motivo, la demanda por trabajadores tenderá a incrementarse por cuanto más se
agrande la producción, generando una fuente de trabajo para múltiples especialidades,
dando ocupación a obreros, técnicos y profesionales especializados, originando
junto con ello centros de aprendizaje laboral que permitirán a profesores
instruir a los individuos en las faenas
laborales. Ante esto
se incrementará la renta per cápita y
con ello la capacidad adquisitiva de las personas lo cual conducirá al aumento
del consumo, por ende la economía se dinamizará,
surgiendo entre la población un nivel de vida cada vez mejor.
En la medida que en la industria se
transforman materias primas en productos relativamente complejos, se tenderá,
como conducta racional del productor, a hacer menores los costos de producción
para que con ello las utilidades se vean incrementadas; conforme esto, el
empresario buscará aumentar la tecnología aplicada en la industria, por cuanto
ella significa ahorro, lo cual le hará invertir en proyectos de investigación
que le permitan superar sus niveles de producción a un menor costo. Pero esto
no es de beneficio exclusivo del productor, sino que se contribuye también al
progreso de la ciencia y de la investigación, y por ende del de la humanidad.
Como por ejemplo cuando los griegos a través de sus conocimientos en
astilleros, naves y comercio fueron los primeros en convertirse en una
potencia, además de esto cabe resaltar que
la derrota de los persas se debió en parte al poder naval griego y esto
se debe a la preocupación griega por innovar en ese aspecto; o cuando Whitney,
en Inglaterra, inventó su desmontadora de algodón facilitando la producción de
telares, invento que sirvió enormemente al progreso de la población inglesa.
“Siendo el algodón una de las fibras más importantes y versátiles
de la industria textil, hasta la invención de la desmotadora de algodón en
1793, su producción masiva era demasiado laboriosa para ser rentable. La
desmotadora, que separa las fibras de algodón de las semillas y otros cuerpos
extraños, permitía a una persona realizar un trabajo que antes requería de 50
operarios.”
En los primeros años de la
industrialización, la manufacturación a pequeña escala fue sustituida por
instalaciones donde se fabricaba a gran escala. Sin embargo, las industrias que
dependían de líneas de productos variables, como la ropa de moda, continuaron
con la fabricación de productos a mano. Incluso hoy en día, las empresas
pequeñas se mantienen como una parte muy importante de la economía.
Con la introducción de técnicas de
fabricación en serie y de montaje con robots, las industrias de componentes,
que facilitan las piezas a otras industrias para que éstas realicen el producto
final, han crecido. En la industria automovilística, que Japón se ha encargado
de mejorar, los métodos de producción en tiempo real (just-in-time) aseguran
que las piezas lleguen a las fábricas de coches justo cuando son necesarias en
vez de permanecer amontonadas en enormes almacenes. Así, se ha conseguido que
la fabricación de coches responda mejor a las demandas del mercado y, por
tanto, que sea más competitiva.
Pero también debe tenerse en cuenta
que en la industria de un país no es recomendable dedicarse a la producción de
un solo producto, ya sea un bien o un servicio, sino que se deben tener en
cuenta otras opciones, puesto que con las fluctuaciones que constantemente se
suceden en la economía, es muy probable que la importancia que tenga un
determinado producto ahora, luego ya no lo tenga y termine siendo de demanda
baja o remplazado por otro producto en
la economía. Además que esta diversificación industrial hará que el progreso
tecnológico no se concentre en un solo producto y que por el contrario se
impulse el desarrollo de las otras también.
“La mayor parte de los países
consideran que la industrialización es un proceso favorable que genera riqueza
rápidamente, revitaliza las zonas en decadencia y permite influir en asuntos de
índole mundial. Asimismo, la mayoría de ellos reconoce la necesidad de que la
base industrial sea diversa para proteger sus economías de las fluctuaciones en
los precios de mercado de sus propios productos.”
Chile, uno de los países de la
cuenca del Pacífico, es un buen ejemplo de ello. Su economía ha crecido un 10%
al año desde 1990. El comercio con Japón y Corea del Sur se duplicó entre 1987
y 1990 y se han abierto nuevos mercados con Taiwán, China, Hong Kong, Singapur
y Malaysia. La clave de este éxito ha sido la diversificación de la industria
de Chile, tradicionalmente basada en los recursos naturales, la minería, la explotación
forestal, la pesca y la agricultura, además de un gran deseo por aumentar las
exportaciones. La dependencia tradicional del cobre se ha reducido a favor del
aluminio y ha aparecido la piscicultura del salmón. En el aspecto agrícola, la
producción de vinos ha experimentado una notable expansión, a lo que se une la
congelación y envasado de frutas y verduras. La manufacturación no ha tenido
tanto éxito, pero ahora muchas empresas extranjeras se están estableciendo en
Chile porque constituye una plataforma segura para acceder a otros mercados de
América del Sur.
