La oligarquía fue una clase social
numéricamente reducida, compuesta por un conjunto de familias cuyo poder
reposaba en la propiedad de la tierra (rasgo inevitable), las propiedades
mineras, el gran comercio de importación y la banca. Esta diversificación de
actividades tornaba más evidente el escaso interés que –salvo excepciones-
tuvieron por las empresas industriales.
La oligarquía se constituyó al interior
de un país dependiente, con un mercado escasamente desarrollado y desempeñando
el papel de nexo entre el país y las metrópolis imperialistas (Inglaterra y
Estados Unidos principalmente). Pero sería erróneo pensar a la oligarquía sólo
con criterios de orden económico: “Hasta 1930, más o menos, existía un veto en
algunas familias para quienes no tenían otra credencial que su dinero…” Aunque
los orígenes de las familias oligárquicas, en la mayoría de los casos, se
remontaban apenas a la época del guano, la pertenencia a la clase se definía
además por el apellido, lazos de parentesco, cierto estilo de vida; en otras
palabras, a lo que sería criterios estrictos de “clase” se añadían otros de
tipo “estamental”, como rezago y herencia de la colonia.
Burga, Manuel y Alberto Florez Galindo.
Apogeo y Crisis de la República Aristocrática. P. 88.
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