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El inicio del fin de año siempre es una oportunidad para hacer un balance de lo sucedido durante los últimos doce meses transcurridos desde la última navidad. En este tiempo, que va del 24 al 31 de diciembre de cada año, tenemos la oportunidad para enrumbar nuevamente nuestros destinos hacia el camino que habíamos trazado o para ya definitivamente apartarnos de la idea original.
ENTENDIENDO EL PROBLEMA
ENTENDIENDO EL PROBLEMA
Me ha pasado y creo a muchos les a ocurrido que esta etapa del año se suele caracterizar por una nostalgia latente en distintos ámbitos de la vida, ya sea, por el hecho de haber ganado o triunfado, o por el disimil hecho de haber perdido o fracasado en ciertos aspectos. En ambos escenarios, la lección es la misma: el aprendizaje continúo. Y es precisamente ese aprendizaje el cual nos insta a llevar a cabo una introspección acerca de cómo nos sentimos: Si nos sentimos bien, o pese a los resultados positivos, no nos sentimos como supuestamente deberíamos sentirnos y es que, no necesariamente el éxito puede ser sinónimo de felicidad, a veces simplemente no basta. La pregunta de siempre salta a la vista, ¿qué es entonces lo que falta?
Y llegados a este punto, viene a mi memoria una pasaje de la vida de Andrew Carnegie, que dicho sea de paso siempre salta en mi memoria en estos meses, acerca de las reflexiones de su vida. Este filántropo y magnate escocés, en una oportunidad contó, cómo unas cuántas monedas representaron para el y su familia (de escasos recursos económicos esos días) mucho más de lo que representaron los millones de dólares obtenidos posteriormente. Quizás en este punto podamos volver al tema partiendo de una óptica distinta, partiendo desde una lógica de proporcionalidad.
LA PROPORCIONALIDAD
LA PROPORCIONALIDAD
La proporcionalidad viene a ser la relación entre dos magnitudes medibles. En ese sentido, podríamos realizar la siguiente ecuación: "situación actual" relacionado con "objetos de aprendizaje" dará como resultado estado de ánimo. Para ejemplificar partiremos de un caso simple, para alguien que se encuentra en una situación de pobreza, en donde ya no hay incluso de dónde comer, unas pocas monedas pueden representar una gran bendición, mucho más bendecidas que los miles de millones que puedan existir sobre la tierra, puesto que para quien las necesita, esas monedas valen mucho. No obstante, quien pueda tener de sobra, no apreciará el dinero en la misma proporción.
Esta es una lógica simple, pero que puede ser aplicada a otros ámbitos más complejos como lo puramente personal, ¿que pasa con aquellas personas, que carecen de algo tan importante como el cariño? Para estas personas, pese a tener o no dinero, la llegada de dinero representará simplemente minucias, ya que lo realmente valioso para ellas no es el dinero, la fama o la potestad de someter a otros seres humanos. Su necesidad es otra, y quizás no son conscientes de ello.
EL SENTIDO DE LA VIDA
EL SENTIDO DE LA VIDA
No se puede generalizar lo que da sentido a la vida de cada persona, pero sí se puede decir que la satisfacción humana será directamente proporcional a las necesidades que esta presente. De aquí la pregunta, ¿qué es lo que me hace falta? ¿qué es aquello que está directamente proporcional a mis alegrías y no se compensa con todo lo que obtenido hasta hoy? Para no hacer demasiado largo este post, sólo diremos, que a veces y muchas veces la respuesta no se encuentra en el recibir, sino en el dar.
Muchas gracias,
Preguntas y acotaciones en los comentarios, lo responderemos en breve.
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