Con todo esto, la productividad de
un determinado país aumentará visiblemente, lo que terminará haciendo que este
convenga en introducir sus productos hacia otras economías a través de la exportación. Este excedente es enviado hacia otros países
con el fin de venderlos y, en consecuencia, evitar con ello que el
producto se pierda. Además que con lo
obtenido poder financiar las
importaciones de productos que los demás producen con menores costes. Esto es
lo que ha venido ocurriendo en estos últimos tiempos, los países desarrollados
a través de sus empresas multinacionales o también llamadas transnacionales
luego de haber producido a gran escala introducen estos bienes hacia distintos
destinos para ampliar sus mercados. De esto, el país exportador obtendrá del
mercado exterior como pago moneda extranjera o divisas, las cuales se
insertaran a su encomia.
El aumento de las empresas
multinacionales ha hecho aparecer una serie de preocupaciones. Unas pocas manos
controlan gran parte del poder de fabricación, lo que quiere decir que los
países involucrados son susceptibles a los cambios económicos que se produzcan
en otros rincones del mundo. Puede que a los gobiernos les resulte difícil
gestionar o evitar la transferencia de activos de un país a otro y seguramente
no se tratará a todos los países por igual.
Los países en los que la industria
nacional no va bien, son el principal blanco de las multinacionales, como
algunos países de Asia y América del Sur donde la energía y la mano de obra no
son caras. En contraste, pocos países africanos se han beneficiado de las
inversiones de las empresas multinacionales porque carecen de mano de obra
cualificada y de la infraestructura apropiada. No todas las empresas
transnacionales surgen en países industrializados. Los países recientemente
industrializados fomentan este tipo de empresas para asegurarse mercados a los
que poder exportar sus productos.
Como vemos la industrialización de un
país es muy favorable para la economía pues
conlleva a un aumento en el PBI y por lo tanto esto conduce a un mejor
nivel de vida; en consecuencia será un importante medio para salir del subdesarrollo.
El caso de nuestra buena vecina Brasil
es un ejemplo de ello. Actualmente, la economía brasileña es la octava más importante del mundo y
la mayor parte de su desarrollo se debe a la industrialización. A mediados de
la década de 1960, el 80% de las exportaciones de Brasil eran productos básicos
entre los que el café suponía cerca de la mitad del total. En 1989, el 72% de
las exportaciones correspondía a productos manufacturados y el café suponía tan
sólo el 4% del total. Varias cifras reflejan este rápido cambio: en 1960, el
13% de la población activa trabajaba en el sector industrial, en 1970, el 18% y
en 1990, el 23%. El producto interior bruto (PIB) pasó del 25 al 34% entre 1960
y 1994. Brasil siempre ha enviado sus productos a los mercados de los Estados
Unidos y de los países de la
Unión Europea (UE), pero en los últimos 20 años ha intentado
por todos los medios aumentar las exportaciones a Japón y a los países
petrolíferos del Oriente Próximo.
China es otra potencia industrial
emergente decidida a reforzar las bases de su industria tanto para abastecer de
productos a su enorme mercado nacional como para exportar estos productos. El
volumen de manufacturaciones aumentó en un 12% al año entre 1980 y 1990. La
producción de bienes de consumo representaba la mitad del total, más que de
sobra para satisfacer la demanda interna de televisiones, lavavajillas y
frigoríficos. La estrategia de China ha sido establecer zonas económicas
especiales, sobre todo en la costa, y fomentar el comercio de las ciudades de
estas regiones, como Shanghai, con el extranjero. El crecimiento económico no
tiene precedentes, aunque se concentra en pocas zonas y en pocas manos, pero
existen planes para establecer zonas económicas especiales en todo el país.
Otro indicador del crecimiento de China es la manera de invitar a las empresas
extranjeras a establecerse en este país. Al recuperar el control sobre Hong
Kong, en 1997, China ha adquirido una economía de tigre.
“La estabilidad económica de un país
se manifiesta a través del crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) crece y
decrece, y en el caso del Perú tenemos 54 meses ya computados y cerrados de
crecimiento permanente desde el inicio del gobierno (Gobierno de Alejandro
Toledo) con una tasa promedio de crecimiento del 2002 al 2005 de 4.9%, éste
está sustentado en el crecimiento de la inversión privada que en el 2005 creció
a una tasa de 13.9% que impacta positivamente en la actividad productiva del
país. (Discurso del ministro de la
producción 2005, ing. David Lemor Bezdin en la conferencia de prensa de la
presentación del balance del sector industria del 2005).
Imagen de Internet |
No hay comentarios:
Publicar un comentario