Según el investigador Donald Lathrap, que apoya
la tesis de Julio Cesar Tello sobre el origen selvático de las culturas peruanas, las
plantas cultivadas llegaron a la costa peruana plenamente desarrolladas,
teniendo como lugar de domesticación la
selva tropical, desde donde sus pobladores la habrían extendido hacia otras zonas
por los afluentes hidrológicos de los ríos selváticos. Esto quiere decir que el
conocimiento de la agricultura se iría extendiendo desde la selva tropical,
puesto que se ha encontrado que las plantas como el ají (Capsicum sp.), los
pallares (Phaseolus lunatus), frijoles (Canavalia ensiformis), calabazas (Lagenaria siceraria), maní (Arachis
hypogea), algodón (Gossypium barbadense), coca (Erythoxylon coca) y varias
frutas, todos de origen selvático, aparecen primero en los valles interandinos
y posteriormente en la costa.
El cultivo de la yuca mas antiguo que se ha
registrado es al noroeste de Maracaibo en Venezuela, luego se va extendiendo
hacia el sur, lo cual demuestra que se va reproduciendo gradualmente por el
sur.
Lathrap sustenta además que en Huaca Prieta, en
el valle de Chicama, los mates y tejidos fueron hechos con plantas que no se domesticaron
en la costa peruana, pues llevan motivos de peces, cangrejos, serpientes , pájaros,
ajenos a su tradición local. Lo cual revela que entre estos pueblos se mantenía
un contacto con los habitantes de Ecuador.
Aunque, no podríamos decir que los pueblos de
la costa fueran simplemente receptores pasivos de lo que llegaba del Ecuador o
de cualquier otro lado, sino que ellos las utilizaban para hacer sus creaciones
propias, de acuerdo a sus necesidades y gustos. Todo ello da a entender que
entre dichos pueblos existía un contacto que propiciaba el intercambio de
plantas, que luego se reproducían en la costa.
Por ejemplo podemos ver como las plantas alucinógenas
como el cactus san pedro (Trichocereus
pachanoi) que fue domesticado en
la selva tropical, se incorporo en los ritos de la costa. El sitio de las
Aldas, asociado al basurero del Complejo Chavín, tiene residuos de san pedro,
que también se pueden apreciar en los diseños de los tejidos y cerámicos de
estilo Chavín.
Tenemos el caso, como prueba del contacto
cultural entre la sierra y la selva, a la gruta de las Lechuzas de Tingo Maria
y Wayrajirca, cuyos objetos como la cerámica tienen elementos en común, pues
ambas emplean la pintura post cocción y la elaboración de tazas con protuberancias
que se empujaron desde el interior.
El caimán divinizado representado en el
Obelisco Tello, esta relacionado con la selva tropical, lo cual apoya la tesis
de Tello de un origen ideológico desarrollado en la selva central, que también
se habría extendido a los olmecas.
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